Una de las reacciones más comunes al tráiler de “De yakuza a amo de casa” (Netflix, 2021- ), la adaptación animada del manga de Kōsuke Ōno, fue de perplejidad: “El presupuesto para la animación se ha ido todo a la voz del protagonista”; “¡es una presentación de Powerpoint!”; “el estudio pensó que la animación de la serie no podía ser mala si no tenía animación en absoluto”, proclamaban varios comentarios de YouTube. Es cierto que esta adaptación es peculiar en varios aspectos: sus cinco episodios –de unos 15 minutos cada uno, divididos a su vez en miniepisodios de 2 o 3 minutos– están más cerca de una webserie flash de los primeros 2000 que de las series actuales en cuanto a factura técnica. Pero la decisión de Chiaki Kon y J.C. Staff, el estudio responsable de la adaptación del manga publicado desde 2018 en Japón (en España está editado por Ivrea), entronca con una tradición nipona de “dibujos inanimados”, y cobra sentido por el surrealismo de su historia: un yakuza legendario de nombre Tatsu y de apodo Dragón Inmortal decide retirarse del mundo del crimen para dedicar todo su tiempo, esfuerzo y pasión a ser amo de casa mientras Miku, su esposa, se desloma en un trabajo de oficina.
Esta premisa basa toda su vis cómica en la subversión de unos roles de género que aún son muy estancos en la sociedad japonesa: allí, por ejemplo, todavía es habitual que las mujeres dejen sus trabajos después de casarse para dedicarse a la familia y el hogar. De ahí que la idea de “De yakuza a amo de casa” tenga algo de revolucionaria en Japón y al mismo tiempo pueda percibirse como ingenua en parte del mundo occidental. Pero eso no quita que sea una serie tremendamente divertida, gracias a la confrontación constante entre situaciones cotidianas –pasar la Roomba, ir a clase de yoga, hacer la compra en el súper– pasadas por la óptica y métodos de… pues eso, un criminal retirado. La animación mínima, a veces incluso inexistente, hace que la sensación sea la de estar leyendo un cómic en pantalla, pero su ritmo frenético compensa totalmente la narrativa.
Puede que también contribuya a esta decisión estética el hecho de que ya existiera previamente una serie de imagen real, por ahora solo disponible en Japón. Mientras tanto, Netflix apunta al mercado global para una historia que, sin llegar al nivel de surrealismo de cumbres del delirio como “Bobobo”, “Sargento Keroro” o incluso “Neo Yokio”, sí presenta una perspectiva refrescante y sin pretensiones. De hecho, esta apuesta por el slice of life la empareja más con obras como “El gourmet samurái” y “La cantina de medianoche: Historias de Tokio”, ambas muy recomendables y disponibles también en la plataforma de streaming. Parece que el experimento está cuajando, puesto que Netflix ya ha anunciado que habrá una segunda parte de esta primera temporada. ¿Con qué tareas del hogar absolutamente mundanas quedará totalmente fascinado nuestro Dragón Inmortal en sus próximas aventuras? ∎