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Desmontando a Lawrence

Lawrence ha forjado su improbable carrera musical sobre algunos principios inamovibles. Por ejemplo, no le gusta dormir fuera de casa y menos en el extranjero, donde no tiene escapatoria. Meritoriamente, la editorial Contra ha logrado traerle no sin estrés pretraumático en el aeropuerto –la superestrella de las calles no aparecía– y en formato de dúo cuasi cómico junto a Will Hodgkinson para promocionar el estupendo libro “Superestrella de las calles. Un año con Lawrence”. Asistió al acto José Manuel Caturla, fan irredento del que fuera líder de Felt, y reflexiona aquí sobre el encuentro.

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M

artes, 16 de septiembre de 2025. Son las siete de la tarde en el Palau de la Virreina, robusto edificio barroco reconvertido en Centre de la Imatge y sede del área de cultura del Ayuntamiento de Barcelona. Los muros del nº 99 de La Rambla, uno de los epicentros simbólicos del cosmos condal, albergan la Àliga y los renacentistas Gegants de la Ciutat, cuyos hieráticos rostros observan el ir y venir de los no menos llamativos indies. Dentro del insípido Espai 4 está a punto de celebrarse un nuevo hito en el interminable book tour de “Superestrella de las calles. Un año con Lawrence” (Contra, 2024) que su autor, el periodista británico Will Hodgkinson, y Lawrence, el creador de Felt, Denim, Go-Kart Mozart y Mozart Estate, iniciaron el año pasado. El evento es gratuito, limitado en aforo y goza de traducción simultánea en catalán para quienes no entiendan el inglés. La sala ya está a reventar cuando entran los extravagantes ponentes acompañados de Kiko Amat, escritor de Sant Boi de Llobregat de recios tatuajes, bigote recortado como en los Tercios de Flandes y la fundada sospecha de que la audiencia sabe menos inglés del que declara. Lo primero que hace Lawrence es pedir a quien le entienda que levante la mano. Si hay algo que hace bien desde el colegio es escribir. La pérdida de significado lo obsesiona.

Lawrence, Will Hodgkinson y el moderador Kiko Amat. Foto: Francesc Gonzalo
Lawrence, Will Hodgkinson y el moderador Kiko Amat. Foto: Francesc Gonzalo

Oblongo y flexible como un palo de regaliz –la base de su dieta, según las escrituras; ni eso durante sus fugaces andanzas por La Boquería y el Barrio Gótico–, a Lawrence se le ve perfectamente en forma. Pero el tiempo no pasa en balde y en ningún momento retira de su céreo frontispicio las gafas de sol que exhibe a lo Sarita Montiel –del art rock– ni esa icónica gorra que alguien le fabrica bajo secreto. Sus músculos risorios, los depresores del ángulo de la boca y las arrugas peribucales son su carbono 14 particular. El relativo éxito de Mozart Estate aún no le da para bótox. Sí para echarse, aparentemente, una novia cuarenta años más joven que él, la modelo francesa y actriz en alza Eva Yelmani, protagonista del videoclip de su nuevo single “Summer Is Here”, dirigido por Douglas Hart. La vida al fin sonríe a Lawrence.

Justo antes de comenzar la sesión aparece un rostro que resulta familiar. Es Angels Bronsoms (presentadora del mítico programa ‘Estoc de pop’, de TV3, entre 1984 y 1985), la periodista gerundense que en 1985 quiso cazar al tipo con peor suerte del pop británico. Will me comenta al final de la charla que no se veían desde aquel año. Puede que las fechas bailen, pero quienes no parece que vayan a hacerlo nunca más son ellos dos. Bronsoms fue la primera en intervenir tras la charla. Su pregunta fue directa al frío corazón de Lawrence: “¿Qué precio ha pagado por ser como es?”.

La pregunta punzante de Angels Bronsoms. Foto: José Manuel Caturla
La pregunta punzante de Angels Bronsoms. Foto: José Manuel Caturla
Lawrence sigue anhelando “llevar 300 libras en el bolsillo”, pero en realidad no admira tanto a estrellas del pop como David Bowie sino a los artistas malditos. Nick Drake, con quien se comparó y distanció con habilidad, es uno de ellos, pero Lawrence no quiere que se le reconozca cien años después de muerto, sino ahora. La réplica fue clara. Nunca quiso fundar una familia o tener hijos. Ya hay demasiados chapoteando en la finitud. Su mayor fracaso consiste en no haber podido vivir profesionalmente de la música sin penurias, grabando regularmente con buenos productores y mejores músicos de sesión. Lo atribuye a factores exógenos como no haber tenido nunca un mánager de verdad y a otros sobrenaturales como la mala suerte. Su carácter, adorable y potencialmente temible como un gremlin, también tiene mucho que ver. En un momento de la tarde rememora los lagrimones que le caían por el rostro a John Leckie durante las sesiones de “Back In Denim” (Boy’s Own, 1992), primer álbum de su proyecto britpop, Denim. Lawrence afirma no estar orgulloso del episodio mientras Will niega con la cabeza entre las risas cómplices de los asistentes.

Firmando tras la charla. Foto: Francesc Gonzalo
Firmando tras la charla. Foto: Francesc Gonzalo
Tras el mencionado turno de preguntas llega el momento de los autógrafos. Will Hodgkinson observa con elegante estoicismo y un boli por descorchar en la mano cómo los fans centran su interés en el excéntrico compañero. Puesto que no llevo conmigo una copia del libro ni nada sobre lo que nadie pueda estampar una firma, tengo que presenciar cómo las deseadas postales, cuartillas y flyers que Lawrence había sacado de una bolsa –mercancía promocional de su próximo álbum, “Tower Block In A Jam Jar”– volaban desconsoladamente hasta que el último rendido seguidor terminó y pude arañar una triste postal con la leyenda “Yes, I met Lawrence” en la que estampó apresuradamente su nombre. Mi decepción aumentó exponencialmente al recordarle que en 2012 lo entrevisté en su apartamento de Londres. No solo no se acordaba, sino que acusó un gesto de lacerante indiferencia que quiso reponer piadosamente preguntándome dónde podía comprar ropa vaquera en Barcelona. Sabe muy bien que los fans somos capaces de cualquier cosa. ∎

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