ation Of Language es lo que se dice un grupo indie de Brooklyn. Y no hablo de la etiqueta con el habitual despotrique cascarrabias del que suele ir acompañada en criticones como yo. ¡Jurao! La banda personifica el término porque pilota el todavía resistente pájaro de la new wave, pero con encerado moderno. Son tres pimpollos simpáticos, de jeta amable y tono suave. Bebedores de té que parecen acostarse pronto y mantener discusiones sentimentales sobre la degradación del espíritu en las novelas de Nathaniel Hawthorne, acompañados de un brunch bajo en calorías. Se les puede decir de todo menos polémicos. Aunque su frontman se llame Ian no van de Joy Division, no... Y, oye, ¡menos mal! Si todos los grupos se viesen poseídos por la disposición vital del Sr. Curtis, nos quedaríamos huérfanos de cantantes en cuatro telediarios. Bien visto, también nos libraríamos de ver a trilobites panzudos con más pellejo que talento acaparando salas. Pero esta hagiografía la dejo para otra liturgia…
Volvamos al rollo que nos ocupa: Nation Of Language. El tridente neoyorquino compuesto por Ian Richard Devaney (voz, guitarra y teclados), Aidan Noell (teclados y coros) y Alex MacKay (bajo) publicó en septiembre su tercer álbum, “Strange Disciple” ([PIAS] Ibero América, 2023), y la cosa va de perlas. Pensándolo bien ahora, lo de haberlos llamado grupo indie se me queda inconcreto… Si tuviera que colgar una etiqueta musical más concreta que esa, sería synthpop.
Synthpop es eso que tu padre puede bailar cómodamente sin que tu hermana lo llame carroza y sin que el viejo parezca hacer demasiado el mandril. Luego los pimpollos se juegan mucho el discurso de izquierda reivindicativa, que a mí en ellos me suena un poco a rollito de primavera decorativo. Hay millones de vectores del compromiso, y me cuesta creer que Nation Of Language tengan el alma combativa de los children of the revolution de Marc Bolan. Diseccionadas sus letras, efectivamente se encuentran referencias acidificadas sobre la desigualdad y contra el racismo, y en este último disco no faltan críticas a la caja de resonancia mediática que reparte pequeñas porciones de pus doctrinal y desinformación en los Estados Unidos, como una mamá pájaro alimentando a sus polluelos.
Dicho esto, musicalmente al escucharlos no se me prenden las plantas de los pies, ni me salen tractos digestivos en el cerebro hambrientos porque me organice para tumbar al sistema. A mí lo que me pide el body es irme a un local de místicos con muchas perras en el banco a enchufarme keta y moverme a calambrazos; como si me hubiesen tirado un bol de hormigas por la espalda.
Y ojo, mola, eh. Escuchar “Weak In Your Light” y creerme en un videoclip editado con un filtro de color azure rememorando un viejo amor deambulando por las calles de Nueva York me pinta. Me pinta tanto que he hablado con Nation Of Language en una corta pero dinámica videollamada.
Los tres me reciben encantadores frente a su cámara, arrimados en una estancia luminosa sin identificar. Ian está en medio, como buen frontman, y a los tres se les ve tan apretaditos, ¡tan en sintonía!, que me tienta pedirles que se levanten las camisetas para ver si son siameses. Eso, o acaban de montarse un ménage à trois… Para ser cortés, me centro en empezar preguntándoles por el Primavera Sound de 2023, donde tocaron. Afirman que disfrutaron de lo lindo y les hubiese gustado quedarse más de la semana que pasaron. Pero yo quiero respuestas concretas…
¿Qué os gustó más, Barcelona o Madrid?
Aidan: En este viaje pasamos más tiempo en Barcelona que en Madrid, y tuvimos más tiempo de visitarla. Además tiene playa, que eso siempre está bien…
Ian: Ya, pero tu primera impresión fue que te gustó más Madrid.
Aidan: Sí, es verdad… La primera vez que tocamos fue en Madrid y me pareció una ciudad con mucha fuerza. Me pareció genial. Sobre todo, la gente. Pero, bueno, Barcelona también mola. No se vaya a enfadar nadie (ríe).
Pongamos que no os conozco. ¿Cómo definiríais la banda?
Ian: Yo diría que somos un grupo de música sintética de inspiración new wave. Hay gente que dice que somos una banda electrónica, pero para mí que andamos mucho más en la línea de un grupo indie. Aunque sí usemos sintetizadores…
Aidan: Y una caja de ritmos electrónica...
Ian: Claro, claro…
¿Los orígenes de Nation Of Language en Static Jacks?
Ian: Sí, yo venía de una banda llamada Static Jacks donde tocaba la guitarra. De hecho, conocí a Aidan en uno de nuestros conciertos cuando vino a saludarme con su madre al lado (ríe). Era una fórmula, a su manera, bastante simple. Empecé tocando el teclado, aunque no tiene nada que ver con los sintetizadores de ahora, que complican mucho la escultura de una canción y un sonido; para eso tuve que estudiar. Pero el caso es que los miembros de la banda se fueron yendo y quise volver al teclado. De ahí nació un poco Nation Of Language.
Aidan: Yo no sabía tocar nada cuando decidí entrar a participar en la banda. Pero todos los amigos de Ian se habían mudado y quise apostar por su proyecto. Así que, con determinación y paciencia, aprendí. Le pedí a Ian que me enseñara, y así lo hizo.
¿Y tú, Alex?
Alex: Ya van dos años que voy y vengo en la banda, aunque ahora ya es una participación definitiva.
Ian: Ha sido un fichaje excepcional.
Aidan: Aporta mucha cohesión y firmeza al grupo. Sabe lo que se hace y musicalmente hemos evolucionado enormemente gracias a él. Antes estaba Michael (se refiere a Michael Sue-Poi), pero no todo el mundo se adapta bien a la vida de carretera. Esto no es como parece desde fuera. Hay que pasar mucho tiempo juntos, estar moviéndose todo el rato. Es una vida itinerante. Por suerte, Alex encaja muy bien en esa forma de vida.
Habéis hecho tres álbumes en apenas cuatro años. ¿Cómo se gestiona este ritmo de producción?
Ian: Para mí es muy fácil. Me apasiona componer y me pregunto muchas veces si me merece más la pena hacer un álbum o estar, no sé, bebiéndome un café. Y siempre me sale hacer un álbum. Bueno, en realidad, me sale beberme el café mientras hago un álbum (ríe).
¿No os acojona saturar el mercado?
Ian: La verdad es que no lo pensamos demasiado. No es algo que nos dé miedo. Los resultados del segundo álbum, “A Way Forward” –publicado en noviembre de 2021–, vinieron muy rápido y teniendo en cuenta que cuando empezamos no pudimos girar, para mí hacer algo que me permita moverme y tocar es imprescindible. En mi caso necesito mucho esa energía del directo y la excusa perfecta es hacer un álbum nuevo.
¿Aidan, Alex…?
Alex: A mí me ocurre igual. Disfruto creando y girando, así que mientras se pueda llevar a cabo, apostaré por ello.
Aidan: El único problema de este ritmo que llevamos es que empezamos a tener muchas canciones y ya nos cuesta decidir cuáles tocamos en directo. Nos va a hacer falta un concierto de tres horas a este paso.
Vuestra música, tanto en letras como en instrumentos, tiene una poética casi misteriosa. Trascendente. ¿Dónde nace esa pulsión?
Ian: Cuando compongo voy a músicas o lecturas que me hagan sentir algo. Una emoción. Las que más paciencia me exigen son aquellas que me motivan porque me hacen reflexionar sobre cuáles son las emociones que se desprenden de ellas. Esa búsqueda de la puerta trasera de los sentimientos es lo que marca mis canciones, porque cuando compones algo que se entiende nada más leerlo creo que pierdes ese otro lado. A veces está bien no ir demasiado lejos, no ser incomprensible, claro. Pero muchas veces si revisas una canción intentando perfeccionarla te la puedes cargar, y es mejor dejarla con el primer impulso. Aunque sea raro.
En cuanto a las referencias musicales, ¿quién os ha inspirado para este último disco?
Ian: Talking Heads, probablemente, porque era algo que estábamos escuchando en el momento de componer. A Flock Of Seagulls… Y luego, seguramente, Pet Shop Boys…
Alex: Y también la música experimental y ambiental de Kraftwerk, por el asunto sintético.
Ian: Por supuesto.
Vuestra banda nace cuando empezó la pandemia. No voy a preguntaros la gilipollez de si fue difícil ni los problemas que os supuso, pero sí preguntaré si aprendisteis algo de ese brete.
Aidan: Empezar en la pandemia nos ayudó a entender rápidamente lo importante que es poder tocar delante de la gente. Cómo de imprescindible es de cara a la salud mental de una banda hacer directos. Es una experiencia totalmente distinta a sencillamente compartir tu música. Estar cara a cara con el público es lo que te llena de energía y te une a ellos.
¿Algún reto laboral?
Ian: Bueno, hay gente que es muy buena haciendo bolos en sus casas. Tocando frente a una cámara y ya está. En mi caso, necesito una audiencia para sentir que estoy sacando lo mejor de mí. Hay músicos que son geniales con las redes sociales, pero yo no me veo tocando desde mi salón. No estoy realmente adaptado a las redes y durante ese primer momento tuve que hacerlo. Ese para mí fue el mayor reto.
Moverte como un anfetamínico Mick Jagger frente a una cámara parece más ridículo que hacerlo frente a dos mil personas, supongo.
Ian: ¡Claro! La energía y el descontrol no tienen nada que ver. El espectáculo del directo aviva la capacidad de sentir la música en su máxima expresión.
Alex: Eso por no hablar de la cancelación de las giras. La decepción que eso genera.
Aidan: Por eso nos sentimos tan contentos de haber podido salir durante un momento tan complicado y seguir vivos. Es muy raro tener una historia positiva en lo que respecta a la COVID.
La obsesión y la melancolía recorren el disco de arriba abajo. Son parte de las letras, de la esencia de la banda. A pesar de que la música juega un papel paradójico siendo tan animada. ¿Por qué decidisteis jugar con esas sensaciones para “Strange Disciple”?
Ian: Mi idea es crear música que sea útil en los momentos difíciles de la vida. Creo que conectar con esas emociones es algo muy poderoso. Terapéutico. La melancolía es un término que asocio mucho conmigo. Cuando voy en el coche, siempre escucho las clásicas canciones melancólicas boomer. Me gusta esa música que te acompaña de una forma paradójica, provocándote un triste bienestar.
Aidan: Lo cierto es que nos gusta la música no sé si diría triste, pero sí esa música que te hace sentir tanto que estás a punto de derramar lágrimas. Esa, creo, es la música que inspira el verdadero aplauso.
Ian: Además, si escuchas música que te permite llorar te estás dando permiso para sentir, que es algo por lo que tenemos que luchar.
¿Cuál diríais que es vuestra audiencia?
Aidan: Aspiramos a que sea universal. Que cualquiera, de cualquier edad, pueda sentirse identificado con las letras y los ritmos.
Me cuesta ver a los fans satánicos de Mayhem en vuestros conciertos.
Aidan: Seguramente, pero las letras hablan de la obsesión, que sí es un asunto universal. ¡Incluso de ellos! La idea es ir de lo personal a lo universal.
Alex: En los conciertos hemos visto una variedad de gente muy grande. De todas las tribus y edades. Eso significa que, efectivamente, llegas a mucho público distinto, lo que te hace universal. En fin, yo pienso que eso es una forma de éxito.
En discos anteriores, jugasteis con alguna canción politizada, como podría ser “They’re Beckoning”. ¿Hay alguna canción con ese mismo espíritu en este nuevo álbum?
Ian: Hay muchas canciones en este álbum con posos de esa idea. Piensa que el principio básico que las recorre es la obsesión y, por tanto, en varias he dejado una crítica a las obsesiones que por ejemplo los medios de comunicación nos provocan. Cuando ves cualquier medio de comunicación televisivo, sobre todo en Estados Unidos, es increíble cómo buscan incomodarte…
Aidan: Indignarte todo el rato sobre cualquier tema.
Ian: ¡Sí! Exacto… Es algo agotador y me veo a mí mismo, cuando consumo demasiada información, envuelto en un círculo vicioso y mirando las cosas de una forma obsesiva que no me gusta para nada. Así que hay canciones que se enfrentan a mi propia obsesión por consumir noticias. Porque, además, no es que en diferentes medios te presenten distintas historias. Todos hablan de lo mismo de formas diferentes, una y otra vez, buscando reafirmar a su público en las ideas que ya tenían de antemano. Y eso lleva, por ejemplo, a que en familias de Estados Unidos se sientan extraños entre ellos porque se repiten a sí mismos que…
Aidan: … que sólo hay una verdad y que es la suya, incluso en contra de sus familias, y reservándose solo un único punto de vista.
Ian: Padres e hijos que ven el mismo acontecimiento de formas distintas solo porque las noticias ahondan en la opinión que ya tenían, en vez de abrirles al debate y a nuevas perspectivas.
¿Se está cargando esta polarización la posibilidad de comunicarnos entre nosotros sanamente?
Alex: Sin duda.
Ian: Sí, sí…
Aidan: Sí.
Alex: No sé si antes los debates eran más habituales, pero seguro que no había tanta sobreinformación como hoy en día.
He leído que hicisteis el disco sin las mil revisiones que se le hacen a las canciones hasta que queden perfectas, ¿no? Es decir, grabasteis la primera toma que os quedaba bien y no os pusisteis pejigueros y extremadamente perfeccionistas. ¿Creéis que aspiramos a una perfección demasiado artificial?
Ian: Verás, la música muta mucho. Hoy está de moda pulir cada detalle de una canción y, sin embargo, ves gente que disfruta de los “errores” de ciertos temas porque es lo que los hace especiales. La vuelta al vinilo fue un ejemplo de esto. Claro que la gente puede disfrutar del arte como le plazca, bien sea limpio o sucio, pero sí opino que hay algo muy esencial en poder permitir que el arte tenga cierto desorden.
Alex: Creo que la naturaleza robótica de la producción digital resta la posibilidad del error, que es lo que suele dar carisma a la música. Lo que la hace reconocible.
Ian: La industria ha cambiado totalmente con las variaciones del formato.
Aidan: Es verdad que antes comprabas un disco y lo quemabas a base de escucharlo. Hoy casi se pierde un poco el placer de escuchar un álbum entero. Es una lástima, porque creo que hay algo muy profundo en dejarse llevar por lo que una banda te quiere decir con una ristra de canciones la una después de la otra.
Ian: Ahora todo es más rápido y se funciona por singles, que pueden estar muy bien, pero no te abren a la posibilidad de escuchar la música hasta el punto de dejarte llevar totalmente por ella. De someterte a su magia.
Siempre hay un crío favorito en una familia numerosa, ¿Cuál es vuestro hijo favorito en este disco?
Ian: Para mí, diría que “Spare Me The Decision”. (Los otros dos miembros asienten, o se la pela, no se sabe).
¿Habrá nuevo álbum en 2024?
Alex: No tiene pinta…
Ian: No está en nuestros planes, no. Pero, oye, ¿quién sabe? ∎