fortunadamente nunca me han pedido que firme un manifiesto, pero hoy me gustaría mucho sumarme a uno a favor de la actriz Karla Sofía Gascón. Podría ser un crowdfunding para que yo me fuera a Los Ángeles. Me sentaría en aquella avenida tan concurrida de la ciudad en la que David Lynch se sentó junto a una vaca para que los académicos reconsideraran y nominaran a Laura Dern por su película “Inland Empire” (2006). Ya no quedan directores de cine como David Lynch ni queda misericordia para los idiotas. Hace años Karla Sofía Gascón estaba (imagino) aburrida (por ejemplo) esperando en la puerta del colegio y cometió la idiotez de abrir el entonces Twitter y ponerse a opinar.
Todo antes era mejor; cuando te aburrías esperando el autobús simplemente encendías un pitillo. Es cierto que el tabaco mata, pero también mata socialmente tuitear (idioteces). Escribió sobre anatemas del siglo XXI: George Floyd, vacunas, Islam y (con la Iglesia hemos topado) sobre una ceremonia de los Óscar que a ella le pareció un chiste de lo inclusiva que era, que faltaba su primo el cojo, dijo ella en ese tuit que, como los otros (muchísimos, la verdad), ha borrado como a ella la ha borrado Netflix del cartel de “Emilia Pérez” y el mundo a ella sobre la faz de la Tierra. Me pregunto cuál es el tuit que más ha ofendido a Hollywood y qué pensará de todo esto Donald Trump.
Gascón, tras intentar defenderse con un palito de naranjo ante una buldócer de trece toneladas, ha dicho que se retira a la cueva para no perjudicar más ni a la película que dirige Jacques Audiard ni al equipo que ha trabajado en ella. Y a todo ese equipo le ha parecido bien dejar el cadáver de la actriz detrás, como a los elefantes viejos cuando la manada tiene que seguir su camino y casi preguntándole “¿Pero usted quién es, señora?”. Y aquí es cuando yo abro crowdfunding para irme a sentar en Hollywood Boulevard esquina con La Brea Avenue y pedirle al mundo menos hipocresía y un poco de piedad con los idiotas, con los bocachanclas, con los que creyeron que tenían un chiste genial entre las manos que el mundo debía conocer y lo conoció. Pido la posibilidad de redención, vamos Hollywood, que tú de eso sabes, eso sí, por ahora, con tus hombres y mujeres cis y blancos.
Seguramente Karla Sofía Gascón, aunque haya hecho historia con su nominación al Óscar a mejor actriz siendo una mujer trans, nunca fue la mesías que durante una temporada muchos nos han hecho creer que era ni tampoco ahora sea la gran villana que silenciar. Pertenecer a colectivos maltratados o minoritarios no garantiza tener conocimientos históricos, políticos o sociológicos sobre ellos ni tampoco sobre política internacional, ni sobre vacunas, ni sobre movimientos sociales en general, y muchísimo menos garantiza que seas buena persona, son cosas autónomas. Y resulta que para el Óscar hace falta todo eso. En todo caso creo que igual no es tan grave lo de la cancelación cultural, al fin y al cabo venimos de cosas peores: en 2015, por meterse con el Islam doce personas fueron asesinadas en la sede del semanario satírico ‘Charlie Hebdo’. Ahora solamente son erradicadas de los carteles. ∎