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Firma invitada / Memoria y fantasía

Vida de escritora

H

acer un altito en el camino para pararse a pensar en asuntos de libertad, igualdad y arte es algo que siempre le viene bien al alma humana. Eso fue lo que me ocurrió cuando recibí un mensaje de mi profesora y amiga Amelina Correa donde me informaba de que hasta el 5 de diciembre tiene lugar en Granada, en la Biblioteca de Andalucía, una exposición –en la que ella misma es comisaria– para el Centro Andaluz de las Letras sobre María Lejárraga y su relación con Manuel de Falla.

Este hecho provocó mi curiosidad sobre esta relación y sobre la figura de María Lejárraga, de quien sabía que era una de las mujeres feministas más importantes de nuestra historia y de quien había leído algún fragmento de su obra “Tú eres la paz” (1906) hace dos veranos y me encantó, pero fue después del mensaje de Amelina cuando revisité vida y obra de la autora y me encontré con un maravilloso documental, titulado “A las mujeres de España. María Lejárraga” (2022), dirigido por Laura Hojman, que pone de manifiesto no solo a una dramaturga cuya obra fue publicada bajo el nombre de su marido, Gregorio Martínez Sierra, quien murió sin reconocer los derechos de autoría de su mujer, sino también a la creadora de obras como “Canción de cuna” (1911), llevada al cine en cinco ocasiones, de la letra de “El amor brujo” (1915) de Manuel de Falla, o que había sido la musa de Joaquín Turina, entre otros muchos datos importantes y otros más bien anecdóticos, pero que nos acercan a la personalidad de María. Por ejemplo, se cuenta que la relación de amistad y compañerismo que María Lejárraga mantenía con Manuel y con Joaquín era tan especial y cercana que había veces que Falla sentía celos de Turina porque pensaba que a María le gustaba más la música de este, a lo que Lejárraga contestaba que la música de Turina le servía para aquietarse y la suya para inquietarse.

Con el estreno de “Margot” (1914), primera composición conjunta, Lejárraga y Turina inician un proyecto que los invita a trasladarse a Tánger en busca de inspiración, llevando a cabo durante aquellos días un documento bajo el título “Álbum de viaje”, que recogía una serie de estampas musicales compuestas por Joaquín y escritas por María. Al llegar a Madrid, Falla los ayuda a pasar esas partituras a limpio y encuentra que la primera pieza se titula “Mi compañera de viaje”, en la que la sensibilidad del genio percibe al instante la risa de María como motivo de inspiración de los arpegios de esta preciosa pieza, pensando que afectaría a la reputación de su amiga María. Estas divertidas e inspiradoras historias que se cuentan en el documental ponen de manifiesto la sensibilidad exquisita y única de María, que va más allá de su faceta artística, siendo su compromiso social y humanístico de tal magnitud que su pensamiento y filosofía de vida marcaron un antes y un después en la historia de los derechos de la mujer. Como siempre sucede, posteriormente el poder y el fascismo tratarían de aniquilar el efecto de dicho pensamiento en la sociedad del momento, imponiendo un sistema de vida injusto e imposible de habitar para los que no pertenecemos a él.

Hay declaraciones de María, pertenecientes tanto a su obra literaria como social, que personalmente me han llenado de fuerza, como por ejemplo esta belleza de palabras e intenciones que, al releerlas, hacen caer en la cuenta de que hemos avanzado aparentemente en lo que a los derechos de la mujer se refiere, pero donde realmente nos encontramos es en un momento de reconquista de la memoria histórica de la mujer:

Ustedes como mujeres son las depositarias de la vida, estudien ustedes y busquen en los libros y no teman que por mirar cara a cara a la vida vayan a perder su facultad de ensueño o vayan a quitarle su poesía al vivir. Por el contrario, los sueños más nobles son los que están fundados en la realidad. Nunca el saber ha cortado las alas del ensueño y el apasionamiento, créanlo, es lo único por lo que vale la pena vivir. Las quiero a ustedes, futuras mujeres españolas, las que han de salvar y redimir a España, apasionadas e ilusionadas. Hay algo tan grande que las está esperando”.

“Hay que amar, desde luego, que el amor es la flor de la vida, pero hay que vivir y ser felices porque hay que dejar después de nuestra muerte testimonios de que no hemos vivido la vida en balde en los libros, en las comedias, en las novelas, en los poemas. La mujer, para que el hombre sea feliz, debe sonreír para él, debe vivir exclusivamente para su amor. Sí, eso dicen los libros, pero hay que tener en cuenta, señoras, que esos libros los escriben los hombres”.

“Todo ello era, tiene que seguir siendo, porque lo que una vez llega a ser no puede caer en la nada”. 

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