Cómic

Calonge

Delirio gráficoLa Cúpula, 2024

La revista ‘El Víbora’ (1979-2005) sigue siendo de las más recordadas del primer bum del cómic adulto en España por buenos motivos. Su plantilla inicial, proveniente del underground barcelonés en su mayoría, se convirtió en faro de mucho de lo que vendría después, y nombres como Miguel Gallardo, Max o Nazario influyeron profundamente a las siguientes generaciones. Sin embargo, La Cúpula recupera ahora todas las aportaciones a la revista de uno de sus autores más oscuros y olvidados: Antoni Calonge i Fontcuberta, Calonge (1956-1988).

Muy admirado por sus colegas y bregado previamente en editorial Bruguera y la revista satírica ‘El Papus, a Calonge se le conoce hoy poco, sin duda perjudicado por el hecho de que nunca tuvo una serie o un personaje reconocible, pero también por su trayectoria errática y su inconstancia. Delirio gráfico”, de impecable edición, recupera todas sus aportaciones a ‘El Víbora’, historias del período 1981-1988, incluyendo algunas ilustraciones, y permite entender al artista de un modo más completo. Como dibujante, exhibe una inquietud experimentadora, una curiosidad por emplear diferentes técnicas que lo emparentan con Gallardo –con quien, de hecho, firma conjuntamente una de las historietas del libro, “Tarde gloriosa” (1986)–, y delata sus cualidades técnicas en el cuidado e interés por la arquitectura, marco de casi todas sus historias, tanto las que transcurren en interiores como las que suceden en las calles de ciudades sin nombre: ambas resultan, en las deformaciones de Calonge, igual de claustrofóbicas.

https://assets.primaverasound.com/psweb/9u1vazghocizk6cydpqo_1737729447193.jpg

Hay en su obra una ansiedad social que transforma los cuerpos y configura relatos no siempre inteligibles. A veces intentó amoldarse a ciertos códigos del género negro –“El secuestro” (1981), con guion de Rodolfo–, otras recurrió a adaptaciones de relatos de Henri-Pierre Cami o Ambrose Bierce; pero, leída en un único volumen, su obra resulta plenamente coherente porque toda ella gira en torno a un mismo eje: la paranoia, potenciada por sus perspectivas abismadas y sus planos y contraplanos forzados que configuran espacios urbanos vertiginosos y peligrosos, donde todo el mundo es un enemigo; la misma visión desconfiada que Golpes Bajos trazaron en su también paranoica “No mires a los ojos de la gente” (1983).

Esa paranoia se sublima en fantasías misántropas y, hay que decirlo, algunas veces misóginas; Calonge fetichiza la violencia y el asesinato, y siente fijación por los atropellos y los homicidios. “El ciego con la pistola” (1982), de nuevo sobre guion de Rodolfo, ilustra perfectamente esa fantasía destructiva, el sueño de una masa aborregada acribillada a balazos sin motivo alguno, más allá de la inestabilidad de dos inadaptados sociales. “Incendio en la ciudad” (1987), una de sus piezas más largas, lleva al extremo el hechizo apocalíptico en escenas de destrucción dibujadas con un indisimulado gozo.

https://assets.primaverasound.com/psweb/7wm6k2ilj1ktwxyzhdci_1737729808650.jpg

Siempre con un claro componente intuitivo, las historias de Calonge resultan transparentes en su opacidad y revelan las obsesiones y miedos del autor mejor que cualquier autobiografía. Un terreno al que también se asoma de manera esquinada, mediante lo puramente gráfico, en páginas de deslumbrante hiperrealismo en las que dibuja lo que ve a su alrededor con una fascinación por lo común casi infantil, tituladas “Ya nunca me llamas” (1985-1988).

Esta antología de Calonge es el retrato de un impulso no siempre consciente, que atrapa en su lectura porque sabemos que estamos entrando en un terreno íntimo. Incluso en aquellas historias difícilmente comprensibles entendemos que el autor nos está abriendo su mundo tan bien como puede, a veces con desesperación. Parece la obra de alguien que necesita comunicarse y solo puede hacerlo mediante dibujos que desconciertan porque se mueven entre la furia rabiosa de ciertos trazos y el frío delineado de los espacios, pero que también evidencian una querencia por la belleza deformada, en la que Calonge se recrea con técnicas de dibujo y, sobre todo, color, que necesariamente precisan de mucho tiempo: si por algo destacan las páginas de este libro es por la certeza de que nada importaba más al autor que cada una de ellas en el momento de concebirlas.

https://assets.primaverasound.com/psweb/vd59uvz1daddzhnogtkp_1737729629881.jpg

Como si le fuera la vida en ello, este puñado de páginas erráticas, intentos frustrados de serialidad como “Pasión y muerte de Bruto” (1984-1988), escenas quinquis, sexo turbio, heroína –con cierta dosis de mitificación muy de la época– y, en definitiva, pulsión de muerte revelan la personalidad artística única de Calonge, un dibujante abocado a lo anticomercial –evitemos la sobada etiqueta de “artista maldito”– que, sin embargo, plasmaba su visión del mundo con determinación. Muerto prematuramente un 25 de diciembre a la edad de 32 años por sobredosis quizá intencionada (su hermana Rosa Maria Calonge sostiene que fue suicidio premeditado), su testamento artístico inédito se incluye en este “Delirio gráfico”: una adaptación de un relato de Boris Vian que, bajo el título “Las calles mojadas de la ciudad de noche”, encaja perfectamente en su propio universo y, que, quizás inevitablemente, tuvo que quedar inacabado.

El libro lo cierra un breve texto biográfico sin firmar que se remata con la idea de que la escasa obra de Calonge todavía hoy parece venida del futuro”. Yo disiento cordialmente; me parece que sus historias, aunque intrínsecamente personales, son también puramente ilustrativas de las ansiedades de la cínica década los ochenta, del individualismo, de la ruptura del pacto social; representan el lado oscuro del relato de la modernidad. La clave de su originalidad reside en el punto de vista y en el grafismo alienígena de Calonge, quien nos da directamente las coordenadas para entender su trabajo en una de sus historietas, “Colgao” (1983): Todo, de pronto, había pasado de ser vertiginoso para un estado de sensibilidad aguzadísimo a ser alucinantemente cotidiano”.

Etiquetas
Compartir

Contenidos relacionados