Convocamos a Soleá Morente e Isa Cea –bajista y cantante de Triángulo de Amor Bizarro– para hablar de “Todo lo que te quiero (ASMR) para ti”, fruto de la alianza entre el cuarteto y la cantante de Granada, una lectura sentida y muy personal (variaciones de letra incluidas) de uno de los temas más expansivos de los gallegos. Es el segundo avance de “Detrás del espejo. Variaciones y ecos” (Mushroom Pillow, 2021), álbum de versiones y remezclas que los Triángulo publicarán esta primavera, reinterpretando su aclamado “oɹɹɐzıqɹoɯɐǝpolnƃuɐıɹʇ” (Mushroom Pillow, 2020) en compañía de músicos de distintas generaciones, caracteres y procedencias.
¿Recordáis la primera vez que descubristeis la música de la otra?
Soleá Morente: Sí, me acuerdo perfectamente. Fue en Granada, cómo no, porque allí los queremos, los adoramos con todo el corazón a los Triángulo. Fue en casa de un amigo común, que es súper fan, el J (de Los Planetas). La primera vez que los escuché, dije: “¡Buah! ¿Qué es? ¿Quiénes son? ¡Cómo molan, cómo mola la voz de la chica!”. Luego ya los vi en directo, en festivales, coincidimos en algunos conciertos, fui a una prueba de sonido que hicieron en… no sé si era en un Sonorama…
Isa Cea: Sí, era un Sonorama, puede ser. Fue la primera vez que te vi… Estabas con Expertos, ¿Puede ser?
Soleá: Con Los Evangelistas…
Isa: Eso, Los Evangelistas. Que eras una cría, bueno…
Soleá: Mis primeros pinitos…
Isa: Sí, sí, digo yo que sería allí. Porque esa vez tocábamos en el mismo escenario. Creo que no me atreví a hablar contigo. Yo te veía así desde la distancia porque, claro, eras la hija pequeña de Morente, ¿sabes?, como… ¡Buah!... Después ya le fuimos siguiendo la pista, porque estaba claro que es alguien que tiene muchas cosas que decir. Y que es muy valiente, que es lo que más me gusta de ella. La última vez que la vi fue en el Tomavistas, en Madrid. Actuaba al mediodía, y salió al escenario como una tormenta, con un salero… Me quedé impresionada del cambio respecto a la anterior vez que fui a un concierto suyo. Pensé: “¡Hostia! ¿Qué le ha pasado?”. Era como si se hubiera desplegado del todo, convirtiéndose en una artista muy completa. Se come el escenario. Esa fue la vez en que realmente dije: “Esta mujer es la hostia”.
Isa, ¿cómo fue la gestación de un álbum como “Detrás del espejo. Ecos y variaciones”, en el que intervienen tantos músicos?
Isa: Queríamos hacer algo muy especial, pero sin estrategias y cosas de esas. Hicimos una lista y dijimos: “A ver, ¿cuál es la peña que más nos mola?”. Y tuvimos la suerte de que todos a los que llamamos respondieron positivamente y nos abrieron su arte para poder hacer de las canciones algo más, que es lo que significa este disco realmente: llevar las canciones a otro sitio. A ese lugar donde normalmente llegas cuando llevas un año de gira. Este año, como no fue así, se las dimos a artistas que admiramos para que se las llevaran ellos por ahí de viaje.
¿Qué pensasteis al escuchar por primera vez “Asmr para ti” con la voz de Soleá?
Isa: Fue una de las versiones que más nos impactó a todos. Desde el primer momento, le dijimos que la idea era que su voz estuviera por encima de todo. Que dirigiera la canción, cambiándole el sentido a las capas de sonido de la toma original. Queríamos que su voz brillase. Y así fue. Nos hizo llegar una referencia de guitarra y voz solamente, y allí ya estaba la canción. Es que, claro, piensas en las vocecitas indies que hacemos nosotros, y de repente te viene una tía como Soleá y te hace ¡paf! De verdad, cuando la escuchéis os quedaréis alucinados.
Hace poco más de un año, Soleá contaba en Rockdelux que su primera idea para “Lo que te falta” (Elefant, 2020) era hacer un disco de pop ruidoso, y os citaba a vosotros como posible referencia sonora, aunque luego tiró por otro camino. ¿Qué sensación tienes cuando alguien como Soleá os cita como modelo?
Isa: Es un orgullo. Y entiendo la identificación con el pop ruidoso. En nuestro último disco hay menos horror vacui con el noise, pero siempre está allí, de fondo. Cuando empezamos sí estaba muy presente, era nuestra base, porque apenas sabíamos tocar. Nos encantaba la música, leíamos mucho la Rockdelux y estábamos puestos en todo. Queríamos hacer cosas. Cuando nos metíamos en el local, la consigna era hacer ruido. Coger pedales y, con un par de notas, que era todo lo que sabíamos, crear algo a través del ruido.
Soleá, cuando Triángulo de Amor Bizarro te proponen hacer esto y te dicen que va a ser esta canción, ¿qué pensaste?
Soleá: Cogí la propuesta con muchas ganas, y me puse de inmediato a hacerla. Estaba muy ilusionada, por lo mucho que los admiro, y porque creo que la canción es una obra maestra: la letra, la estructura, el acompañamiento… La cantase quien la cantase, quedaría guay.
Isa: ¡No, no, no, para nada! Quedó increíble porque tú la has hecho así. Realmente, la has hecho tuya.
Soleá: Cuando me puse los cascos y empecé a grabar… No sé, sentí una especie de catarsis muy guay, muy emocionante, porque estaba cantándola en Granada, en el estudio de grabación de mi padre, y tenía una foto suya justo enfrente, y me salió muy natural cantársela a él. La letra es la rehostia y para mí tenía sentido dedicarla a él. La canción pasó a significar para mí lo que yo siento por mi padre, lo mucho que lo quiero y todo lo que ha significado para mí y para muchas personas.
“Lo que te falta” y “oɹɹɐzıqɹoɯɐǝpolnƃuɐıɹʇ” son dos de los mejores discos españoles de 2020. Publicados poco antes del estallido global de la pandemia, la crisis social y sanitaria de la COVID-19 truncó las grandes expectativas despertadas por ambos álbumes. Ambas han tenido asideros muy personales a los que aferrarse durante la interminable hibernación pandémica, pero la compleja situación que atraviesa el sector cultural sigue estando ahí, generando cuestiones que, antes o después, habrá que abordar.
Teniendo en cuenta que el sector económico vinculado a la música está como está por la pandemia, ¿pensáis que se va a reflejar en vuestras nuevas canciones?
Isa: Evidentemente, fue muy complicado no poder tocar. Para nosotros y para toda la gente que trabaja en la industria, que es mucha: técnicos, festivales... todo lo que se fue a la mierda con esto. Pero, claro, para mí también fue un año muy especial porque, además de un disco, tuvimos un niño. No fue un año terrible, más bien fue superguay. Tuvo una parte guay: estuvimos concentrados, trabajando en “Detrás del espejo”, escuchando lo que hacían con nuestra música los artistas que más nos gustan… Quiero decir que para mí en 2020 también pasaron cosas muy interesantes, muy renovadoras, muy alucinantes. Y no sé, creo que, al final, siempre se refleja lo que pasa a tu alrededor: la política, los seres humanos… Al final, todo esto acaba influyendo de forma directa, todas estas cosas que pasan.
¿Y en tus nuevas canciones se refleja cierto estado de ánimo, Soleá?
Soleá: Sí, suscribo lo que dice mi compañera. Ha sido un año muy complicado, pero, bueno, dentro de eso yo he podido disfrutar de mi familia, que apenas los veía. Y han surgido momentos muy bonitos. Hay de todo, pero sí noto que las canciones nuevas me están saliendo más melancólicas. Tienen un sonido y un concepto muy distinto al de “Lo que te falta”. Yo voy trabajando según el estado de ánimo y las cosas que me pasan. Son canciones un poco nostálgicas, melancólicas, pero, bueno, también con sentido del humor, que me gusta siempre la ironía y el sentido del humor y esa guasa andaluza que tenemos por ahí.
Rockdelux publicó hace poco una entrevista con el Ministro de Cultura y, entre los asuntos que…
Isa: … y Deportes…
… y Deportes, sí…
Isa: Es que manda huevos. Pero, bueno, venga…
Entre los asuntos que se abordaron estaba el de la regulación laboral de los músicos, el largamente anhelado Estatuto del Artista. El ministro aseguró que en esta legislatura se iba a meter mano al asunto. Para vosotras, ¿qué supondría?
Isa: Hay que empezar a legislar y a hablar de la cultura con un poco más de consideración. Porque me parece una falta de respeto, directamente, no darle ni siquiera un tramo fiscal concreto a lo que hago. Es como que no existo, que tengo que ser torera, ¿no? Bueno, ¿eso es lo que significa la cultura para este país en 2021? Me da vergüenza, la verdad. Pero, bueno, tampoco me gusta hablar mucho de estas cosas porque parece que… No sé, yo vivo en un pueblo, tengo los amigos de siempre, que me hablan como piensan… Y se ponen en plan: “Ya están los artistas pidiendo cosas. Pues si quiere no sé qué, que trabaje”. Me cuesta hablar de esto sin encabronarme, porque de verdad que es una cosa que ya… Y todo esto viene de la falta de respeto que tiene el Estado con el artista; el ninguneo, la forma de dirigirse a él. Yo soy música. Yo tengo un grupo de música, ¿qué pasa? No puedo ni decirlo de forma clara: “¿Tú a qué te dedicas? ¿Cómo que música? Pero ¿qué tocas, en una orquesta?”. No, toco en un puto grupo de rocanrol. Es que es muy complicado, de verdad. Yo no creo que esto pase en otros países, te lo digo en serio. Creo que la cultura se cuida un poco más y se respeta un poco más y se valora un poco más. Y creo que todo debe empezar desde ahí, desde la legislación y desde la identificación en el panorama, como lo que somos, como que aportamos algo más que la tontería o el chiste de turno o el rollo de “¡hala, venga, vete a tocar y después te vas a trabajar, que hay que trabajar!”.
Soleá: Es muy indignante y se siente muchísima impotencia. Y es muy contradictorio, ¿no? Porque en estos momentos de fatiga que estamos pasando, que hemos pasado y que todavía nos queda un poquillo por pasar, nos refugiamos muchísimo en la cultura, en el arte, en la música, en la literatura… y el planeta está enfermo a nivel de salud y a nivel del alma. Estamos superdañados por todo lo que ha ocurrido, y una cosa es la ciencia y la otra, el arte, que son las dos medicinas que ahora mismo necesitamos. Es contradictorio, porque justo lo que cura el alma es lo que menos se apoya. Va el mundo totalmente al revés y da mucha impotencia y da mucha rabia, pero, bueno, lo único que podemos hacer es seguir resistiendo y, con perdón, seguir dando por saco. Porque no nos queda otra y vienen generaciones después de nosotros, como tu niño, Isa, o mis sobrinos, que tenemos que dejarles el terreno más allanado posible. Porque, jolín, da mucha rabia. Y, además, que luego se apunten un tanto algunos a los que no les pertenece. Entonces, nada: ¡A resistir! ∎