Película

Love & Mercy

Bill Pohlad

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A una personalidad como la de Brian Wilson correspondía un biopic que sorteara los convencionalismos del género, y Bill Pohlad trata de salir airoso del envite con “Love & Mercy” (2015), que elude el tópico recorrido cronológico planteando un relato en el que dialogan dos etapas diferentes en la vida del músico, separadas por una diferencia de dos décadas: la explosión creativa de la segunda mitad de los sesenta, con la elaboración de “Pet Sounds” (1966) como punto culminante, y su largo período de deriva mental de los ochenta. La idea de utilizar como bisagra el lapso de dos años que Wilson se pasó prácticamente sin salir de la cama resulta un hallazgo, así como la combinación de diversos formatos, buscando una correspondencia entre el estilo narrativo y los desequilibrios de un personaje lleno de fobias y traumas. Todo ello, unido al diseño de producción, siempre eficaz, otorga al filme una solidez fuera de duda en su condición de reconstrucción histórica.

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Sin embargo, se diría que Pohlad alterna las tramas, porque no poseen la misma fuerza. Mientras que el trabajo en el estudio de grabación de Wilson (su concepción de la producción, la Wrecking Crew) y el progresivo deterioro de su psique fascinan sin apenas esfuerzo (a lo que no es ajeno un Paul Dano soberbio), el tratamiento abiertamente melodramático de su relación adulta con el manipulador psicoterapeuta Eugene Landy y su historia de amor con Melinda Ledbetter (que ha participado activamente en la elaboración del filme) discurren por cauces mucho más convencionales, salpicados de apuntes psicologistas de manual y lastrados por un afectado John Cusack y otros cuestionables detalles puntuales (la pomposa cita a “2001: Una odisea del espacio”).

El resultado es un collage (también sonoro: brillante Atticus Ross) que contiene elementos de interés sin llegar a transgredir nunca las exigencias de producción de un proyecto de sus características. ∎

Los sesenta son para Paul Dano y los ochenta para John Cusack.
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