“¿Cómo llegó una canción relativamente desconocida a convertirse en un himno internacional de la resiliencia y la tragedia humanas, que cada generación siente haber descubierto y reivindica como propio?”. La contraportada de este libro lanza la pregunta al lector a modo de principal objetivo de una obra que analiza el viaje desde las sombras hasta la gloria de aquella canción que Leonard Cohen tardara cuatro años en componer para su álbum “Various Positions” (1984). Un disco que su sello, Columbia, se negó en principio a publicar y que terminó siendo trampolín para el tema más versionado de su autor. Y también el más sobrexplotado, sublimado incluso hasta el hastío.
Durante las 265 páginas de esta obra, el periodista y biógrafo norteamericano Alan Light (‘Rolling Stone’, ‘Vibe’, ‘Spin’, ‘Esquire’ o ‘The New York Times’, entre otros) traza un detallado itinerario por génesis y extensión de una partitura convertida en himno a imagen y significado de otros títulos de la música pop como “Imagine” de John Lennon o “Bridge Over Troubled Water” de Paul Simon (que cuesta bastante catalogar como un ¡“clásico post-rock”!). En realidad, “Hallelujah” nunca tuvo vocación de melodía intergeneracional, pero su arquitectura melódica y una letra compleja y ambigua –luego tergiversada, modificable por expreso deseo de Cohen y que pasaba de la acepción sexual a la religiosa o política– jugaron a favor de una difusión donde fueron esenciales las adaptaciones de John Cale en 1991 y, sobre todo, de un Jeff Buckley convertido en segundo protagonista de esta obra. De hecho, suya fue “la interpretación más poderosa de cuantas se hayan hecho”, según ‘Rolling Stone’, incluida en su álbum “Grace” (1994).
Estas páginas se centran en ambos músicos para enmarcar sendos recorridos vitales y artísticos, abordando acontecimientos que marcaron las trayectorias de Cohen y Buckley como primordiales símbolos del tema; eso sí, girando siempre en torno a la canción y a su variopinto catálogo de versiones, así como a la propia relación entre ellas o a las reacciones, en ciertos casos opuestas, que generaron. También en el rol publicitario que televisión y cine aportaron de la mano de su inclusión en cintas como “Shrek” (Andrew Adamson y Vicky Jenson, 2001) de la mano de Rufus Wainwright o del uso que la cadena VH1 hizo de ella en los días posteriores al 11-S, apelando por enésima vez a su veta emocional como sinónimo de tristeza a la vez que de esperanza. El libro escarba en su estética y además incorpora datos y opiniones sobre cómo la trastienda industrial jugó con destreza sus cartas en este proceso de sobrexposición, a modo de patrón de otros muchos éxitos similares.
Publicado originalmente en 2012, esta jugosa edición, traducida por Aixa de la Cruz, incorpora un epílogo posterior que incluso resalta el papel de la canción durante la pasada pandemia. El remate lo aporta una discografía donde se señalan las adaptaciones mencionadas en sus páginas, de Bob Dylan a Il Divo pasando por Renée Fleming o k.d. lang, por más que se obvie la que Enrique Morente y Lagartija Nick incluyeron en el emblemático “Omega” (1996). Una evidencia más del espíritu camaleónico de una canción que ha gozado de “una de las vidas después de la muerte más extraordinarias de la historia de la música pop”. ∎