No todo fue de color...
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Revisión

Triana: canciones de cera y calle, lamento y primavera

La muerte en carretera de Jesús de la Rosa en 1983 sucedió cuando pensaba seguir como solista. Esa parecía la dirección tomada desde el exitoso tema “Tu frialdad”, en 1980, más canción de autor que del grupo, que había finalizado en aquel 1983 su segundo contrato por tres elepés. Su figura se ha agigantado a partir de esos seis discos –entre 1975 y 1983– que dejó como legado, incluso para jóvenes que siguen redescubriendo el fuego trianero, esa llama. La bola de admiración hacia Triana sigue creciendo, avalada por reediciones, bandas y discos de tributo, espectáculos, películas, libros, artículos y reclinatorios de redes imposibles de abarcar…

Este año se cumplen 50 de los primeros discos de Triana y Burning, preludiando con dos singles señeros –“Recuerdos de una noche (Bulerías 5x8)” y “Estoy ardiendo”, respectivamente– la explosión de 1975. Se prendían mechas, pero no hay que olvidar que los dos duros años que el cantante y teclista Jesús de la Rosa (1948-1983) pasó en Madrid –con el guitarrista Eduardo Rodríguez Rodway (1945) y el batería Juan JoséTele” Palacios (1943-2001)– hasta publicar el primer elepé en 1975 le sirvieron de coraza. Imagina el año que pasaron ensayando en un garaje, tiesos hasta el desahucio.

De contrastes, azules escondrijos sentimentales entre la calle Feria y la Alameda de Sevilla desembocaron en quejíos de amor y esperanza, letras sugestivas y músicas luminosas. Ellos mismos se endeudaron para la grabación del single y varias compañías rechazaron el disco. Increíble. Sufrieron la estrechez mental de EMI, CBS e Hispavox… hasta la llegada de los hermanos García-Pelayo.

Eduardo Rodríguez Rodway, Jesús de la Rosa y Juan José “Tele” Palacios.
Eduardo Rodríguez Rodway, Jesús de la Rosa y Juan José “Tele” Palacios.

Luminoso recuerdo

En verano de 1974, Triana graban durante dos semanas aquel primer single, utilizando en el estudio Kirios de Madrid el equipo de teclados con que Teddy Bautista acababa de terminar –al frente de Canarios– “Ciclos” (Ariola, 1974), entonces el álbum más caro de la historia del rock español. Curioso: el subsello Gong nace con el primer elepé de Triana debido al éxito inesperadamente masivo de Los Payasos de la Tele, mientras que Bautista agradecía la edición de su doble elepé a Camilo Sesto y Peret.

Teddy les hace también un préstamo fundamental, el guitarrista eléctrico Antonio García de Diego –ex de Franklin y Canarios, se acredita como Antonio Pérez en los discos de Triana–, que se mete por primera vez en ritmos flamencos y resultaría definitivo en su sonido. Al igual que Manolo Rosa, bajista profundo, compañero de Jesús en Nuevos Tiempos. Pero solo en los discos. Triana era un trío. Y como tal firmaron con la misma discográfica dos contratos por tres elepés: total, seis. Flota la duda de si el siguiente lo firmaría solo Jesús.

La cinta de aquel primer single, con “Recuerdos de una noche (Bulerías 5x8)” y “Luminosa mañana”, se la pasa Javier a su hermano Gonzalo García-Pelayo, a quien han dado rienda suelta para crear el subsello Gong en Movieplay. Ambas canciones tienen algo diferente al LP, o así lo reconoce Pepín Fernández, ingeniero medular en todas las grabaciones de Triana, salvo una. Las letras, como en el flamenco, a veces no tienen conexión entre las estrofas dulzonas, cándidas y cercanas, un canto-lamento de sentimiento envuelto en esa“salsa misteriosa” que, según “Tele”, partía de las teclas negras del piano. La revelación agresiva de la batería, la fuerza del rasgueo en la guitarra flamenca y esa voz… que tenía que calentar mucho para alcanzar tonos tan altos como los de “Sé de un lugar”. Ya en la portada de ese primer single había una fotografía de Máximo Moreno, amigo que hasta el final de la década de los setenta envolvería los discos de Triana con sus dibujos y fotos y acabaría por dar imagen al rock andaluz.

Triana canta “Abre la puerta” en el programa ‘Mundo pop’ (UHF, 1976).

1979, bisagra de dos trilogías

El año 1979, con la concesión del triple disco de platino en olor de multitudes, marca un punto de inflexión. Cuatro años por detrás y cuatro por delante. En ese momento deciden largar al portadista, al productor, a los músicos de estudio, al guitarrista eléctrico de directo, al mánager… hasta al apuntador. Intentan el control de su carrera pero el globo va subiendo y dan con LA canción en su cuarto elepé. Los tres primeros –“El patio” (Movieplay, 1975), “Hijos del agobio” (Movieplay, 1977), “Sombra y luz” (Movieplay, 1979)– se publican con carpetas abiertas en intervalos de dos años, terminando la década con un disco más convencional –“Un encuentro” (Movieplay, 1980)– tras el más experimental.

Allí Jesús, que bromeó en los setenta diciendo que nunca haría reggae, dio con “Tu frialdad” y su contratiempo del joven nuevo guitarrista, José María Sagrista. Su cuaderno promocional rezaba: “Ahí van los Triana con su cuarto disco, casi camino del mito, en un país en el que tan difícil es ser mito sin morirse antes”. Vaya. Titulares en publicaciones de la época: “El platino ciega tus ojos”, “Millonarios haciendo la buena música del Sur”… En la pugna con un sector de la crítica, se permitían no presentarse a las ruedas de prensa. Habían dejado las bulerías de lado y tienden al pop, sin las explosiones de júbilo o rabia, abriendo el frasco de esencias y baladas crepusculares con “Tu frialdad” y “Una noche de amor desesperada”; las dudas de “Desnuda la mañana” completan los tres singles de los tres postreros elepés.

¿Cómo se comprende que un grupo prohíba la entrada al estudio del productor? Sucedió con “Sombra y luz”. Conste que el auténtico mánager en la carrera de Triana fue Eduardo, el de más experiencia porque había conocido el éxito con Los Payos.

Y cabe señalar la valentía de, en la gira de 1979, poner por delante a un cantaor por primera vez en la historia ante diez mil personas. Era José de la Tomasa, del tronco del faraón Manuel Torre y amigo de la infancia de Jesús, el único de su generación que cantaba sus propias letras. Mientras Triana ascendía con el agobio se decidió por la autogestión, cuyo fin coincide con el bajón creativo del quinto elepé, “Triana” (Movieplay, 1981).

“En el lago”, en el programa ‘Voces a 45’ de TVE-1 en 1977.

Mazo no mola

Una maqueta grabada por Jesús en 1973 sirvió para que sus compañeros la revistieran y fuera editada –timando al grupo– bajo el título “Tengo que marchar” (Caimán, 1986). Ese mismo año Eduardo publica su primer disco, “Velo de amor” (Fonomusic, 1986), y nueve meses después edita su segundo y último, “Noche y día” (Fonomusic, 1987). Más al sur, desde una playa de Cádiz, se acaba de desquitar con el libro “Triana. A través del aire. El origen y la esencia del grupo andaluz más universal” (Almuzara, 2023), tras el dolor de apéndice de sueños bifurcados: a los veinte años de nacer, “Tele” resucita a Triana. Él había registrado el nombre –voz ronca: “Si Chicago son de Chicago y yo soy de Triana, po…”– e hizo uso de él en actuaciones y discos. A todo esto, hay que recordar que el grueso de los derechos discográficos de Triana va a parar a Argentina.

En 1995 sale la primera antología digitalizada de Triana, “Una historia”, y sorprende vendiendo más de cien mil ejemplares, siendo CD doble. Eduardo arremetió contra el lujoso “Tu frialdad. Homenaje a Jesús de la Rosa” (Fonomusic, 2000), contra su productor y discográfica, que también dejaba fuera a la Triana reconstruida por “Tele”, quien fallecería al año siguiente, a la semana de participar en el homenaje a su querido Silvio (1945-2001). La viuda del batería hereda los derechos del nombre y propone a la banda seguir con un porcentaje para ella, para mortificación del guitarrista, que ve desestimada su demanda. Lo dijo Eva Sáiz en ‘El País’: “El ruido seco del mazo de un juez es el que marca el ritmo de un legado que debería sonar en un ‘patio’”. El grupo contraataca, presenta querella y en julio de 2022 sale el titular: “El Supremo avala el derecho del único miembro vivo de Triana de llamar ‘usurpadores y estafadores’ a los músicos que retomaron la formación”.

De espaldas a los tribunales, como tentáculo vivo entre la frivolidad del fango musical, el (don)aire de Triana se expande desde el universo indie con “Recordando a Triana” (Meridiana-Warner, 2014) –desigual homenaje granadino-sevillano con Antonio Arias, J de Los Planetas, Sr. Chinarro o Maga– hasta el mainstream, con un vídeo de múltiples estrellas a la manera del “Perfect Day”, en este caso “Una noche de amor desesperada”.

“Tu frialdad“ (‘Aplauso’, TVE-1, 1980).

Un ídolo

Jesús de la Rosa murió porque se le desgarró la garganta cuando volvía de un concierto benéfico para ver a su hija recién nacida. Negligencia médica, además. Nadie se acordó de la madre de Jesús, que perdía ya la mitad de sus ocho hijos y moriría cinco años después.

Camarón y Jesús nacieron entre los años cuarenta y cincuenta, crecieron pobres y felices en los cincuenta y sesenta, se abrieron al mundo en los setenta y el mundo se abrió a ellos glorificándolos durante los ochenta y noventa...

En la localidad madrileña de Villaviciosa de Odón (vaya tela el nombre) las tumbas de Jesús y “Tele”, en el mismo cementerio, son visitadas por legiones de admiradores devotos. Triana supone el gran ejemplo de trasvase generacional del sur.“Me han gustado muchos artistas pero nunca he llegado a tener un ídolo fijo, ni creo que los ídolos existan”, se engañaba Jesús a sí mismo en 1978. Él es ídolo. Sembró hace medio siglo, hoy el triunfo de califatos, motoretas y bicicletas lo corrobora… Y Dolorcita –la anciana que aparecía en la portada de “El patio”– sigue avivando el fuego en su cocina de carbón.

“Una noche de amor desesperada” en el programa ‘Retrato en vivo’ (UHF, 1981).

Pasada de libros

Permítanme el uso breve de la primera persona para recordar la biografía del grupo que publiqué en 1997, “Triana. La historia”, un libro-CD provocado por el hueco informativo que los rodeaba por entonces… hasta llegar hoy a la sobreinformación de las docenas de páginas dedicadas a la banda. Para delicia de trianeros se editaba el citado “Triana. A través del aire”, dictado por Eduardo a Pablo Selma, quien documenta, detalla, valora y da lustre a “el ideario”, en estirado texto. Antes se publicó un animado libro anecdotario del mánager Javier García-Pelayo, “Sobre la marcha Vol. 1” (Atlantis, 2020), cuyo corrector salió corriendo en la página 34 y todavía lo están buscando. Tras la publicación de “Historia del rock andaluz” (Almuzara, 2018), de Ignacio Díaz Pérez, que insiste hasta en ocho ocasiones en la defensa moral del nombre de Triana, hay dos proyectos biográficos sobre Jesús, sugestivo el de su propia hija junto a un sobrino, baqueteado escritor de novelas románticas firmadas como J. de la Rosa.

Mientras tanto, la musicología nos asombraba con el detenimiento que Diego García Peinazo aplica a las canciones del trío en “Rock andaluz. Significación musical, identidades e ideología en la España del tardofranquismo y la transición” (Sociedad Española de Musicología, 2017). Para los muy aficionados, la novela-on-the-road “El rock de la calle Feria” (Algaida, 2008). Lo más insólito que me he encontrado sobre Triana está en el intrigante libro de Jesús R. Torrellas Antón “Cunam. La fábrica de Dios” (Atlantis, 2017), que engarza la figura de Jesús de la Rosa en el capítulo “Un genio” a una civilización de hace trescientos mil años, atlante-extraterrestre, afincada en rombo geográfico palentino. Una pasada. ∎

Rock andaluz cruzando generaciones.
Rock andaluz cruzando generaciones.

Agarrado a la cola del viento

10

Llegó el día

de “… Llegó el día” > Movieplay, 1983

Desde el delicado órgano introductorio demuestra cansancio y, cuando todo era más cortito, el atrevimiento de hacer durante 12 minutos la canción de despedida, medio tiempo de vuelta a Procol Harum y Stevie Winwood, paréntesis de coros de niños a lo “Ommadawn” (Mike Oldfield), otro solo de guitarra eléctrica antológico y de nuevo el blues, con premonición de “tragedia por venir”.

09

Diálogo

de “El patio > Movieplay, 1975

Su comienzo es poco habitual, marcado por el bajo, y su final es apocalíptico como aquellos primeros Genesis. Como por su barroquismo recuerda a Nuevos Tiempos, puede hacer pensar que sea el tema más antiguo, también por la bisoñez poética que cubre una voz de quiebros señeros, siendo aquí la guitarra flamenca protagonista como pocas veces.

08

Hijos del agobio

de “Hijos del agobio” > Movieplay, 1977

Psicodelia oscura. Atravesada por una guitarra onda Steve Hackett, de nuevo parten del blues y lo utilizan también en otro éxito del elepé, “Sentimiento de amor”. Hijos del agobio y del dolor, dedicado a la generación del 69.

07

Luminosa mañana

de “El patio” > Movieplay, 1975

Parece comenzar por la explosión final para contrastar con el viento y la aplicación de un sello de la casa, blues por bulería por soleá, palmas básicas y efectos esclarecidos. Con tres brochazos coloreaban un país gris. “Ayer tuve un sueño…”. Como dijo Torrellas: “Aquellas noches artificiales… y hoy, trescientos mil años después, escucho una canción titulada ‘Luminosa mañana’ y sé que Ellos siguen aquí”.

06

Sé de un lugar

de “El patio” > Movieplay, 1975

Majestuosidad, cumbre vocal de Jesús. De curradísima estructura con entrada de epopeya sinfónica, muy por arriba, va cayendo en cadencia de blues, teclados densos y King Crimson: en su libro, Diego García Peinazo deja cinco páginas de comparanzas entre “Epitaph” y esta insólita canción, con gong final.

05

En el lago

de “El patio” > Movieplay, 1975

El gong con el que comenzaban sus actuaciones dejaba un paso vacilón de tientos-tangos, sencillez de arreglos y el prodigio de voz, hasta conseguir un ritmo frenético para un final monumental. Cuenta a su manera la tarde-noche-mañana de un trance lisérgico rematado por mogollón sónico.

04

Una historia

de “Sombra y luz” > Movieplay, 1979

Blues a tres guitarras, entre las que el solo de Antonio Pérez alcanza –entre 2’44” y 3’58”– lo canónico del rock español, gracias, quizá, al sonido que le ofrecía un nuevo amplificador. La contraportada del single dice: “Tema que, con estructura de blues, tiene cadencia de Semana Santa sevillana. Su letra, en la voz y el acento increíble de Jesús de la Rosa, nos transmite un mensaje adolescente poético, fresco, espontáneo y popular”. Impresionante escucharla en la calle, versión banda cofrade.

03

Sr. Troncoso

de “Hijos del agobio” > Movieplay, 1977

Sencillez camuflada en un magnético compás de bulería por soleá, de campanillas, momento emblemático en el que Jesús y Eduardo se acompañan solo de guitarra flamenca, dedicado a un guardacoches de la calle donde el cantante nació. Se callaba y el público la cantaba entera.

02

Recuerdos de una noche (Bulerías 5x8)

de “El patio” > Movieplay, 1975

Una guitarra eléctrica de ensueño y un ritmazo poderoso, embaucador, lo más parecido a Jaki Liebezeit (batería de CAN) por bulerías, sobre el que cabalga la historia espirituosa de la reina de la morería… Subtitulada “Bulerías 5x8”, da una variación a la medida tradicional, con acordes preliminares por seguiriyas. Junto a la canción siguiente, introduce a una generación melenuda en el fascinante compás por bulerías.

01

Abre la puerta

de “El patio” > Movieplay, 1975

Piano, rasgueo de guitarra flamenca, melotrón… El comienzo de su primer elepé surca un terreno inexplorado, en vaivén –“Yo quise subir al cielo para ver y bajar hasta el infierno para comprender”–, encontrando la vía al flotar sobre un ritmo flamenquísimo e hipnótico… Pero suena alucinantemente asequible, sin sobrecargar instrumentos, con Jesús abriendo espacios con su voz y teclados cuando, de pronto, tras la neblina gozosa, guitarra flamenca por bulerías y ese solo de batería, zapateado de la película “Manuela” (Gonzalo García Pelayo, 1976). Impresionante, como la explosión de júbilo con guitarra eléctrica expansiva que pone punto final a esta gran minisuite. Estandarte, canción de cierre en sus conciertos. ∎

Simbiosis y atemporalidad

“El patio”
(Movieplay, 1975)

Tras un proceso de grabación muy vivaracho, modificando sobre la marcha adaptaciones al nuevo sonido, doblando, acentuando… cuando el primer disco se terminó de mezclar el primer día de la primavera los pajaritos se incorporaron a “Todo es de color”, lo único que Jesús canta y no compone de su carrera, de la que esta es La Gran Obra… Con ella sufrieron desaliento por su acogida, vendieron solo 70 copias en los tres primeros meses. Serían los conciertos su única promoción… y el boca a boca: el título es sugerido por posterior aclamación popular.

“Hijos del agobio”
(Movieplay, 1977)

Su segundo elepé es más rabioso, desde la portada, también onírica, de pesadilla. El ritmo por bulerías se va relegando a “Ya está bien” y a guiños como en “Del crepúsculo lento nacerá el rocío”: el primer tema que compone y canta Eduardo encierra un sublime momento instrumental cuando Antonio se dobla a la guitarra. Les sale un disco conceptual, matizado por Máximo Moreno, aunque “Sr. Troncoso” fuera una de sus primeras composiciones. Siguen cuidadosos e innovadores en el estudio y, de premio, entre 1977 y 1979 son, junto a Companya Elèctrica Dharma, los que más venden y actúan en España.

“Sombra y luz”
(Movieplay, 1979)

Lo graban durante tres meses en un lujoso estudio a mesa puesta, emborronada por las apostillas vocales en la canción titular de Miguel Ángel Iglesias –auténtico hijo del agobio– y su búsqueda de claroscuros. En la parte luminosa están las bulerías “Quiero contarte”, donde aparecen las constantes del pájaro de alas blancas, puertas que se abren o estrechan y profundos sueños; además, el concepto sacro de la carpeta redondea momentos de máximo esplendor.

“Un encuentro”
(Movieplay, 1980)

Se deciden por el misterio en la portada y la ralentización (“Cae fina la lluvia”). Es más acústico y de menos riesgo, más piano y órgano, y sin bulerías. Es más oscuro. Pero incluye “Tu frialdad”. Y la voz de Jesús es algo único… aunque haga un bolero y él bromee diciendo que es una rumba. Tras este elepé lanzan el doble recopilatorio “5º aniversario” (Movieplay, 1980), alcanzan el medio millón de elepés vendidos y lo celebran en “Triana” (Movieplay, 1981) llegando a hacer una canción discotequera, “Corre”, pero también el último himno, ahora de guitarra Knopfler: “Una noche de amor desesperada”. Coincidía con un desastre internacional, grupos de rock sinfónico cayendo en el pop acolchado. ∎

Como complemento de esta Revisión, Luis Clemente selecciona esta exclusiva playlist de Triana.

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