acía tiempo que no se recordaba un lanzamiento –hablamos de rap en España– que generase tanto consenso y expectación. Pero Cruz Cafuné lo ha conseguido. “Me muevo con Dios” (MÉCÈN, 2023) es un disco profundo y subtextual, cargado de matices y códigos que reflejan, a lo largo de sus veintitrés cortes, el crecimiento y desarrollo personal y artístico de este rapero –como él mismo se define– que ha revolucionado la escena.
“Me muevo con Dios” es, además, un disco fenomenal en el sentido estricto de la palabra. Ha alcanzado cotas que pocos han logrado antes en nuestro país, como colaborar con el colectivo con más hype actualmente del hip hop global y hacer lo más complejo hoy día: lograr el beneplácito de nuevas, medianas y viejas generaciones.
Pero, por encima de todo esto, Cruz Cafuné es un artista lleno de matices e inquietudes que en ocasiones se reflejan de manera obvia y en otros casos de forma sutil. Para intentar conocer más sobre este álbum y los más de diez años de trayectoria del artista, hablamos con él.
En el rap en español no hay tantos discos conceptuales, y uno de ellos es tuyo, “Maracucho bueno muere chiquito”, que publicaste en 2018. Pero además veo en tus EPs u otros álbumes que partes de un concepto claro. En “Me muevo con Dios” hay algunos más evidentes, pero me gustaría preguntarte si existe un concepto que predomine.
Aparte del que ya se ha comentado un montón de veces, del movimiento y el tiburón y tal, en realidad no, porque la creación de este disco… Pasaron muchas cosas: se retrasó dos o tres veces, se descartó un montón de música. Yo creo que más o menos quedó bien hilado, aunque obviamente no es un álbum conceptual ni muchísimo menos, pero tiene un sonido y un imaginario.
Para mí hay una idea, no sé si estás de acuerdo, que es la del cambio. Y no sé si es consciente.
¿El cambio? ¿En qué lo notas?
En parte en cómo está estructurado: creo que hay mucha presencia de tu persona artística, que en realidad eres tú. Y el disco tiene mucho flexeo, pero también hay una parte muy personal. Y en el humor y en las anécdotas que cuentas o en las referencias más personales veo esa visión. Incluso en canciones que pueden ser un storytelling veo una reflexión sobre de dónde vienes, dónde estás y hacia dónde vas.
No lo sé. A lo mejor es la edad. Lo que sí es cierto es que el anterior trabajo largo que salió, la mixtape “Moonlight922”, se hizo en 2019 (se publicó en enero de 2020). Han pasado cuatro años y me ha dado tiempo a que pasasen cosas buenas y malas para contar. Que es algo que echo de menos y que me gusta: que haya espacio entre los discos y que el artista pueda vivir antes de hacer otro trabajo largo. Lo que pasa es que en 2023 no se puede. Pero no es adrede. No lo había pensado ni siquiera, pero puede ser que haya pasado mucho tiempo. Y si quiero hacer una canción para mí o para el álbum, para tenerla en mi carpeta para hacer algo con eso, normalmente parte de una idea: “Quiero que suene así, o quiero contar esto”. Voy al estudio con más o menos una chispa en mi cabeza. No me imagino la canción terminada, pero sé más o menos lo que voy a hacer esa tarde. Para los featurings, que te llaman de un día para otro, es rapear. Y ahí es rapear como cuando rapeas en un parking freestyleando a las dos de la mañana medio borracho. Rapeas y ya está. A lo mejor sí que te inspira algo, pero es rapear y punto. Es casi como creación de contenido. Rapeo e intento rapear bien porque me importa rapear bien y la canción se va a quedar ahí para siempre, y eso es mi cuerpo de trabajo y mi legado. Pero el peso, por lo menos en mi caso, son las canciones con las que yo estoy tranquilo y digo: “Voy a hacer esto o a contar esto”.
Ya que lo mencionas, hay un par de canciones en las que hay un determinado sonido y a partir de ahí creas el tema, como meter un amapiano o un jersey club. ¿Es algo consciente? Y, de ser así, ¿esto ha cambiado respecto a discos previos?
Yo hago música durante el año. Mucha es una mierda que ni siquiera sale de Google Drive. Hay otra que mola, pero que va a otros proyectos o se la doy a otra gente, o que al momento de sentarnos a trabajar sentimos que se quedó vieja y que ya no funciona, pero que tenía potencial y rescato parte de la letra o una frase… Pero yo hago música todo el año y, cuando llega el momento del disco, hacemos un vaciado de canciones que molan, que no molan, las que podrían entrar… Cuando hago música, mi zona de confort es rapeando cualquier sonido o subgénero que se te ocurra: trap, boom bap, sur… Y entonar, hacer canciones entonadas de R&B, por así decirlo, o lo que en mi cabeza soy yo sonando R&B. Cuando el trabajo avanza, estructuramos el tracklist y decimos: “Vale, pues hace falta un ‘slapper’ más porque aquí el disco queda aburrido, elegir un ‘focus track’ porque nos lo piden las plataformas o, si no lo tenemos, hacer varias canciones que puedan serlo, elegir una y terminar de desarrollarla”. Por ejemplo, el jersey club surgió con Choco (se refiere al productor Choclock) y yo en el estudio; dijimos: “¿Hacemos un jersey?”. El tema con Leïti fue más natural, porque como hice toda la gira con Gese Da O, él estaba todo el rato escuchando plugg y cosas así y me enseñó un montón de música. Salió muy natural, me mandó una base de plugg y dije: “Me la hago”. El amapiano me flipa desde 2020 y pensaba que iba a pegar mundialmente como género. Hicimos varias canciones de amapiano, pero a Lex (el productor Lex Luthorz) no le convencían. Choco coincidía con Lex en que les faltaban horas de trabajo, pero entonces, con Itchy y Buco (los productores Itchy & Buco Sounds), hicimos una sesión y “Folelé” salió en cinco horas. Pero cuando hay un género nuevo que me gusta, antes de publicar una canción de ese estilo, y como prueba, ya he hecho varias que no han salido y que no saldrán nunca. Me gusta familiarizarme con ello, experimentar con cadencias, ver cómo se escribe… Por ejemplo, solo he sacado una canción de drill, de drill machetero de Londres, que es “Lila & Snitch”, pero antes de esa hice cuatro canciones en mi casa que no prosperaron. Yo lo respeto mucho, no digo: “Ha salido esta nueva ola, voy a saltar en ella”. A mí me gusta la música y respeto mucho el craft de otra gente e intento hacerlo lo mejor posible, entender el porqué de las tomas de decisiones a la hora de hacer música.
Dices que no cantas, aunque yo no estoy de acuerdo. En este disco hay mucha experimentación con melodías, jugando con la voz. “Cangrinaje” es un ejemplo. ¿Esto es un proceso natural o planeado?
Algunas canciones salieron así, pero en otras fue el equipo de trabajo tomando decisiones. Son veintitrés canciones, veintitrés canciones iguales, con el mismo delivery… Es imposible comérselo. En “Cangrinaje”, ya que lo nombras, Lex hizo un beat y yo muteé todo y me quedé con el piano y un sample vocal que no entró. Mi idea era hacérmelo como una balada, sin rimar, en falsete. Pero en esa misma sesión me salió el estribillo, me fui a dormir, y la segunda parte del verso con reguetón ya fue en otra sesión. A lo mejor en esto no estamos de acuerdo, pero a mí se me hace muy difícil definir qué es arte y quién es artista, porque yo soy un entertainer. Intento que la música cuente cosas, obviamente; que esté bien hecha, con respeto. Y que aporte y traiga cosas a la mesa. Pero la música tiene que ser entretenida. Hay muchas decisiones que se toman en el estudio, o al menos yo las tomo, porque digo: “Esto está guapo, es divertido, a mí me gustaría escucharlo”. El low pitch en “the boondocks” (se refiere a “s3_e07_theboondocks_dvdrip.mpeg”) es por lo mismo, en plan “vamos a joder esto un poco para que sea más divertido”. El sample de “Coolie Dance (Riddim)” en “Movezz en silencio”, además de poner un four on the floor de deep house normal, es para que tenga más gancho, para que la gente diga: “Como ‘Culo’, de Pitbull, o ‘Salió el sol’, de Don Omar”. Hay cosas que son en el estudio, jugando, vacilando y riendo. Lo de “Chocho rojo, Karl Max” (aquí cita un pasaje de “FAXXXxxx”) fue todos en el estudio riéndonos y diciendo: “Venga, lo ponemos”. Y otras son más pensadas, de decir: “Esta canción es más aburrida, hay que darle una vuelta”.
Ya que mencionas esto, me resultan curiosas las dos canciones de cierre, que contrastan con el concepto de entretenimiento porque son temas muy personales, pero empacan bien.
Con el tema de mi hermana, “Fabiola”, tenía la idea desde hacía tiempo de cómo tenía que sonar, pero no me atrevía ni sabía cómo hacerla. Fui a casa de Govea La Firma hace dos o tres años, estaba haciendo el beat y le dije: “Me lo quedo”. Sacamos unas melodías, pero eso se quedó guardado un año en una carpeta. Luego escribí parte del primer verso, los doce primeros compases, Lex lo escuchó, le flipó y lo rescató. Terminamos la producción y Lex y Escandaloso Xpósito grabaron el piano real, los vientos, y realmente se terminó hace poco de escribir, mes y medio antes de salir el disco. A mí me hacía ilusión sacar esta canción porque tenía cosas que decir, a mí mismo y a mi hermana. Quería contarlo. Lo que no sabía es que iba a ir al final del álbum. El outro, “Me muevo con Dios”, sí que estaba desde que empezamos a configurar el tracklist. Nosotros escribimos las canciones en post-it y de esta manera nos era más fácil estructurar el tracklist y el pacing del álbum, y había un post-it que se llamaba “cierre”. Y le dije a Lex: “Esta es la última que vamos a hacer y la voy a hacer dos semanas antes de cerrar el disco”. Quería hacer un update de mi vida y las últimas cosas que me habían pasado. Y así fue. Al final no se terminó dos semanas antes, pero hay unos arreglos que sí se hicieron quince o veinte días antes.
Quería saber más sobre las colaboraciones, cómo surgen y cómo las planteas. Y lo que nos puedas contar de la participación de Westside Gunn, porque se estuvo especulando con la colaboración, con cómo surgió.
A mí me encanta Kris Floyd, le escribí por DM y me dijo que sí. A Chita la conocí en Buenos Aires y ella vino a Madrid, a las sesiones de grabación, porque ya le había pasado el tema… Hay featurings que fueron muy naturales, muy viscerales, que los hice porque el otro artista me gusta. Cuando los planteé, ni siquiera estaba pensando meterlos en el álbum. Otros versos, por ejemplo el de LaBlackie, fueron porque pensábamos hacer un remix de la canción de cara a una versión deluxe, y su verso nos gustó tanto que dijimos: “Esto tiene que entrar ya”.
Con el de Westside Gunn estábamos una madrugada Lex y yo, porque durante todo el tiempo en estudio Lex se pegó una matada a trabajar. El estudio y la oficina están pared con pared y la oficina abre de diez de la mañana a seis de la tarde. Y luego llegaba yo y me iba a las ocho de la mañana, siete de la mañana, bebiendo cafés gigantes. Un día a las tres o cuatro de la mañana, vacilando, riéndonos, como una broma nuestra interna dijimos: “¿Metemos a alguien de Griselda en el disco?” (lo dice entre risas exageradas). De alguna manera eso caló, Lex consiguió el contacto del mánager de Westside Gunn, le escribimos y nos respondió que él estaba con el roll out de Estee Nack y el roll out de su álbum, y que solo hacía dos o tres colaboraciones al año y que le tenían que gustar mucho. Y dijimos: “¿En serio, se puede?”. Lex se puso a cortar un montón de samples, yo elegí uno, escribí, grabé como tres minutos y pico. Lex cogió los módulos de cuatro compases que más le gustaban porque yo tenía la trabada de que el beat le tenía que gustar, el verso le tenía que gustar, y si se acababa montando mi verso tenía que molar porque es el puto Westside Gunn. Grabé un montón, Lex seleccionó lo que más le gustó, me desperté al día siguiente, lo traduje a inglés y se lo mandamos. Y a los dos días nos respondió el mánager con que “le encantó, se va a montar, lo va a hacer”. Y flipando. Yo tenía miedo, porque son gringos, a que mandase diez segundos de adlibs. Pero se lo curró, mandó el verso, mandó como un estribillo, adlibs encima de mi trozo… Brutal. No fue en plan te mandamos los stems y ya está, hubo un follow up después. Gratamente sorprendido porque siempre te cuentan historias de que no sé quién intentó colaborar con tal yanqui y pasó “inserte historia de terror”. A mí me encanta Griselda y Westside Gunn y los respetaba de antes, obvio, pero dije: “Este tío se toma en serio lo que hace”. No está por la bolsa y ya.
Es sorprendente por la conversación que hubo respecto a la inversión en esa colaboración y en general en la inversión en un álbum independiente. Me llama la atención que no haya cultura en España, incluso en ámbitos especializados, de que un álbum tiene un presupuesto y una parte se destina a colaboraciones.
Yo siento que mucha gente que escribe sobre hip hop nunca ha escuchado hip hop. Es peña que al principio de los 2010 escribía sobre indie y no saben cómo funciona, no saben de cultura negra. El debate de Twitter del featuring, por lo que entendí, es que la gente piensa que los featurings es como “dos artistas se conocen, conectan de alguna manera y hacen música juntos”. Pero es muy naíf eso. No solo en el rap. ¿Tú te crees que J Balvin y Mr Eazi eran amigotes antes de hacer la canción juntos? La música mueve dinero, como cualquier otra industria. Y cuando hay dinero, hay intereses y gente pensando en hacer más dinero. Esto es music business, no puedes pensar que para hacerte un feat con el que sea, con A$AP Ferg, tienes que estar en Flatbush o en SoHo bebiendo fortys (botellas de bebida de cuarenta onzas) con él. Ni ser tampoco un tipo solo de industria y solo de números y pensar que un perfil como Westside Gunn va a hacerse una colaboración con un tipo que no conoce de nada solo por dinero. Porque la pulsera que lleva, la cubana gordísima que lleva aquí (lo dice señalándose la muñeca) tienen que ser diez colaboraciones. El otro día vi una reacción hacia “Me muevo con Dios” de un pibe boricua, un chico que al principio decía “no sé quién es, pero me está apareciendo todo el rato en Facebook Ads y en TikTok Ads, vamos a escucharlo”. Y dije: “Vale, bien, gracias Dios por mandarme esta señal”. Porque los puertorriqueños comparten muchas cosas culturales con los estadounidenses y lo entendió todo. Y dije: “Bien, lo estoy haciendo bien”. Entendió los sonidos, los códigos… Empieza la primera canción, la para y dice: “Uau, no me esperaba que el álbum abriera con un Rage, Pump, Opium, Carti, no sé qué…”. Dije: “Vale, bombísima, porque en España cuando salió ‘TURBO // Epifanía’ había un tuit de un tipo que decía ‘se nota la influencia de Space Hammurabi’”. Bro, que mucho respeto a Space Hammurabi, que son mis amigos, pero… ¿Qué? (risas). Al final, la música que nos gusta es realmente de nicho, somos como japoneses escuchando flamenco, que es lo que dice Eddie Cooper, de Space Surimi. Somos españoles blancos rapeando sobre lo que nos flipa en una cultura que no es la nuestra. Pretender que el público generalista entienda a la primera lo que queremos decir o las referencias es complicado. Hay mucha gente que también dice: “Esta canción suena muy Drake”. Sí, pero es lazy. Es como si a principios de los 2000 dices que “esta canción suena muy 50 Cent o Eminem”. Claro, si la única referencia que tienes de la cultura es Drake, porque es el rapero más masivo que ha existido nunca… Y me encanta Drake, pero es lazy. Lo puedo llegar a entender, pero…
Estás haciendo fenómeno de mancha de aceite y en muchos aspectos, porque, más allá de la colaboración con Westside Gunn está el shout out que os lanzó Clint, el fundador de Corteiz. Y hacéis cosas en Puerto Rico, Reino Unido… Veo una infiltración en otros países y en otros palos, como la moda. ¿Os sorprende dónde vais llegando?
Me sorprende porque permear en mercados que no son los tuyos es muy difícil y a mí es algo que me fliparía, pero es muy difícil y que se dé de manera orgánica… Que el viernes de hace tres semanas en el botellón de no sé quién en Londrés alguien dijo: “Oye, me salió este pibe en los recomendados de YouTube que creo que rapea en español o en italiano… Mira, te lo pongo”. Y que hagan: “Hostia, qué guay”. Y que uno se hizo Shazam… eso me flipa. A mí me encantaría entrar ahí. Yo siempre he admirado a Morad o Bad Gyal, el hecho de girar por Europa. Eso es muy difícil. Y conectar con peña que no habla español solo porque reconocen en ti una manera de moverte, de hablar, de vestirte… Eso es cultura y es muy heavy.
Siempre has sido muy franco y humilde a la hora de decir quiénes han sido mentores para ti. Pero sí que veo que en este disco tu figura se ha elevado, además de ser el artista y frontman, casi como a una figura de CEO del disco. A todos los niveles. No sé si es una cuestión de que el disco es tan grande, ahora es más obvio, o de que siempre has estado en esa posición.
Siempre he estado muy involucrado en la creación de todos los discos. El jefe de proyecto de un artista es el propio artista. Piensa en intérpretes muy buenos con un nivel vocal increíble pero que no escuchan música y no saben qué quieren hacer, porque son solo intérpretes. Y lo tienen todo: la imagen, la voz… Yo me he involucrado mucho y no me importa decirlo, porque el rap es muy de “nah, me da igual, yo llego al estudio y me sale”. Yo sí escribo y me importa muchísimo el resultado final y cómo se percibe a primera escucha un proyecto. ¿Por qué ahora puedes notarlo más? No sabría decirte. No tenía esa percepción.
El papel del slang es muy importante para ti, eres un estudioso del slang y lo plasmas en las letras. Y hay una intención clara de meter códigos. ¿Cómo convive esa obsesión con la jerga con la situación de la música actual? Por ejemplo con las letras disponibles al momento en Genius o en Spotify. ¿Le resta encanto o se puede disfrutar igual de la música?
A mí me mola porque de adolescente, cuando empecé a consumir música de más seguido, el foro kanyetothe.com ya existía y me gustaba entrar a leer teorías conspiranoicas tipo “A$AP Rocky droppea el viernes porque…”. O compartir con peña que no sé quiénes son sobre samples o marcas. Para mí los discos viven desde dos o tres meses antes de que salgan. Ahora ya no lo hago por falta de tiempo, pero creciendo me metía en el foro a leer cosas. Todas esas elucubraciones me molan. Por mi edad no viví lo de escuchar un álbum un año entero, buscar los samples o debatir con un amigo qué significa tal cosa. A lo mejor tiene su encanto también. A mí me mola eso, que salga el disco y haya peña comentando “qué dijo aquí, esto significa esto…”. Sí es cierto que hace que los discos no sean slow burners, que se quemen rápido, pero no puedes luchar contra eso. Mi disco fue el disco del año y ahora salió el de Tainy y también es el disco del año… y en septiembre saldrá otro disco del año… Pero no te puedes enfadar por eso ni criticarlo. A final de año o dentro de tres o de cuatro, no en Twitter ni en redes sociales, cada persona echará la vista atrás y dirá: “Cho, qué guapo este disco, cómo me marcó, estuve ese verano escuchando en bucle esas seis canciones”. Así es como se crea cultura, tocas a la gente y se crea un movimiento y haces que la gente te siga. Porque al final la música es música.
Siendo un artista con muchísimos rangos sonoros, vocales, y estando incluso cerca del R&B, eres de los que más te defines como rapero. En otras épocas incluso había artistas que decían que no eran raperos. Es muy interesante ser así de claro en una época en que la música urbana tiene muchas derivadas.
Es cierto que a principios de los 2010 ser rapero era una mierda porque los referentes que había en España no se parecían en nada… Imagínate que es 2014 y que una figura como Yung Beef dice que es rapero. Pues la gente lo va a asociar a otros artistas españoles que no tienen nada que ver con Yung Beef. Y yo a Yung Beef no lo conozco personalmente, pero estoy seguro de que le encanta el rap, le flipa el rap y en su cabeza dice: “Sí, soy rapero”. Pero era una época en que no podías decir eso, porque iban a pensar: “Entonces eres como este, que no se parece nada a ti”. Entiendo que hubiese gente que huyera de la etiqueta. Y en Estados Unidos hubo una época en que también estaba de moda decir que no eras rapero. De hecho, estaban los vídeos de risa de un pibe rapeando como si fuese un cypher, pero de humor, que se llama “Supa Hot Fire” y decía “I’m not a rapper” y miraba a cámara. Eso fue un meme en Estados Unidos, decir que no eras un rapero. A lo mejor fue generacional. Pero es que yo soy rapero. Hago más cosas, me gusta hacer más cosas, ser rapero no es solo rapear, porque la peña piensa que ser rapero es solo rapear. Ser rapero es multidisciplinar (risas). Pero sí, yo soy rapero.
¿Qué es el rap ahora mismo, la música urbana y la música negra? Porque intentamos comparar peras con manzanas, porque no es lo mismo lo que hacen los chavales del plugg con gente como Ergo Pro, por ejemplo. Pero no sé cómo se ve desde dentro.
A mí me pasa mucho cuando hablo con gente de cincuenta años, que escuchan otras cosas. O estoy en una tienda y alguien me pide una foto y el dependiente me dice: “¿Eres famoso?”. Y le digo que no, que hago música. “¿Y qué música haces?”. Yo no les sé decir, les digo: “Bueno, como rap”. Porque rap ya no sé muy bien qué es, pero ya no solo en España. Es muy diferente lo que sacó Killer Mike el otro día a lo que puede sacar Yeat. Y Yeat rapea. Hace un año o dos años, le hicieron una entrevista a Method Man y le preguntaban quién es el mejor rapero de la historia. Y él decía que Lil’ Wayne o Drake. Y luego dice: “Pero MC es Nas o Jay-Z”. Me quedé flipando, porque luego pregunté y busqué y en Estados Unidos rapper es el que rapea. Punto. MC no tiene traducción, pero es como un liricista. Un tipo que su trabajo va de rapear en plan mochila, rima interna, aforismo… Ellos hacen esa diferenciación. Para ellos Bhad Bhabie es rapera, por ejemplo, mientras que en el mundo hispanohablante esa afirmación levantaría alguna que otra ceja. De hecho, Akapellah en una entrevista dijo algo así como que Bad Bunny no era rapero, “para mí rapero es Lil Supa, Canserbero”. Él hizo esa diferenciación. Esto es rap y esto no es rap, es música en la que se rapea. A su manera y en sus palabras, yo le entendí y mucha gente se le tiró al cuello, pero en Estados Unidos también se hace esa diferenciación. Si mañana sale un tema de Harry Styles rapeando, ¿eso es rap? Pues no lo sé. A mí el tema etiquetas y vamos a dibujar límites me da un poco igual. Entiendo que es un trabajo que hay que hacer para cronistas, para gente que hace libros o artículos, entiendo que sea muy difícil. Javier Blánquez me lo decía, que en electrónica es más difícil que en música negra, porque mañana sale un niño de Albania que hace house pero con una pequeña vuelta, y él ya crea una escena y eso hay que documentarlo. Yo entiendo el afán y la importancia de llegados a un momento poner etiquetas y nombrar las cosas, pero a mí me da un poco igual. Y, eventualmente, vas a hacer de menos a alguna escena, algún movimiento o algún artista.
Para terminar: ¿hay algo que cambiarías ahora que ha sacado el disco?
Ahora mismo estoy muy muy contento con él álbum y creo que es lo mejor que hemos hecho de mi catálogo. Pero me pasó lo mismo con “Maracucho… ”, que a los dos o tres años dije: “Uff, esto lo hubiese cambiado, esto lo hubiera quitado”. Veremos, pero yo de momento estoy muy contento con el disco. ∎