Película

Fantasías de un escritor

Arnaud Desplechin

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Las ficciones de Arnaud Desplechin (Roubaix, 1960) tienen un innegable poso literario. Que el cineasta francés haya manifestado más de una vez que en ocasiones se ha sentido como un novelista frustrado da muchas pistas sobre su vínculo con la palabra, con todo aquello que la propulsa para situarla en un lugar excepcional. En “Fantasías de un escritor” (2021, estrenada en España el pasado 3 de junio), el cineasta adapta “Engaño” (Philip Roth, 1990) para hacer de la palabra el lazo erótico que liga los cuerpos de Philip –interpretado por Denis Podalydès, escritor sosias de Roth– y una joven inglesa de clase alta encarnada por Léa Seydoux. Es también un elemento de duda y de engaño, una ilusión de prestidigitador verbal.

El primer engaño: la voz narradora de la película. “Fantasías de un escritor” ocurre en Londres en algún momento de 1987 y, aunque sea Seydoux quien ponga primero en escena el amor fou de los protagonistas explicando quién es y cómo conoció a Philip con un prólogo confesional en la intimidad de un boudoir, no sabremos con certeza quién de los dos está explicando el relato. Al fin y al cabo, el cine es un salto al vacío de la credulidad y, de la misma manera en que Seydoux se tapa juguetonamente los ojos a petición de Philip para describir la habitación en la que se encuentran, el espectador se lanza a dejarse embelesar por una película que es un constante ejercicio de seducción y, por tanto, de fe. Un pacto con el espectador.

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Afirmar que Desplechin ha realizado la mejor adaptación cinematográfica de Philip Roth (1933-2018) tampoco es decir mucho, habida cuenta de la poca picardía que destilaban anteriores cintas basadas en obras del estadounidense. Pero en verdad lo ha conseguido, sobre todo porque “Fantasías de un escritor” no se amilana ante las complejidades de un deseo masculino absorbente, del que Roth siempre ha hecho gala. Desbordado entre las cuatro paredes de un despacho londinense cada vez que el personaje de Seydoux lo pisa, su deseo –con luces y sombras, del enamoramiento a la obsesión– funciona también como catalizador reflexivo de una vida con más pasado que futuro.

La manera en que el director dispone ese magma romántico y fabulador es arrebatadora, como el personaje de Seydoux. Estructurada en capítulos de forma cronológica, la película se encierra y sin embargo se mueve –gracias a la fotografía de Yorick Le Saux y al ágil montaje de Laurence Briard– en los marcos de una historia casi de cámara, tan intimista que a veces parece ajena al mundo exterior si no fuera por las diversas notas al pie que la enmarcan.

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La primera nota al pie: Praga, con Madalina Constantin en el rol de una amante checa que evoca los días felices compartidos y la persecución que sufrió por parte de las autoridades soviéticas. La segunda: Rosalie, escarceo amoroso del pasado que, con la fragilidad interpretativa de Emmanuelle Devos, afronta un diagnóstico de cáncer. La tercera: una estudiante interpretada por Rebecca Marder que explica sus problemas de salud mental. Pero quizá la cuarta nota al pie sea la definitiva, tal vez el verdadero esqueleto de la historia, siguiendo las escenas domésticas del protagonista y su esposa, que a través de una intensa discusión articulan un giro narrativo quizá algo obvio pero sin duda revelador de las aspiraciones metaficcionales del filme.

“Fantasías de un escritor” es un sinuoso diálogo entre la musa y el literato, cuyos roles como narrador se invierten en cada nueva etapa de su relación. Si el telón de la película se levantaba con una Seydoux rompiendo la cuarta pared, el corolario recupera más sutilmente a la actriz en tanto que autora de la historia. “¿Has leído ‘La Odisea’?”, le pregunta a Philip en la escena climática. “Por supuesto. ¿Quién serías? ¿Nausícaa, Calipso?”, contesta el otro intrigado. Cuando vemos el rostro de Seydoux negando querer ser cualquiera de esas dos ninfas que propone su partenaire, sabemos inmediatamente su respuesta. Bajo las formas ficcionales del romance, Desplechin desliza sus reflexiones hacia otros derroteros para elevar el trabajo de su actriz hacia un espacio predominante, tal vez porque en el gesto de los actores cree haber encontrado la belleza del cine. ∎

Seducción, sexo, amor, obsesión.
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