Un hombre comprometido. Foto: Gerald Jenkins
Un hombre comprometido. Foto: Gerald Jenkins

Entrevista

The The: “Vivimos en una sociedad que niega la muerte”

Compromiso ético, férrea voluntad de exploración sonora, aguda sensibilidad melódica y voluntad de seguir siempre un camino absolutamente propio: esas podrían ser algunas de las trazas que definen a Matt Johnson y su proyecto The The desde que debutó, en 1981. Tras casi 25 años sin publicar un álbum de canciones, ahora ha vuelto con “Ensoulment”, excusa perfecta para charlar con este fascinante francotirador de largo recorrido.

Ha tenido que pasar un cuarto de siglo para que Matt Johnson (Londres, 1961) reactive The The como una banda de canciones pop. “Ensoulment” (Cinéola-earMUSIC, 2024) es su primer álbum –digamos, convencional– desde el año 2000, habida cuenta de que desde entonces había dedicado su tiempo a la creación de bandas sonoras, proyectos híbridos de difícil catalogación y la publicación de puntuales canciones nuevas desde Cinéola, su propio estudio londinense.

El disco llega acompañado de una nueva gira –de momento sin fechas por España, aunque Matt advierte de esa posibilidad para 2025– en la que The The abordan un primer set tocando el nuevo álbum al completo y otro en el que repasan clásicos imperecederos como “This Is The Day”, “Uncertain Smile” o “Slow Emotion Replay”, por solo mencionar tres. Me atiende a través de la pantalla del PC desde su casa en Londres, un par de días después de haber actuado en Dublín. Suena convincente, educadísimo pero tan sobrado de confianza (como siempre, en realidad) que en ocasiones puede llegar a intimidar. Rejuvenecido, pero también más sabio.

Tras 24 años dedicados a las bandas sonoras y al proyecto Cinéola, ¿qué te convenció para volver a grabar un disco de canciones pop de The The?

Bueno, no las llamaría necesariamente canciones pop. No sé cuán populares podrían ser, porque algunas son en clave de spoken word y bastante experimentales. El tiempo pasa muy rápido y no me di cuenta hasta hace bien poco de que estaba a punto de transcurrir un cuarto de siglo. Estuve ocupado y pasaron muchas cosas, tanto personales como en la industria. No me sentía inspirado. Tampoco quise publicar discos solo para ganar dinero o para salir de gira y ganarlo. Necesitaba tener algo nuevo que decir. Un disco importante que añadir a los que ya he hecho. No quiero debilitar mi propio legado. ¿Por qué ahora? Mi hermano mayor, Andrew, Andy “The Dog”, falleció hace unos años mientras hacíamos un documental. Escribí la canción “We Can’t Stop What’s Coming” en 2017 para él. Y volví a encontrar inspiración y motivación en el proceso de volver a escribir una canción, terminarla y cantarla. No había una razón mejor que la de perder a un familiar cercano: me galvanizó y me hizo ser consciente de lo mucho que debo aprovechar el tiempo del que dispongo.

“We Can’t Stop What’s Coming”, del documental “The Inertia Variations” (Johanna St Michaels, 2017).

También falleció tu padre dos años después de tu hermano, en 2018. Y ya habías perdido a otro hermano, Eugene, en 1989, algo que se reflejó en el álbum “Dusk” de 1993. ¿Es la música para ti algo incluso más terapéutico que nunca? ¿Una forma de superar o asimilar el duelo?

Es algo muy terapéutico, sin duda. Cada cual tiene su proceso creativo, pero diría que para mí, mi musa, lo que me impulsa a escribir unas palabras y cantar, es algo parecido a un confidente, un amigo cercano, y es algo que en tiempos de dificultad he tenido la suerte de tenerlo. Es una suerte. La mayoría de la gente no lo tiene. Hay quien incurre en actividades destructivas. Pero yo he tratado siempre de conjurar esa alquimia: crear algo positivo desde algo negativo. Transformarlo. Partir de la muerte de alguien cercano para crear una canción bonita. En su memoria. Al menos lo que yo pienso que es una canción bonita. Y sé que eso además ayudará a otras personas. “Love Is Stronger Than Death”, dedicada a mi hermano Eugene, y “Phantom Walls”, que la escribí por mi madre, así como “We Can’t Stop What’s Coming” o “Where Do We Go When We Die?”, que es del disco nuevo, ofrecerá confort a alguna gente, porque vivimos en una sociedad que niega la muerte. No queremos pensar en ella hasta que nos golpea de cerca. Y la vida se compone de pérdidas. El orden natural es que morirán tus abuelos y luego tus padres y luego tú mismo. Lo que no esperas que ocurra es que un crío se muera, que es lo que pasó en mi familia, y te cambia los esquemas por completo. Es muy difícil sobrellevarlo. Y como esta sociedad niega la muerte, lo que me ocurrió cuando murió mi hermano Eugene, con solo 24 años, es que me sumió en un profundo estado de melancolía, que luego se convirtió en un viaje espiritual mediante el cual traté de encontrar un sentido al mundo que me rodeaba, a mi propia mortalidad y a la de la gente que quiero. Estamos aquí solo por un breve período de tiempo. Ni siquiera sabemos para qué estamos aquí, y creo que la mayoría de la gente quiere averiguarlo. Por eso entender la muerte nos ayuda a entender la vida. Y a apreciarla más.

“We Can’t Stop What’s Coming” era una forma de aceptar que en la vida las cosas vienen como vienen y no podemos cambiarlas, algunas veces de forma fatal. Quizá no tenga nada que ver, pero asocio el mensaje de esa canción con la idea de inercia, que en tu caso plasmaste en el documental “The Inertia Variations” (2017). ¿Crees que estamos predeterminados por el destino o tenemos algún margen para cambiarlo?

Creo que es una combinación de ambas cosas. La vida está repleta de posibilidades y hay un camino para cada uno de nosotros. Y hay un sentido de armonía con nuestra vida mientras lo transitamos y las cosas caen por su peso de forma fácil: conocemos a la gente adecuada y tomamos decisiones correctas mientras caminamos por el sendero que nuestra alma quiere que sigamos. Pero alternativamente se producen turbulencias que nos pueden conducir a conductas destructivas, depresión o negatividad, muchas veces por no haber tomado las decisiones correctas. Sé que esta respuesta puede sonar un poco simplista. 

“Yo he tratado siempre de conjurar esa alquimia: crear algo positivo desde algo negativo. Transformarlo. Partir de la muerte de alguien cercano para crear una canción bonita. En su memoria. Al menos lo que yo pienso que es una canción bonita. Y sé que eso además ayudará a otras personas”

Matt Johnson

Me da la impresión de que tu música vive en su propio universo de referentes, casi en una burbuja. En algunas entrevistas a principios de tu carrera mencionabas a Throbbing Gristle, Cabaret Voltaire o The Normal, pero eso se fue diluyendo con el tiempo. Hay pocas discografías tan autorreferenciales.

Escucho mucha música. Siempre he sido muy ecléctico. Música de todo el mundo y de todas las épocas. Lo interesante de aquella era post-punk de los músicos que has mencionado es que, por oposición al propio punk, en el que todos sonaban igual, todos sonaban diferentes durante aquel par de años en los que yo debuté. Wire, This Heat, Thomas Leer o los que has nombrado sonaban completamente distintos entre sí. Supongo que lo que me inspiró de ellos es la idea de seguir mi propio camino. Fiarte de tu instinto. No copiar a nadie. Ellos no parecían estar copiando a nadie. Ni siquiera entre ellos. También me inspiraron siempre grandes creadores de canciones como Hank Williams, John Lennon, Bob Dylan o Leonard Cohen, por un lado. Y por el otro lado, música experimental alemana y americana. Y diría que incluso una tercera área de inspiración son las bandas sonoras de películas, que siempre me han marcado. En canciones como “Giant”, “Red Cinders In The Sand” o “Good Morning Beautiful” intenté crear sonidos muy cinemáticos. Están esos tres elementos, pero siempre los filtré a través de mi propia experiencia vital para tener el sonido de The The, que creo que no se parece a ningún otro. Y tampoco nadie se parece a él. Es un sonido muy distintivo.

He leído una crónica de tu reciente concierto en Dublín en la que se dice que presentaste “Linoleum Smooth To The Stockinged Foot”, una de tus nuevas canciones, como “el single menos comercial hecho nunca”. Entiendo que no tienes grandes aspiraciones comerciales, pero al mismo tiempo debe hacerte sentir cierto orgullo saber que “This Is The Day” o incluso “Uncertain Smile” o “Slow Emotion Replay” han llegado a tanta gente. Tienen millones de reproducciones en streaming.

Tampoco sé muy bien lo que significa ser comercial hoy en día, porque la industria es muy diferente a la que me encontré hace más de cuatro décadas. Algunas de esas canciones se han hecho famosas con el paso del tiempo. No las concebí como singles de éxito. “This Is The Day” se hizo masiva: está siendo constantemente utilizada en películas, televisión, radio, versiones… pero no fue un éxito cuando salió. Muchas de mis canciones y álbumes han ido ganando repercusión con el paso del tiempo. No sería capaz de escribir un hit ni aunque me pusieran una pistola en la cabeza. Porque no sé lo que es. Así que todo lo que hago es crear música que me divierta tocar y esperar que también divierta o entretenga a otra gente. Solo intento describir lo que siento en un momento determinado, sin tener en mente ninguna connotación comercial. Y con la esperanza de que haya gente que conecte con ella.

Cuestión de alma. Foto: Gerald Jenkins
Cuestión de alma. Foto: Gerald Jenkins

¿Por qué “Ensoulment” como título? ¿Le falta alma a nuestra sociedad?

Lo escogí por varias razones. En primer lugar, contiene la palabra “soul”, que ya estaba en mis dos primeros álbumes, “Burning Blue Soul” (4AD, 1981) y “Soul Mining” (Some Bizzare-Epic, 1983). En segundo lugar, por su significado: el momento en que el alma entra en el cuerpo después de la concepción. Creo que es un concepto fascinante en este preciso momento, con la irrupción de la Inteligencia Artificial. Leí hace poco un informe hecho en Australia en el que el setenta por ciento de la población no puede asegurar si se está comunicando online con la Inteligencia Artificial o con otro ser humano. Y la Inteligencia Artificial se va a volver cada vez más sofisticada. En diez años podrías estar hablando conmigo sin saber que en realidad no soy yo, y viceversa. Estamos en una fase interesante de la evolución del hombre y es lícito que nos preguntemos qué significa hoy en día ser humano. Llegará un punto en el que no sabremos distinguirlos de la Inteligencia Artificial. ¿Qué es lo que nos hace humanos?

Discos como “Infected” (Some Bizzare-Epic, 1986), y “Mind Bomb” (Some Bizzare-Epic, 1989), tenían canciones con letras políticamente explícitas en las que hablabas del choque cultural entre Oriente y Occidente o de los desmanes del intervencionismo norteamericano en el mundo. Me da la impresión de que en este disco las referencias al contexto sociocultural son más sutiles, que necesitas no ser tan explícito.

No estoy del todo de acuerdo, porque una canción como “Kissing The Ring Of Potus”, por ejemplo, es también muy clara en su descripción de la dominación de Washington sobre Europa y los países vecinos. Y del neoliberialismo o neoconservadurismo que empezó a cuajar hace cuarenta años y se filtra en todos los aspectos de la sociedad occidental. “Cognitive Dissident” es un comentario sobre el estado tan orwelliano de nuestra sociedad, donde la derecha es la izquierda, el blanco es negro, hay una inversión de las cosas y nada es exactamente lo que parece. Creo que el posicionamiento está claro, lo que pasa es que no es un sermón. Nunca quise sermonear a la gente. Solo una minoría de mis canciones son políticas. El veinte por ciento, como mucho. Pese a que se me ha etiquetado como un cantautor político, algo que creo que no necesariamente soy. La mayoría de mis canciones son sobre el amor, la vida y la muerte.

“Nunca quise sermonear a la gente. Solo una minoría de mis canciones son políticas. El veinte por ciento, como mucho. Pese a que se me ha etiquetado como un cantautor político, algo que creo que no necesariamente soy. La mayoría de mis canciones son sobre el amor, la vida y la muerte”

Matt Johnson

La mayoría de conciertos de esta gira han colgado el cartel de entradas agotadas hace meses. ¿Te sorprende?

Me sorprendió más con “The Comeback Special”, la gira de 2018, porque habíamos estado dieciséis años sin tocar en directo y fuimos a Portugal, Irlanda y Suecia, aparte del Reino Unido. Esperamos ir al sur de Europa el año que viene. Antes iremos a Norteamérica, Australia, Canadá y Nueva Zelanda, después de pasar por el norte de Europa, y esperamos acercarnos a España e Italia en 2025. Sinceramente, nunca doy nada por hecho. Siempre me siento agradecido y alegre cuando alguien compra entradas para mis conciertos y además se agotan. Aprecio ese apoyo. Lo paso siempre muy bien en Portugal, España e Italia. Me encanta el estilo de vida mediterráneo, creo que me va más que el del norte de Europa, para serte sincero (risas). He tenido la suerte de vivir en Palma de Mallorca, Nueva York, Londres y Gotemburgo.

En los conciertos de aquella gira “The Comeback Special” –que dio lugar a la publicación del doble álbum en directo y DVD del mismo título en 2021, grabado en el Royal Albert Hall– y en algunos de esta misma, “Dusk” es el disco más representado. ¿Crees que es tu mejor álbum?

¡No lo sé! En los ensayos probamos muchísimas canciones, hasta 45, y quise que todos los álbumes estuvieran representados, pero sin pensar en que ninguno prime sobre los otros. Por ejemplo, en esta gira no tocamos “The Beat(en) Generation”. No hay una razón especial, más allá de que las canciones encajen con el estado de ánimo de esta gira en particular. 

Matt Johnson en directo en el Royal Albert Hall, en 2021.
Matt Johnson en directo en el Royal Albert Hall, en 2021.

¿Crees que todos tus discos han envejecido igual de bien?

Sí, al menos por el feedback que tengo por parte del público. Hay a quienes les gusta “Infected” por encima del resto, hay quienes prefieren “Mind Bomb”. Y también quienes optan por “Burning Blue Soul”, “Soul Mining” o “Dusk”. Incluso “NakedSelf” (Nothing, 2000). Varía mucho, la verdad. Creo que todos han pasado el test del paso del tiempo bastante bien.

Me da la impresión de que cantas mejor ahora que hace décadas, sobre todo en directo. ¿Cuidas tu voz de alguna forma?

Canto mejor ahora, sin duda, con más confianza. Cuando estoy de gira no bebo, obviamente no fumo e intento estar en forma y centrado. Soy bastante chapado a la antigua en el sentido de que me preparo igual para un concierto grande que para uno pequeño. Todos los públicos, no importa el número, merecen el mismo nivel interpretativo. Mi banda y yo trabajamos duro para que cada concierto sea el mejor. Nos cabreamos si no es así. Y eso para mí requiere trabajo previo: ya no tengo 20 años y hacer dos sets seguidos es duro. Así que me cuido. Soy una persona con más experiencia y eso me da más confianza, y tengo más cosas que decir que cuando tenía 20 años. Creo que eso se nota. ∎

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