“Ava” (Astiberri, 2024) no es solo una biografía; es una relectura de la Ava Gardner que la prensa española elevó a mito de juergas y escándalos. La dibujante Ana Miralles (Madrid, 1959) y el guionista Emilio Ruiz (Santander, 1960), más interesados en la persona que en el icono, exploran un episodio particular de la actriz en Brasil, lejos de Hollywood, pero también de su más trillada (para nosotros) aventura española. “Realmente lo que queríamos al abordar el personaje de Ava era salir de ese estereotipo que tenemos de ella que se fraguó mucho en España”, explica Miralles. “Se ha hablado mucho de sus juergas, sus borracheras y lo asociado a sus escándalos que la prensa fomentó y reflejó, y queríamos dar una visión diferente”. El proyecto surgió de una conexión casi casual, relata Emilio Ruiz: “Ana acabó ‘Djinn’ en 2016 y pensamos en hacer algo juntos y algo diferente. Nos gustaba mucho la figura de Ava y dio la casualidad de que la madre de Ana nos habló de ella porque la llevó a verla a una tienda en Madrid cuando era pequeña. En España era parte de nuestra biografía. Junto a Hemingway y Orson Welles, nos puso en el mundo y reivindicó nuestra cultura”.
“Queríamos retratar su vida en algún episodio breve en el que quedara clara toda su forma de ser, evitar la biografía lineal”, cuenta Miralles, que resalta cómo se enfoca en capturar la esencia de la actriz sin quedarse en el estereotipo. Esta decisión permite a los autores esbozar una Ava íntima y vulnerable. El aura de fascinación que rodeaba a Ava Gardner, rediviva por el lápiz de la dibujante, ha sido fundamental para que el proyecto funcione, y ha supuesto un esfuerzo importante para el equipo creativo: “Tuve claro que, si me obsesionaba en que pareciera a la de las fotos, me iba a volver loca y el resultado iba a ser un pastiche”, explica Miralles. La dibujante madrileña subraya que Ava “tiene fotos muy diferentes incluso dentro del mismo año, porque se sometía a tratamientos de estética y de adelgazamiento antes de cada rodaje. Decidí aprender sus proporciones y sus medidas y la dibujé libremente”, destaca. Sin embargo, la construcción del personaje fue más allá de lo visual. Como señala Ruiz: “Para mí, el reto era que Ava no se mostraba como ella misma, ni siquiera utilizaba su propia voz, porque tenía un acento muy fuerte del sur. Por las películas nunca sabrás cómo era. La clave de cómo hablaba ella me llega a través de un libro de entrevistas. Si te llamaba ‘darling’ te ponías a temblar, porque si era amistosa te llamaba ‘honey’”.
“Ava” es un viaje en el tiempo a una época que va más allá de una cuidadísima ambientación para mostrar cómo la realidad de una mujer que quería salirse de lo establecido, aun siendo una estrella y sex symbol, estaba fuertemente castigada por una amplia variedad de estamentos. Y lo hace mostrando una cercanía por la mujer que no rehúye el mito.
Pep Domingo, Nadar (Castellón de la Plana,1985), dibuja en “Truman Capote. Regreso a Garden City” (Astiberri, 2024) a Truman Capote como un personaje difuso, siempre en el límite entre lo auténtico y lo teatral, siguiendo un guion del francés Xavier Bétaucourt (Lille, 1963). Las máscaras y ambigüedades de Capote son un reto que el autor logra expresar sin caer en el trazo fácil o la caricatura. Para Nadar, “la figura de Capote se mueve en un juego constante de dobles, de luces y sombras”, un enfoque que, lejos de resultar simplista, mantiene al lector en una tensión sutil. En el cómic, Capote es, en palabras del dibujante castellonense, “un enigma gráfico”, uno que el lector debe desentrañar y que funciona casi como un reflejo de las propias ambivalencias del autor. Capote, en esta viñeta, es tan elusivo como poderoso, dejando ver una imagen que quizá no es definitiva, pero sí honesta en su rareza.
“Los personajes de esta obra fueron difíciles y farragosos. Todos son muy ambiguos en su manera de pensar. Capote era una persona con una máscara", explica Nadar, que tenía claro que lo más importante era “alejarse de la caricatura, no quería convertir a Capote en un guiñol. Su figura tenía un tono y un amaneramiento en sus movimientos muy característico y que sorprendía mucho. En el tebeo no se puede transmitir eso, de modo que me he tenido que centrar en su expresividad. Como dibujante ha sido un trabajo bastante difícil, porque quería que existiese en el dibujo, que transmitiese”. Consciente de que “se ha contado todo, se ha hablado todo, estamos en la era de la posmodernidad”, Nadar asegura que al género biográfico solo le queda ser honesto e intentar aportar una perspectiva interesante. En su caso, revisitar los pasos de Truman Capote a lo largo de uno de sus momentos más célebres, como es la gestación de su obra maestra “A sangre fría” (1966) y la adaptación cinematográfica de Richard Brooks en 1967, viene acompañada de una cara B, de una visión menos habitual en biografías al uso que, entre lo documental y la recreación ficcionada, aportan un valor que va más allá de relatar una historia ampliamente conocida. “Es una especie de magia cuando empiezas a trabajar”, reflexiona Nadar sobre el proceso creativo. “Es muy intuitivo. Hay un momento en que llegas a tu personaje, a ese Truman Capote que no es 100% real ni 100% caricatura. En muchas ocasiones decido dibujarlo en tramas opacas para mostrar esa personalidad doble, que muestre su ambigüedad y su hipocresía”.
El volumen con la doble biografía “Che / Evita” (Reservoir Books, 2024) supone la recuperación de dos proyectos singulares que tienen en común al guionista argentino Héctor Germán Oesterheld (1919-1977), cocreador de la seminal “El Eternauta” (1957-1959, junto con el dibujante Francisco Solano López), asesinado por la dictadura argentina, y la familia de dibujantes compuesta por el uruguayo Alberto Breccia (1919-1993) y su hijo Enrique Breccia (Buenos Aires, 1945).
El primero de esos cómics, la biografía de Ernesto “Che” Guevara titulada en su primera edición “Vida del Che”, apareció originalmente en 1968 en Argentina, donde fue secuestrada y censurada por la dictadura de la época. En ella, Oesterheld juega con acierto un tono en el que no oculta sus pulsiones políticas mientras se acerca a una figura de tan importante significación en la época, acentuando el tono de trascendencia y empaque a través de un Alberto Breccia en la plenitud de su vertiente más expresionista, que contó con la participación de su hijo Enrique. La obra está envuelta en un halo de malditismo, ya que los originales fueron destruidos y su trayecto editorial ha sido tortuoso; en España no estuvo disponible en una nueva edición desde 1987. “Ese fue un trabajo que a mí me cambió, no digo la vida, porque tampoco es para tanto, pero fue muy importante”, declaraba Enrique Breccia en 2023. “Fue la primera vez que me pagaban por dibujar, lo cual para mí fue una maravilla. Era mejor eso que estar haciendo sándwiches de noche, entre putas y ladrones en la estación, o bajando cajas de cosas. Conseguí una cartulina inglesa que se usaba en publicidad y ya no se fabrica. Se podía raspar, entonces uno ponía la tinta ahí y se raspaba. Mi parte del ‘Che’ está hecha con un cuchillo; estéticamente es un trabajo que me sigue gustando todavía hoy”, contaba.
El caso de “Evita” es igualmente interesante. En su primera edición, en 1970, el texto original de Oesterheld sobre la vida de Eva Perón fue remplazado por otro, escrito por el argentino Luis Alberto Murray (1923-2002), periodista, historiador, poeta, e intelectual militante peronista. La aparición del guion original de Oesterheld encontrado en el estudio de Alberto Breccia, ya fallecidos los dos, propició la edición que se recoge ahora en este tomo. El trabajo gráfico de Alberto y Enrique Breccia se mantuvo, y cambiaron los textos de apoyo de las viñetas (la obra no incluye bocadillos de diálogo al uso). Aunque la biografía del Che Guevara funciona mejor en todos los aspectos que la de Evita, que resulta un tanto agreste en su lectura y de la que “no se vendió ni un ejemplar”, declaró Alberto Breccia en 1973, ambos constituyen un díptico de gran interés no solo sobre dos figuras latinoamericanas fundamentales en la historia de la segunda mitad del siglo XX, sino sobre un importantísimo pedazo de la historia y la historieta argentinas. ∎