“¿Qué queremos de los otros? Es la pregunta fundamental que se plantea el arte y la literatura”, afirma Chris Ware (Omaha, Nebraska, 1967) en una entrevista que se puede ver en su exposición “Dibujar es pensar”, instalada hasta el 9 de noviembre en el CCCB barcelonés. La cuestión da para muchas elucubraciones, pero es muy fácil saber qué queremos de Ware: que no cese su constante ampliación de los horizontes de un lenguaje cuyo potencial no se agota. Y que lo haga como hasta ahora, para conectarnos a los otros y con nosotros mismos, para emocionarnos.
La muestra, que ha itinerado por varios países europeos –Francia, Italia, Alemania, Países Bajos y Suiza–, ofrece en esta última parada, comisariada exquisitamente por Jordi Costa, una versión ampliada con una videoentrevista de la escritora y amiga Zadie Smith (“¿Una lectura reconfortante? Con cualquier cosa de Chris Ware”, ha declarado, “es reconfortante saber que solo me espera placer durante unas horas”; en el vídeo afirma que Ware se parece físicamente mucho a sus avatares de cómic, el equivalente dibujado a la voz narrativa de un escritor), algún interactivo añadido y un rincón con piezas de su propia colección dedicado a los orígenes del cómic que tanto ha reivindicado: las tiras de prensa de las primeras décadas del siglo XX de Cliff Sterrett, Frank King o George Herriman, referentes fundamentales en su obra.
Si adentrarse en una obra de Ware es perderse en un entramado diagramático y panóptico de densas conexiones, exponer su universo es un reto. En este caso, el diseño expositivo parece inspirado en la narrativa del autor, pues invita a renunciar al recorrido lineal y dejarse llevar por los diez espacios temáticos que ofrecen un itinerario cronológico por sus cómics –“The ACME Novelty Library” (1993-), “Jimmy Corrigan” (2000), “Quimby The Mouse” (2003), “Fabricar historias” (2012), “Rusty Brown” (2019)–, más la singular propuesta “Pedantry & Pedagogy” (2018), sus colaboraciones con ‘The New Yorker’ y sus obsesiones (los orígenes, la música ragtime, los cuadernos de bocetos arquitectónicos).
Exponer cómics sigue siendo un desafío –que el CCCB ya resolvió muy bien en la colectiva “Constelación gráfica. Jóvenes autoras de cómic de vanguardia” (2022-2023)–. Reducirlo a exhibir originales parece ya superado. En este sentido la muestra consigue un equilibrio atractivo entre el material impreso en múltiples formatos y soportes, desde paredes viniladas a ejemplares impresos de las publicaciones, maquetas, dibujos originales y animaciones.
Una impresión gigante del edificio de “Fabricar historias” marca el inicio, que más adelante podremos ver en tres dimensiones, ya que en una vitrina se encuentra montada la maqueta con el plano que incluye la caja de “Fabricar historias” que pocos se habrán atrevido a cortar. Una metáfora perfecta de la arquitectura emocional que ha construido a lo largo de los años con una obra catedralicia. Grandes impresiones cubren paredes completas sobre las que se exponen los originales y crean composiciones reticulares. Ver los originales de un artista artesano que dibuja y rotula a mano en grandes formatos junto a sus cuadernos de bocetos en un estilo “irreconocible”, de dibujo figurativo más clásico respecto al cartoon sintético de sus cómics, es una experiencia suprema.
La selección de objetos y esculturas que complementan cada una de las secciones, como la máquina expendedora de libros de ACME Novelty Library, esculturas de sus personajes en papel o la fiambrera Rusty, acaban de completar una inmersión analógica en el universo de un artista extraordinario.
Cuando en 1993 apareció “The ACME Novelty Library” sin firmar, muchos lectores pensaron que se trataba de una propuesta colectiva por la dimensión artística y por la riqueza y variedad formal del material. La publicación se presentaba como la revista de una editorial ficticia. Además de anuncios falsos con críticas ácidas al capitalismo o el colonialismo cultural, siguiendo la lógica fractal que tanto aprecia, en sus páginas aparecieron temas y personajes icónicos de sus trabajos posteriores, como “Jimmy Corrigan” o “Rusty Brown”. La publicación de los libros recopilatorios de ambos personajes, en 2000 y 2019 respectivamente, lo confirmaron como un autor imprescindible. Un autor que ha revolucionado el lenguaje del cómic y lo ha situado, como observó el barcelonés Max, en una nueva era, la era Ware.
No contento con eso, Chris Ware ha recuperado la historia del medio, impulsando la publicación y revalorización de clásicos olvidados (Frank King entre ellos), y nunca una propuesta suya ha supeditado la forma al contenido. Considera el cómic un lenguaje superculto, capaz de mostrar el flujo de la experiencia y la consciencia como ningún otro, y apto para abordar la complejidad y profundidad de la existencia humana, como tan bien ha evidenciado su propia obra.
La exposición se cierra con los carteles diseñados por el artista para cada una de las estaciones europeas de esta muestra y un espacio de mediación. Además de biblioteca con sus cómics, dicho espacio incluye una propuesta participativa inspirada en “Fabricar historias”: una gran retícula mural invita a los visitantes a dibujar viñetas creando una narrativa coral y local centrada en Barcelona.
En octubre continuarán las actividades vinculadas a esta exposición: el taller “Fragmentos de ayer” con Nadia Hafid el día 4, y “Páginas escondidas” con Marc Torices el día 11. Además, la edición del próximo Kosmopolis –del 22 al 26 de octubre– rinde homenaje al cómic de autor y contará con la presencia de, entre otros, Chris Ware, Art Spiegelman y Keum Suk Gendry-Kim. Nada más y nada menos. ∎