Tras su turno, una buena tanda de canciones de Linton Kwesi Johnson amenizó la llegada de los que faltaban, aunque Fermin Muguruza y los suyos –Lide Hernando (guitarra y voz), Miryam “Matah” (voz y coros), Víctor Navarrete (bajo), Gerard “Chalart 58” (percusión y dub), Xabi Solano (trikitixa), Jon Elizalde (trombón), Aritz Lonbide (trompeta), Igor Ruiz “Fino” (saxo) y Gloria Maurel (batería)– también fueron muy puntuales. Primero entró la banda, con atavío-homenaje a la cultura skin, para tocar “Maputxe” ya con un sonido potente y matizado, con los metales bien brillantes marcando ese tono netamente jamaicano con que hilarán la mayoría del concierto.
El principal protagonista de la velada entra en escena para acometer “Urrun” y “Eguraldi lainotsua iriburuan” justo después de dar la bienvenida al “aquelarre antifascista”, gritar “¡No pasarán!” y desatar definitivamente la energía acumulada –bajo los focos y frente a ellos– durante años de espera. Sonriente pero muy concentrado, Muguruza dosifica la entrega sin caer en la cicatería y se apoya en los músicos y coristas con inteligencia. Baila, jalea y se dirige a los presentes con su característica vehemencia, introduciendo parlamentos reivindicativos cuando el guion lo exige. Los primeros acelerones llegan vía Kortatu con “Hay algo aquí que va mal” y la emblemática “La línea del frente”, que activa las miles de gargantas presentes y sube la temperatura del recinto unos cuantos grados. Con el termostato de la calentura ya bajo control, recuperamos el resuello en la mecedora reggae de “Berlin-Ulrike Meinhof”, rematado por un ragga atómico de “Matah”, mientras que “In-komunikazioa” apela al espíritu ska de las primeras grabaciones de Kortatu, con Elizalde luciéndose con las varas. Cuando las cegadoras iluminan la pista se ve por primera vez la magnitud de la conexión y el chavalote que baila como puede delante de mí confiesa sentirse encerrado entre asiento y asiento. Otra vez Kortatu –“Desmond Tutu”–, otra vez los metales que son de oro –“Newroz"– y Muguruza cantando la mar de bien, para ceder el micro en el tramo final del tema a la aguda tesitura de una Lide Hernando que todavía tendrá mucho protagonismo.
Fermin decide abortar el ska-punk de “Big Beñat” al poco de empezar para saludar al millar de personas que han viajado desde el País Vasco para acompañarlo. No pasa nada, volvemos donde lo dejamos y culminamos uno de los picos festeros de la noche. Ese es el nivel. La primera hora de concierto va a terminar como es debido, en modo clímax, después de “Azoka eguna” y “Euskal Herria Jamaika Clash”, con Kortatu otra vez en boca de todos gracias a “A la calle” y “La familia Iskariote”. Me cuesta más conectar con estas últimas, creo que han envejecido mal o puede que sea yo quien lleve regular el paso de los años, pero reconozco que el recuerdo a Iñigo sí me pone un nosequé en la laringe que desaparece poco después, con los Tremenda Jauría acompañando en escena, gracias a una “Nicaragua Sandinista” que es recibida puños en alto mientras se vuelve a imponer la alegría, vuelan los minis y aprieta el pogo.
La llegada de una de nuestras pioneras skatalíticas, Begoña Bang Matu, es otro culmen de emotividad que ella remacha en clave góspel con la tradicional “Down To The River To Pray” antes de compartir con su anfitrión “Black Is Beltza”, como antesala de otro arreón impío, el de “After boltxebike”. Durante el siguiente avituallamiento de oxígeno, el león asmático de Irún menta al negligente Mazón para agradecer el apoyo de los 500 valencianos que han viajado a Madrid, y es entonces cuando entra en juego el legado de Negu Gorriak con una demoledora “Hiri gerrilaren dantza” y ni siquiera el involuntario y transitorio unplugged sufrido por Lide Hernando rebaja las intensidades, que siguen creciendo con el guiño a Dut de “Bidasoa fundamentalista”, la colaboración del bertsolari Jon Maia esta vez en castellano, una “B.S.O.” cercana al dub y esa “Itxoiten” con la triki de Solano añadiendo una capa de electricidad diatónica de tono guitarrero. No será la última vez que el acordeonista ocupe sitio preferente bajo los cañones de luz, porque introdujo el bis tocando “La Internacional” con miles y miles siguiéndole en el canto, pero antes del parón descargaron el clásico de Toots & The Maytals “54-46” y la supersónica “Etxerat!, llamaron a Carlos Non Servium para engorilar un poco más “Zu atrapatu arte” y volvieron a los mejores pasajes del credo Negu Gorriak vía “Kolore bizia” y “Radio Rahim”.
La última media hora de concierto empezó suave con una versión de Otis Redding –“Errespetua”–, otro vestigio de los Kortatu primigenios –“El último ska de Manolo Rastamán”– que tampoco se puede decir que sumara, y el himno independentista de Pantxoa eta Peiok “Lepoan hartu ta segi aurrera”, pero creció enseguida gracias a “Gora Herria” –el pogo se había extendido a todas partes a estas alturas– y culminó con “Sarri Sarri”, en la que participó la actriz Itziar Ituño. ¿Previsible? Sin duda, pero visto lo visto durante su interpretación cuesta pensar en un lacito más adecuado a este encuentro en el que lo celebratorio se impuso con autoridad. Habrá nuevas oportunidades para verlo y sacar más conclusiones, aunque solo algunas en nuestro territorio: 15 de marzo en Santiago de Compostela, 10 de mayo en Mérida, 14 de junio en San Sebastián y, como decíamos, el 4 de octubre en Pamplona. ∎