Arab Strap: Aidan Moffat y su poesía slowcore. Foto: Òscar Giralt
Arab Strap: Aidan Moffat y su poesía slowcore. Foto: Òscar Giralt

Festival

Primavera a la Ciutat (29 de mayo): el descorche

Desde ayer y hasta el próximo domingo, varias salas y espacios de Barcelona van a acoger la programación del ciclo Primavera a la Ciutat, prolegómeno y complemento de Primavera Sound que también es territorio de oportunidad para melómanos inquietos o público ávido de ver a sus artistas favoritos en la distancia corta. En la jornada de apertura hubo, entre otras cosas, slowcore con pedigrí, pop cinemático, britrock guitarrero o post-punk con denominación de origen bielorrusa. No está nada mal para empezar una noche donde también comparecieron, entre otros, Crack Cloud, CUMGIRL8, Goat Girl, Los Bitchos y black midi.

Arab Strap

El plato fuerte de la primera velada en la sala 2 de Razzmatazz quedó reservado para la actuación de Arab Strap. La formación escocesa presentó ante un recinto que registró entrada moderada los atributos de su slowcore. Su principal sello distintivo es la peculiar forma de (no) cantar de su líder Aidan Moffat. Un recitar que casa con el sonido zigzagueante de la banda pero también con el de esos grupos inscritos en el nuevo oleaje del post-punk británico, que han asumido el spoken word como seña identitaria. Sin embargo, lo de Arab Strap –guitarra, bajo, teclado reconvertido en guitarra extra en algún tema y batería– se acerca más a lo que propone Godspeed You! Black Emperor que a los argumentos post-punk que defienden Dry Cleaning, Squid, Shame y compañía. Sus narraciones hipnóticas –reforzadas por el confort musical de electrocardiograma estable– se ven comprometidas por explosiones eléctricas sin repuntes de energía desproporcionados. Hubo también algún flirteo con el rock gótico de los años ochenta en plan The Sisters Of Mercy y con esa intimidad emocional propia del Matt Berninger más recogido. Todo ello antes de dar paso a los zarpazos shoegazing y de finiquitar el show –después de alargarse en actitud puramente profesional más de hora y cuarto– con un “The First Big Weekend” en clave dance-punk que aportó excepcionalidad rítmica. Marc Muñoz

Calibro 35

El concierto de Calibro 35 en la sala Apolo abrió sólido y profesional con los ya clásicos temas “Stainless Steel”, “You, Filthy Bastards!” o el nuevo “Extraordinaire”, pero los músicos italianos parecían tensos, sin el acostumbrado groove que caracteriza su música con vocación de banda sonora para un filme noir o de terror de los años setenta. Así, no fue sino hasta la mitad del espectáculo cuando la platea de la sala finalmente estalló al escuchar los primeros acordes de “Gun Powder”, uno de los singles de su nuevo álbum, “Nouvelles aventures” (2023), con toda la potencia soul-funk del cine blaxploitation. Los músicos, ya más relajados, nos deleitaron también con “Ottofante” y sus arreglos sobre Morricone, para finalmente cerrar con todo el funk-disco de “Giulia mon amour”, donde el guitarrista Massimo Martellotta mostró toda su pericia frente a un público entusiasmado, que no paró de aplaudir hasta que la banda desapareció de escena. Daniel P. García

Calibro 35: soundtracks italianos. Foto: Sergi Paramès
Calibro 35: soundtracks italianos. Foto: Sergi Paramès

L’éclair

Sobre las tablas de la sala Apolo, el grupo suizo L’éclair sonó como una máquina bien engrasada, cuyos engranajes funcionaron a la perfección. Fueron de los ritmos bailables del disco-soul de principios de los ochenta al dance contemporáneo, fluyendo como un buen DJ pero utilizando percusiones, batería acústica, bajo y una talentosa guitarra que dialogaba elegantemente con los sintetizadores. Además, diversificaron su sonido con elementos de neopsicodelia combinada con world music, rock clásico y post-rock, lo que permitió inflexiones y descansos breves en medio de una rica jungla de beats y percusión. Daniel P. García

L’éclair: bien engrasados. Foto: Sergi Paramès
L’éclair: bien engrasados. Foto: Sergi Paramès

MAVICA

La cartagenera Marta Casanova ha mudado la piel desde sus primeras manifestaciones como músico, allá por 2018. Cinco años después de presentar su primer single y tras haber encontrado en su etapa londinense el necesario repuesto de combustible creativo, MAVICA levantó acta de esta transformación en su avistamiento en la primera jornada del Primavera a la Ciutat, en Razzmatazz 2. Detrás de su pop crujiente y de su R&B seductor no se puede esconder la marcada influencia de la ciudad que más la ha estimulado como artista. Trazos de Jessie Ware, James Blake o Still Corners se filtran en la encantadora propuesta sonora de la española, quien se presentó arropada por batería y una algo incómoda voz de refuerzo. Viéndola ayer, y pese a alguna inconveniencia técnica, queda claro que se valdría por ella misma –de hecho desempeñó labores en guitarra eléctrica, teclado, pads y voz sedosa a ratos metalizada con distorsiones– para modular ese sonido sintético de desarrollo orgánico que, en los instantes más movidos, la hizo acercarse a Georgia. Marc Muñoz

MAVICA: Marta Casanova y su pop crujiente. Foto: Òscar Giralt
MAVICA: Marta Casanova y su pop crujiente. Foto: Òscar Giralt

Molchat Doma

La banda bielorrusa Molchat Doma se paseó por lo más conocido de su discografía y presentó dos nuevas canciones, y esa oscuridad post-punk hizo vibrar a la sala Apolo durante una hora en la noche de ayer. El show evolucionó de la frialdad gótica que caracteriza el género hasta una fiesta dance-pop con matices techno. El concierto comenzó con la sobriedad de “Kommersanty” y “Filmy”, administrando en escena toda esa influencia británica de hace cuatro décadas que marca su estilo: canciones con baterías eléctricas cortantes y programaciones de beats duros que desembocaron en el post-punk más industrial en las inéditas “111” y “Son”. Luego tomaron rumbo hacia una new wave ligera y luminosa que otorgó algo de calidez a los sintetizadores, gracias a la guitarra de Roman Komogortsev y al bajo procesado de Pavel Kozlov, en una interacción íntima que se contrapuso a la danza histriónica de su vocalista Egor Shkutko. En la parte final del concierto, la propuesta del trío se volvió altamente bailable, descargando sobre el público el dance sombrío de “Tancevat” y cerrando por todo lo alto con el synthpop de “Sudno”. Daniel P. García

Molchat Doma: sombras bielorrusas. Foto: Sergi Paramès
Molchat Doma: sombras bielorrusas. Foto: Sergi Paramès

THE GOA EXPRESS

Lo de THE GOA EXPRESS se inscribe en la eterna tradición guitarrera de la Pérfida Albión. Su propuesta no va, sin embargo, más allá de la cornucopia de un pasado de mayor gloria para los mástiles eléctricos: incluso en lo estético se remontan a los noventa y principios de los dosmiles. Un sonido ejecutado con la energía incontestable de cinco jóvenes de la Inglaterra industrial que aún necesitan recorrido para encontrar un color distintivo y para canalizar esa energía inherente a su edad en dentelladas con más mordiente. A su paso por la sala Razzmatazz 2 lo intentaron sin demasiada fortuna, subiendo la fuerza en el tramo final, añadiendo la armónica y, en algún tema, buscando su reflejo en la intensidad de Idles. Marc Muñoz

THE GOA EXPRESS: la Inglaterra industrial. Foto: Òscar Giralt
THE GOA EXPRESS: la Inglaterra industrial. Foto: Òscar Giralt
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