Hubo cierto revuelo en el mercado francobelga cuando se supo que Blutch (Christian Hincker; Estrasburgo, 1967) estaba trabajando en un episodio de “Tif y Tondu”. El autor de álbumes tan herméticos como “Velocidad moderna” (2002; La Cúpula, 2010) o “La luna al revés” (2014; Norma, 2016) –que entonces se acababa de publicar– se disponía a revivir una saga clásica de aventuras para todos los públicos. Consciente de que se trata de un trabajo distinto, Blutch recurre a su hermano Robber (Patrick Hincker; Estrasburgo, 1971) para el guion; en realidad, le escribe una especie de novela corta esencialmente dialogada que él adapta al formato de historieta. El resultado es “Tif y Tondu. ¿Dónde está Kikí?” (2019-2020; Dolmen, 2023; traducción de Juancho Ferrús), un álbum que mezcla aventura, misterio y fantasía y logra algo tan difícil como agradar a quienes buscan historietas de puro entretenimiento y a quienes prefieren un trabajo de autor y menos comercial.
“¿Dónde está Kikí?” arranca cuando Tif y Tondu desenmascaran al célebre marchante de arte Patrice Goret de Saint Guy, que guarda 63 pinturas maestras cuyo robo había sido denunciado. Los dos protagonistas usan el caso para escribir una de sus novelas y será precisamente en una sesión de firmas cuando se enterarán de que su amiga Kikí, la condesa Amalia d’Yeu, ha desaparecido. La aventura, significativamente ambientada en 1985 –era una exigencia de Robber que no hubiera teléfonos móviles en esta historia–, está narrada con eficacia y el dibujo es superlativo. Las seis páginas que abren el relato son una proeza de ritmo, de diálogos y de composición. En cuanto a las virtudes gráficas de Blutch, aunque no son ninguna novedad, aquí se subliman con una cuidada representación de escenarios y atmósferas que lo acercan más al Tardi de “Calle de la Estación, 120” (1988) que al dibujo original de “Tif y Tondu”, el llamado style atome de la escuela de Marcinelle asociado a la revista ‘Spirou’. Es muy llamativo ver cómo Blutch combina sin solución de continuidad un registro caricaturesco más realista con otro registro mucho más cartoony realzado con un poderoso claroscuro hecho con pincel seco (con colores expresivos de Delphine Chedru y Roman Gigou).
La serie belga “Tif y Tondu” (1938-1997) –que en España edita Dolmen– fue creada por Fernand Dineur (1904-1956) en el primer número de la revista ‘Spirou’ en 1938, se hizo popular a partir de 1954 con guiones de Rosy (1927-2013) y dibujos de Will (1927-2000) y adquirió un renovado interés a partir de 1968 al escribirla Maurice Tillieux (1921-1978). Cuando se publica “Tif y Tondu. ¿Dónde está Kikí?”, la serie está casi olvidada: el último álbum data de hace más de 20 años.
La decisión de Blutch no obedece pues a cuestiones comerciales, sino sentimentales y artísticas. “El cómic es hijo de la infancia”, advierte el autor en una entrevista de 2019 con ‘Les Arts Dessinés’. En efecto, retomar “Tif y Tondu” suponía recuperar una lectura de niñez que el dibujante compartió, precisamente, con su hermano. En cuanto a las razones artísticas, cabe recordar que la reinterpretación de obras ajenas tiene gran importancia en Blutch. El ejemplo más claro es el álbum “Variations” (2017), un libro que aborda el cómic como objeto artístico y que sitúa el gusto por la cita y el préstamo en primer plano al reinterpretar una treintena de páginas de historietas de diferentes autores. Como buen amante del jazz, a Blutch le gustan las versiones (en diciembre publicará “Les Indomptés”, un álbum en solitario donde dará su visión del vaquero Lucky Luke). Es quizá el autor más “jazzístico” del cómic contemporáneo. Y en todas sus recreaciones hay una aproximación plástica y a la vez emocional, hay homenaje y también búsqueda para encontrar la esencia de un autor, de una obra o de un estilo. La cita, la ironía y la recontextualización son algunas de las características del posmodernismo artístico. Con Blutch descubrimos que retomar una serie clásica puede ser un ejemplo de práctica posmoderna. Buena prueba de ello es la relectura que hacen Blutch y Robber del villano recurrente de la serie, Sr. Choc: “Todo es posible –dice Tif–, pero hace mucho tiempo que no se le ha vuelto a ver y dejó de complicarnos la vida”. A lo que Tondu añade tajante: “Éramos nosotros quienes le complicábamos la vida”. Un diálogo que reinterpreta el canon narrativo de la serie. ∎