El período en que está rodada esta película es para muchos norteamericanos una época de leyenda. Lo es por los sucesos históricos que les tocó vivir y porque surgieron personajes como
Bob Dylan, una leyenda por sí mismo. Por eso acercarse a un momento tan primigenio de su carrera ha de dar la sensación de que se abraza un pedazo de historia de los irrepetibles.
El pulcro y a veces vaporoso blanco y negro de la cinta arranca con un niñato que ya arrastra masas cuando se presenta en el festival de Newport en 1963, repartiendo su horario por los quioscos de día y el escenario principal de noche. Ahí ya canta
“With God On Our Side” junto a Joan Baez y cierra con un litúrgico
“Blowin’ In The Wind”. En 1964 se le ve más suelto, con indumentaria moderna y gesto maduro, estrenando
“Mr. Tambourine Man”. Hay situaciones de camaradería impagable, como la de Johnny Cash en su propio set rindiéndole admiración. Por supuesto, sigue ahí Baez, quien no para de entrar y salir, e incluso le hace una cariñosa imitación. Al fin y al cabo, si estaba allí era porque Dylan quería.
Llegados a 1965, asistimos al momento que sacudió los cimientos de la música popular tal y como la conocían en el período prerrevolucionario. De noche, aquel Dylan aparece en el escenario acompañado. Entre los elementos que lo rodean, hay, por si fuera poco, varios instrumentos eléctricos. Uno de ellos, su guitarra. Hoy sigue impactando el contraste del griterío ensordecedor del público pidiendo más al final de la actuación de 1964 y tras el pase diurno de 1965, con el abucheo que se produce de noche entre el blues demente de
“Maggie’s Farm” y la épica de
“Like A Rolling Stone”. El sonido de ambiente no es el idóneo, pero queda patente que el director,
Murray Lerner, ha buscado resaltarlo con un plano general del recinto. Musicalmente, es el momento más intenso del documental (con subtítulos en castellano), después de una hora larga de folk campestre y de buen rollo donde el carácter indomable de Dylan casi queda diluido. En 1965, el pequeño Bobby ya había decidido ser otra cosa. Pero esa es una historia que ha dado y dará para muchas otras películas. ∎