Rufus non stop. Foto: Óscar García
Rufus non stop. Foto: Óscar García

Concierto

Rufus Wainwright, votando por el folk

La multidisciplinar programación del Teatre Grec de Barcelona acogió anoche a Rufus Wainwright para la presentación de su último álbum, “Folkocracy”. Los exclusivos marcos del Teatro Real de Madrid y del palacio de Torre Saura en Ciutadella de Menorca, donde se celebran, respectivamente, el Universal Music Festival –hoy, 25 de julio– y el festival Pedra Viva –el jueves 27–, completarán la nueva gira nacional de este músico tocado por una varita mágica y enamorado de España.

“Folkocracy” destila de una forma abierta el néctar cultural que Rufus Wainwright ha venido absorbiendo como una esponja desde niño y hasta la actualidad. Más musical no puede ser la familia: sus padres, el cantautor cómico Loudon Wainwright III y la dama folk, ya fallecida, Kate McGarrigle, del dúo Kate & Anna McGarrigle, o sus hermanas menores Marta Wainwright –también de gira por España: acaba de actuar en La Mar de Músicas de Cartagena y en la madrileña sala Clamores– y Lucy Wainwright Roche, su hermanastra, hija de Loudon y Suzzy Roche. Esta última pertenecía a The Roches, un trío de Nueva Jersey que cuenta con gemas como “Hammond Song” (1979) o “Losing True” (1982) –producidas por Robert Fripp, la segunda con Craig Leon como asistente, por cierto–. Llamar a todo esto “folk” sería generalizar demasiado, aunque si por folk entendemos “pueblo”, entre todos podrían ocupar sin duda uno entero.

La discretísima Lucy, dueña de una sedosa voz country, acompaña esta vez a su incansable hermano de ley, al que le agradecemos que abandone, al menos de momento, el formato “solo” al que nos tiene acostumbrados. Durante su anterior y reciente gira del pasado mes de abril ya vino anunciando la edición de “Folkocracy”, prendiendo entre el público la idea de verlo otra vez con una banda completa: segunda guitarra acústica, eléctrica y banjo –Josh Mease–, sintetizador y piano –Jacob Mann–, bajo eléctrico y contrabajo –Alan Hampton, también director musical del combo–, batería –Paul Stewart–, violín –Petra Haden– y coros –Haden y Lucy–. Músicos excepcionales donde destacó Haden, gran violinista y cantante de fuerza. Recordemos que Rufus anuncia en su web una nueva gira internacional, que tilda de “sinfónica”, donde recuperará sus obras maestras “Want One” (2003) y “Want Two” (2004). Rufus non stop.

El Teatre Grec es un espectacular escenario construido en 1929 al aire libre, ajardinado, de acústica perfecta y situado en la antigua cantera de la falda oriental de Montjuïc, ayer prácticamente lleno hasta la bandera. A las diez en punto aparecieron los seis músicos, uniformados con hábitos de monje, incluido Wainwright, todos ellos adornados con fular de tonos celestes y descalzos o, más bien, exhibiendo entre telas sus variopintos calcetines. La actuación arrancó con una versión de “Heading For Home”, de Peggy Seeger, hermana de Pete y viuda de Ewan MacColl. Rufus la presentó como amiga personal, actualmente con 87 años. Un activismo político de moderada intensidad –no tardó en felicitar a la audiencia por los recientes resultados electorales– estuvo presente durante el concierto, también con la preciosa canción-protesta hawaiana “Kaulana Nā Pua” o con su conocida crítica a los Estados Unidos “Going To A Town”.

Esta vez, con banda completa. Foto: Óscar García
Esta vez, con banda completa. Foto: Óscar García

Fiel a su habitual simpatía escénica, el autor daba explicaciones en cada uno de los temas, hasta 19 –incluido el único bis–. Por ejemplo, apuntó el sentido de “Folkocracy”, otra forma de decir “democracy”: el poder del pueblo y no la “locura” –“crazy”–, aunque admitió con guasa la insólita acepción fonética que hemos adoptado en España. También es muy normal que, durante sus actuaciones, recuerde la existencia del puesto de merchandising donde se podía encontrar “Roadtrip Elegies. The McCabe’s Live Sessions” (2020), un doble CD del que interpretó el tema propio “Kathleen”, “E poi” –una versión de su admirada Mina, que cantó en italiano leído– y “Dear World”, de Jerry Herman. Los momentos álgidos de la velada fueron numerosos, pero llegaron especialmente con “Harvest”, de Neil Young, que en el álbum de referencia canta junto a Andrew Bird, sustituido anoche por Hampton; la energética canción de The Mamas & The Papas “Twelve Thirty (Young Girls Are Coming To The Canyon)”, donde Wainwright afirmó sabiamente que, como siempre pasa con las innovaciones musicales, el rock’n’roll ha acabado convirtiéndose en folk”; o, por supuesto, “Going To A Town”.

También destacó la preciosa versión de Moondog “High On A Rocky Ledge”, donde su germánico protagonista se enamora de una flor edelweiss y se quita la vida para unirse a ella –no cuesta imaginar quiénes podrían ser, metafóricamente hablando, la florecilla silvestre y el adusto teutón: recordemos que Rufus está felizmente casado con un alemán imponente llamado Jörn Weisbrodt–. Como el “Vikingo de la Sexta Avenida”, Rufus también escribe música clásica que casi nadie escucha, pero ayer adaptó al formato folk-pop un aria de “Hadrian” (2018), su segunda ópera, que tituló “He Loved”, ya presentada en la anterior gira, al igual que una nueva composición, “Old Song”, en la que demuestra ser, por enésima vez, el Cole Porter del siglo XXIII. El concierto fue una sucesión de melodías maravillosamente musicalizadas por una banda en estado de gracia que salía y entraba de escena en perfecta coordinación. “Island In The Stream”, un clásico de Dolly Parton y Kenny Rogers, cerró con energía desatada el set principal, mientras que “Ring Them Bells”, de Bob Dylan, y la tradicional “Wild Mountain Thyme” despidieron la inolvidable noche de verano que Rufus Wainwright, vórtice de géneros donde todo converge con armonía y dueño de una voz que amansa a las fieras, regaló a un extasiado público que abandonó el recinto transfigurado y feliz. ∎

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