“¿Alguna vez te preguntas si hay algún lugar diferente?”, le suelta Jules, de 17 años, a su madre de 42, Mary Pat, al inicio de “Golpe de gracia” (“Small Mercies”, 2023; Salamandra Black, 2024; traducción de Aurora Echevarría), de Dennis Lehane (Boston, 1965). La protagonista de la novela del creador de “Mystic River” (2003) y “Shutter Island” (2010) se crió en los bloques de viviendas de protección oficial de Southie, un barrio de Boston de inmigrantes irlandeses en el que todo el mundo se conoce, en el que todos comparten una misma cosmovisión, donde el racismo campa a sus anchas y donde, desde luego, preguntas existenciales como esta no es que tengan respuesta, es que pocos pueden permitirse hacérselas. Veinte páginas más adelante, Jules ha desaparecido. No ha vuelto a casa desde que se fuera la noche anterior con su novio y amigos de botellón al parque. Tampoco aparece la noche siguiente. Ni la otra. Y, mientras tanto, Mary Pat se entera de que, la noche de su desaparición, un joven afroamericano ha perdido su vida en extrañas circunstancias en el metro. Resulta, de hecho, que es el hijo de su compañera de trabajo en una residencia de ancianos. En un mundo idílico, juntas podrían desgranar el misterio. En el Boston de 1974, justo antes de que la desagregación de las escuelas públicas estallara en violencia, el abismo que las separa es insalvable.
Y, así, de la noche a la mañana, Mary Pat lo ha perdido todo. Una mujer cuyo primer marido, un gángster de poca monta, tuvo que ser declarado muerto, cuyo segundo marido la dejó después de aguantar toneladas de odio y cuyo primogénito murió de una sobredosis de heroína mientras lidiaba con el estrés postraumático de Vietnam. La novela, entonces, empieza a preguntarse qué te queda cuando no te queda nada. Cuál es tu motor cuando has crecido en un barrio regido por el determinismo (“son pobres porque en este mundo hay una cantidad limitada de suerte y a ellos simplemente no les ha tocado”) y el conformismo (“son cosas que pasan”, “esto es lo que hay”, “¿qué le vas a hacer?”, se lamentan sus vecinos).
Lehane nos ayuda a entender a la protagonista a través de los ojos del policía que lleva su caso, y que llega a plantearse una paradoja que asusta. Esta Mary Pat tiene unas cualidades que parecen imposibles de coexistir. “En el interior de aquella mujer hay algo irremediablemente roto que, al mismo tiempo, es del todo inquebrantable. [...] A lo largo de su vida ha conocido a personas que, como los antiguos chamanes, tienen un pie en cada mundo: este y el del más allá, y cree firmemente que, cuando uno se las encuentra, es mejor que les dé todo el espacio del mundo o podrían succionarlo y llevarlo consigo al otro mundo cuando se van”. “Golpe de gracia”, por tanto, parte de un whodunit al uso para convertirse en un estudio de personaje, una Mary Pat Fennessy que, invadida por una furia divina más propia de la mitología griega, empieza su particular historia de venganza, un descenso a los infiernos que concluye en unas últimas cincuenta páginas de pura catarsis que es un espectáculo digno de ser disfrutado. Por el camino, también le queda tiempo al autor para hacer un retrato del momento sociopolítico de ese Boston en el que creció. Y hace bien tanto en no romantizar a la clase obrera como en lanzar el dedo acusador y pedir responsabilidades a una élite que exige a los de abajo unos esfuerzos en aras de la igualdad y los derechos de turno sin aplicarse esta el cuento.
Dice Dennis Lehane, uno de los pocos escritores de éxito a los que las cosas también le están yendo de maravilla en la televisión (solo Stephen King entraría en este ilustre club después de que gente como Richard Price haya tenido que bajarse del barco), que esta bien podría ser su última novela. Él fue, de hecho, el creador de “Encerrado con el diablo”, la mejor serie que nadie vio en 2022, y también ha anunciado que la propia “Golpe de gracia” tendrá su propia adaptación catódica, también en Apple TV+, con Lehane como creador. Hay momentos que pareciera como si la novela estuviese escrita exactamente para ese propósito (con todo lo bueno y poco de lo malo que ello representa).
La sucesión de giros argumentales supondrá una colección de episodios culminados por cliffhangers que mantendrán al espectador al filo del sofá, la protagonista solo puede ser Amy Adams y ese trasfondo político-social, con un racismo que en el libro incomoda sin nunca imponerse como el eje central de la narración, podrá explorarse más en un largo formato. La novela, tras menos de 350 páginas, acaba donde tiene que acabar, con un final cerrado y coherente, tocando con los pies en el suelo en una última frase que, como epitafio para la fulgurante carrera literaria de Lehane, no está del todo mal. “Le cuenta lo que puede recordar de su vida, con todos sus altibajos, sus sueños truncados y sus alegrías sorprendentes, sus pequeñas tragedias y sus pequeños milagros”. ∎