Estación de cambios. Foto: Alfredo Arias
Estación de cambios. Foto: Alfredo Arias

Entrevista

Yawners: “Ahora digo lo que pienso, y cuanto más claro, mejor”

Elena Nieto, bajo el nombre de Yawners, presenta “SUPERBUCLE”, su tercer álbum de estudio. A través de un recorrido que va de la euforia al desencanto, traza un relato cíclico sobre el crecimiento y la aceptación. Su sonido evoluciona con ella: deja atrás el pop punk más californiano para adentrarse en un terreno más amplio y matizado. Y, esta vez, casi todo en castellano.

“SUPERBUCLE” (Montgrí, 2025) es el tercer álbum de Yawners, uno en el que la salmantina Elena Nieto dice adiós a su adolescencia tardía y abraza una nueva etapa vital. Entendiendo, pese a todo, que las preocupaciones siempre son circulares. Hay un eco de reconocimiento en cada nota de “SUPERBUCLE”, un ciclo que se repite y en el que todos hemos estado alguna vez. Desde la euforia de “Un día genial”, primera canción del álbum, hasta el desencanto de “Un día horrible”, que cierra el trabajo, Yawners traza un recorrido que no es lineal, sino cíclico: un loop interminable de crecimiento, duda y reafirmación.

Atrás quedaron las comparaciones asfixiantes y la necesidad de encajar: con sus 32 años, Elena Nieto regresa a la forma genuina en la que componía en su adolescencia, a la vez que se aleja de esos primeros referentes juveniles que la convertían en la mayor abanderada del pop punk californiano en nuestro país. Se rencuentra con sus orígenes en lo emocional, se aleja en lo sónico: la vida no es un único loop, sino varios que se entrecruzan. En cualquier caso, donde antes había preguntas sobre el éxito y la validación externa, ahora hay una satisfacción sincera por el camino recorrido. Consecuencia directa es la presentación de un trabajo (casi) íntegramente en castellano, en el que Nieto termina de reconciliarse con su lengua materna a través de una poesía rutinaria y cotidiana: los detalles más minuciosos del día no se pueden traducir.

En este nuevo capítulo, el sonido se expande y se vuelve más complejo, más rico en matices: Yawners deja de ser ese proyecto de poso rock angelino para introducir violines, sintetizadores y alguna que otra programación electrónica. Mantiene el gusto por el hardcore y por el emo, pero abraza hacerse mayor: la música de skaters deja paso a algo más meditativo. Crece, y en todos los niveles: “SUPERBLUCLE” es una coedición de Montgrí con Counter Intuitive Records en Estados Unidos, Canadá y Reino Unido e Inpartmaint Inc. en Japón. No solo operan muchas manos en lo discográfico, sino también en la propia grabación: producen Santi Garcia, Emili Bosch o Juan Pedrayes, y mezclan David Soler y Marcel Bagés. Yawners, de todos modos, es una única persona, aunque de ese bucle del que habla podamos haber participado todos.

“Merienda-cena”, vídeo realizado por Pau Garriga.

Tu nuevo trabajo se llama “SUPERBUCLE” y es un bucle en sí mismo. Su primera canción es “Un día genial”; la última, “Un día horrible”…

Creo que estoy metida en el mismo bucle en el que está metida mucha gente, que viene dado, sobre todo, por pasar de una etapa a otra. Siento que he estado en esa posadolescencia alargada en la que está todo el mundo, y ahora estoy yendo a una etapa de más adultez. Estos, claro, son momentos de plantearte muchas cosas, o de no tomarte en serio muchas cosas que antes te creaban muchas inseguridades… Todo eso ahora ya me da completamente igual. Ese es el bucle. El hecho de comenzar con “Un día genial” y terminar con “Un día horrible” cuenta una historia sobre el comportamiento humano, sobre que muchas veces las cosas que nos pasan o los pensamientos que tenemos, que creemos que son muy genuinos y muy únicos, en realidad le pasan a todo el mundo. Igual que te han pasado a ti. Es todo bastante replicable, y yo lo que he intentado es reproducirlo a través de una serie de historias muy literales, como suelen ser mis discos. Este bucle me ha pasado a mí, pero le puede pasar a cualquiera. Le ha podido pasar a mi madre hace 40 años o le puede pasar a alguien dentro de 200.

¿Cuántos años tienes?

32.

¿Y cuáles son esas cosas que antes te importaban muchísimo y con 32 ya no te importan?

Uy, pues por ejemplo, dentro de la música, solía compararme mucho con otros grupos. Creo que eso es algo que le pasa a mucha gente, y te hace darle muchas más vueltas a las cosas. Pensaba “¿por qué fulanito ha tocado en 20 festivales y yo solo en 10?”.

Era más una cosa de preguntarse por qué tu proyecto no funcionaba tan bien, ¿no?

Sí, cuando al final te tienes que centrar realmente en analizar si lo que estás haciendo te gusta o no. Ahora pienso: “sí, el disco que he hecho me gusta mucho, estoy satisfecha”. También puedo estar satisfecha con los fans que tengo, no hay que darle tantas vueltas.

“Creo que estoy metida en el mismo bucle en el que está metida mucha gente, que viene dado, sobre todo, por pasar de una etapa a otra. Siento que he estado en esa posadolescencia alargada en la que está todo el mundo, y ahora estoy yendo a una etapa de más adultez. Estos, claro, son momentos de plantearte muchas cosas”

Elena Nieto

Ahora que me lo estás contando, es como si con este disco hubieras pasado un proceso de aceptación, o de aprender a lidiar con las propias expectativas. Sin embargo, el álbum empieza en el optimismo y termina en el pesimismo…

Pues, precisamente, aunque sea un poco paradójico, no importa dónde está el final y dónde está el principio, porque es una historia que se repite y es interminable. Comiences en el punto en que comiences, te va a dar igual: vas a acabar pasando por cualquiera de las etapas, ¿sabes? Al final la elección de empezar con “Un día genial” era indiferente, pero me parecía una mejor canción para empezar un disco, a nivel musical.

Si todo es un bucle, ¿todas estas inseguridades de las que hemos hablado hace un momento crees que van a volver?

No, tía, estoy segura de que no, porque además creo que eso va muy de la mano de… yo ya no puedo desaprender lo que he aprendido, y no creo que vuelva a tropezar con las mismas piedras con las que ya he tropezado, porque son muy grandes. Veo bastante la luz ahora, ¿eh? Más que, por ejemplo, con el segundo disco. Tampoco es un tema de ambiciones ni pretensiones, sino de felicidad y de tranquilidad. A mí al final me va bien, tampoco hay que amargarse demasiado.

¿Crees que tiene que ver con los entornos musicales en los que te has movido? Quiero decir, creo que depende mucho del equipo con el que estés en ese momento: puedes estar superbien con algo y que de repente alguien te diga que deberías aspirar a más con eso mismo…

A ver, dentro de la industria, como también he trabajado “a nivel currar” (fuera de su proyecto musical), me he encontrado con cosas supertóxicas, con personas cuya ética de la música es supercuestionable. Sí, es verdad que he intentado alinearme en sitios cuya filosofía casa más con la que yo tengo. Al final la música no deja de ser una industria artística, no estás vendiendo chorizos. Si le das más importancia a la industria que a la música ya la estás cagando, porque estás dejando de lado lo que es más importante, que es lo genuino de la creación en sí misma. Ahora estoy más tranquila, no sé si es por estar con Montgrí, pero también coedito con sellos de Estados Unidos y de Japón, que tienen un rollo muy guay con el que estoy muy cómoda.

El bucle de Elena Nieto. Foto: Alfredo Arias
El bucle de Elena Nieto. Foto: Alfredo Arias

¿Editar en Japón y en Estados Unidos implica girar por Japón y en Estados Unidos?

No estrictamente, pero facilita mucho. Con el disco anterior fue un poco rollo, porque con el tema de la pospandemia era imposible. Ahora el plan con este es hacerlo, claro, pero hay que trazar todo un plan de viabilidad, porque además en Estados Unidos se está poniendo peor la cosa. Por el lado contrario, Japón está cada vez más aperturista con esto.

Me resulta curioso que, ahora que tienes la oportunidad de hacer estas giras, por la infraestructura que tienes, decidas cambiarte por completo a cantar en español.

Cuando empecé a escribir canciones me salían naturalmente en inglés. Eso tenía que ver, creo, con mis influencias directas, porque cuando empecé a escuchar música no escuchaba música en castellano. Para mí era natural cantar en inglés. Ahora tampoco es que escuche mucha música en castellano, pero, no sé, creo que me siento más cómoda expresando los mensajes en mi lengua materna. Va un poco de la mano también con sentirme más segura conmigo misma y decir adiós a cosas que me rayaban. Ahora digo lo que pienso, y cuanto más claro, mejor. Y, de hecho, a mi sello de Estados Unidos le encanta, porque además allí hay una comunidad de hispanohablantes que flipas. Y a los japoneses, como son tan frikis, les cantas en suajili y vibran.

¿Crees que el cambio idiomático tiene que ver también con hacerte mayor? Porque al final hablas mucho de costumbres, hablas de llamar a tu padre, hablas de estar en Año Nuevo con tus colegas, ¿no? Es muy rutinario todo.

No sé si tiene que ver directamente con eso, pero ahora que mencionas estas situaciones tan cotidianas… pues sí, en mi cabeza tiene más sentido contarlas en el idioma en el que me relaciono, ¿no? Ahora que lo dices, se me haría raro contar esto de mi padre en inglés. Mi padre no habla inglés.

“Cuando empecé a escribir canciones me salían naturalmente en inglés. Eso tenía que ver, creo, con mis influencias directas, porque cuando empecé a escuchar música no escuchaba música en castellano. Para mí era natural cantar en inglés. Pero, no sé, creo que me siento más cómoda expresando los mensajes en mi lengua materna”

Elena Nieto

Hay una única canción en inglés en el disco, “Self-diagnose”, ¿por qué solo esta?

Esta canción la soñé. La soñé entera y al día siguiente la grabé. La soñé en inglés, con los arreglos de piano y tal, y después de haber grabado la demo me parecía mal cambiarla. Me parecía mancillarla. Si ya me la imaginaba así, pues que se quede en inglés. Y consiste en hacer un poco de introspección: tengo que autodiagnosticarme, que alguien me ayude porque es muy difícil hacerlo sola.

¿Sueñas más canciones?

No, tía, es la única vez que me ha pasado. Además, heavy, porque me acordaba de todo el estribillo, de las dos estrofas...

Y no te pasó que pensaste “¿y si ya existe?”.

Sí, es lo primero. Estuve como dándole una vuelta y tal, pero no, no. Y es la única vez que me ha pasado en la vida. Y fui al estudio, que en mi casa tengo una habitación…

Sobre el tema del estudio. El disco está coproducido con muchísima gente, pero en realidad la productora eres tú. ¿Cómo es hacer algo tan colectivo como es el rock tú sola en tu habitación?

Yo lo que hago en mi casa es la preproducción de todas las canciones y la composición de todos los arreglos, voces y armonías. Las baterías no me queda más remedio que pintarlas. Todo eso lo he llevado después al estudio: con Santi Garcia en algunas canciones, con Emili Bosch en otras. Ahí lo que hacemos es buscar sonidos, porque, claro, mi plugin de un JCM800 (modelo de amplificador Marshall) suena peor que un JCM800 de verdad. Hemos concretado todo y hemos grabado las baterías, que en este caso las ha tocado Joan de Cala Vento.

Siempre buscando. Foto: Alfredo Arias
Siempre buscando. Foto: Alfredo Arias

Este disco yo lo noto muchísimo más relajado, por ejemplo, que “Duplo”. Es más tranquilo, tienes violines, sintes, baterías virtuales… has metido más electrónica.

Sí, a saco, sí.

¿Y cómo, después de toda la vida abanderando a blink-182, te has ido por este camino?

Precisamente por cambiar, por refrescarme yo también un poco y ponerme un poco a prueba. También influye mucho que la mezcla del disco la han hecho Marcel Bagés y David Soler, que son dos personas que no mezclan rock, sino cosas mucho más contemporáneas. Su grano de arena se nota mucho en el resultado.

Claro, a mí me ha parecido superpop, con sus guitarras y sus cosas, pero un álbum de pop al fin y al cabo.

Sí, sí, estoy de acuerdo. Y yo creo que es por esto, por el enfoque que también le han dado ellos a nivel de sonido, porque los dos discos anteriores los mezcló Santi Garcia, que es muy purista del rock, del hardcore y tal. A mí me flipa ese sonido, pero ya hice dos discos así.

Aun así, se sigue mencionando a Weezer como el referente máximo de Yawners. ¿No te cansas de seguir teniendo siempre el mismo referente o de que te pregunten siempre por lo mismo?

Es que lo dije una vez. Hice la canción de “Rivers Cuomo”, porque a mí Weezer es un grupo que me flipa, y a Rivers Cuomo lo admiro mucho como compositor. Es una de las grandes bandas de mi vida, pero hay muchas otras. Todo el mundo se quedó con el chascarrillo de “ay, no, le encanta Weezer, es su pasión y tal”. Y ahora todo el rato con Weezer para arriba y con Weezer para abajo.

¿Sientes que es un capítulo de adolescencia que no te están dejando cerrar?

Bueno, no sé, porque al final Weezer lo empecé a escuchar más en mi veintena incluso. En la adolescencia escuchaba cosas que dan más vergüenza, como blink-182 y esas cosas. Pero, bueno, sigo escuchando Weezer y lo disfruto mucho, aunque sí que es verdad que... es que este ya es otro disco, coño.

“Yo me introduje en la música escuchando punk rock y punk pop californiano. Para mí esos géneros son muy de allí. Decir esto es un poco peliagudo, pero muchos de los grupos que hacen eso y no son de allí parecen un ejercicio de estilo”

Elena Nieto

Y en este disco, ¿qué es lo que has escuchado?

A ver, ahora últimamente escucho más cosas más folkies. Le he dado mucha caña a Phoebe Bridgers o a Waxahatchee. Evidentemente cosas más tranquis, aunque ya veremos cómo se traduce el disco al directo, que luego todo crece mucho.

Hoy, que en nuestra escena musical está muy presente la muletilla de que “vuelve la música de guitarras”, tú, que has estado en la música de guitarras toda la vida, decides alejarte un poco de eso.

Ay, sí, qué pesados.

Como experta, ¿vuelve la música de guitarras?

Yo creo que eso es una frase que dice la gente cuando no sabe qué decir, ¿no? O eso, o que la gente está ciega. Porque, a ver, sí que es cierto que ahora, por ejemplo, Carolina Durante abandera un poco esta nueva generación de indie rock.

Pero ellos ya son mayores…

Sí, correcto. Yo creo que las guitarras han existido siempre, en los noventa, en los dosmiles, en los dos mil dieces y ahora. Lo que sí que puede estar habiendo es un relevo de los grupos que encasillabas en el indie, que están un poco más de capa caída, por grupos más actuales. Estos traen consigo sonidos un poco más diferentes.

“Las horas pasan”: memoria de imágenes pasadas.

Aunque, como me decías, cuando eras joven tú no tenías esas bandas aquí en España para tomarlas como referentes.

Yo me introduje en la música escuchando punk rock y punk pop californiano. Para mí esos géneros son muy de allí. Decir esto es un poco peliagudo, pero muchos de los grupos que hacen eso y no son de allí parecen un ejercicio de estilo. No quiero generalizar, pero ¿qué te va a molar más, un guitarrista de flamenco de aquí o uno de un sitio que no tenga nada que ver con la zona cultural donde eso se gesta?

Pero a la vez estás tú haciendo aquí eso, ¿no?

Total, total. Pero es algo que quiero hacer y no puedo evitarlo. De ahí viene un poco la sensación de impostora, el bucle…

En “La estrella eres tú” hablas precisamente de ese bucle y de haberte planteado dejar la música. ¿En qué momento del ciclo te encuentras ahora?

Ahora estoy bastante en paz. En el proceso de grabar el disco hay muchos baches que te hacen plantearte las cosas. Sobre todo cuando el proyecto tiene el tamaño que tiene Yawners. No estás ni arriba del todo ni abajo del todo, es como un limbo. Ahora estoy tranquila, ¿eh? Pero me preguntas dentro de un año e igual no te respondo lo mismo. ∎

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