La acogedora sala club del Teatro Victoria Eugenia en San Sebastián no podía ser más adecuada para arropar a los personajes desheredados que pueblan las canciones escritas por Willy Vlautin, para verse abrigado por las melodías sentidas y sinceras de The Delines, para encontrar belleza en la derrota. Con el público sentado en semicírculo alrededor de unos músicos que están al mismo nivel que la platea, cara a cara, la transmisión de la poderosa emotividad y elegancia del repertorio del actual grupo de quien lideró Richmond Fontaine fue inmediata. Esa mezcla perfecta de americana y soul que nunca se decanta del todo por ninguno de los dos géneros, y menos aún por sus respectivos convencionalismos, se crece en los matices, elude los alardes, y encuentra placidez incluso en las historias más dolorosas.
Buena parte de la magia está en la forma de cantar y sentir cada frase de Amy Boone, quien salió al escenario cuando sus compañeros ya estaban tocando, casi tratando de pasar desapercibida. Pero en cuanto empezó a entonar las primeras frases de “Little Earl”, la melancolía soul de su voz, siempre evitando el desgarro aunque cuente historias desgarradas, aportando compasión sin dramatismos, marcó la senda emocional de todo el concierto, con el predominio de los medios tiempos que tan bien tejen y miman The Delines.
“Maureen’s Gone Missing”, más rítmica y tarareable, introdujo otro de esos personajes con nombre propio que protagonizan las letras de Vlautin. No se diferencia mucho de sus novelas en la descripción de ese paisaje de corazones rotos, jóvenes en huida buscando la oportunidad que se les niega, marginados que solo tienen un coche o una casa abandonada para dormir, madres derrotadas que pierden el rumbo de sus vidas, carreteras oscuras y ciudades que se hacen hostiles.
Sin embargo, no hay malditismo ni desesperación en la música que arropa todas esas historias y descripciones. Todo es cálido, comprensivo y balsámico en ese colchón salvador que forman los acordes tan bien elegidos por Vlautin y la modulación de cada palabra y cada tono de Boom, con esa pasión contenida que tan bien domina con su preciosa voz.
Pero no es solo eso. En “That Old Haunted Place” o “Nancy & The Pensacola Pimp” se confirmó el contrapunto múltiple y fundamental que ejerce Cory Gray con un piano eléctrico primorosamente tratado con ecos y trémolos, y con la trompeta que toca simultáneamente, a menudo un instrumento en cada mano, resolviendo por sí solo los sensacionales arreglos de viento que redondean esas canciones en los discos. A veces en tono soul, con momentáneas derivas hacia un Morricone, también hacia el Bacharach más melancólico, o a la gravedad de largas notas a lo Chet Baker para la soledad de “When It’s Three O’Clock” (“son las tres de la mañana / y él no ha llegado a casa”), que impresionó también por los coros susurrados de Willy y Freddy. El batería Sean Oldham y el bajista Freddy Trujillo, que acompañan a Vlautin desde los tiempos de Richmond Fontaine, forman el definitivo e infalible sustento del refugio.
Con esa belleza constante y creciente repasaron otras canciones de su último álbum hasta ahora, “Mr. Luck & Ms. Doom” (2025), como “JP & Me” o la colectiva y contagiosa “Don’t Miss Your Bus, Lorraine”. También nos llevaron a un soleado paseo con baño en un río de su ciudad, Portland, y se permitieron alguna broma con los zapatos de Amy, mientras Willy tomaba la voz solista en “My Blood Bleeds The Darkest Blue”, y recordaban que a veces las mejores canciones estaban en la cara B de los singles, como es el caso de esta tonada adornada con coros como de cánticos de presidiario.
También retrocedieron a su primer álbum con la balada implorante “Calling In”, animaron el upbeat de “Left Hook Like Frazier” con trompeta decididamente pop y alcanzaron ese punto sublime de su repertorio que es “Drowning In Plain Sight”, con la voz y la trompeta a dúo.
En el comienzo del bis, solo con piano eléctrico más una delicadísima armónica tocada por Trujillo, Amy resultó conmovedora cantando suavemente “Walking With His Sleeves Down”, una canción que incluirán en el nuevo álbum que esperan publicar a primeros del próximo año. El piano eléctrico volvió a brillar como base de “Mr. Luck And Ms. Doom” y recuperaron otra canción recóndita, “Don’t Think Less Of Me”, del disco que acompañó a la novela de Vlautin “La noche siempre llega” (2021). Y aún se guardaban una delicatesen: Cory Gray solo al piano y sus cuatro compañeros de pie y unidos formando un coro para despedirse con otra canción nueva, y preciosa, “Dilaudid Diane”. Un lujo y un privilegio poder tener así de cercanos y acogedores a The Delines y sus hermosísimas y terapéuticas canciones. ∎