Las crónicas históricas oficiales dicen que Dick Turpin, famoso asaltador de caminos y una de las leyendas criminales de la Inglaterra del siglo XVIII, ni era de York ni tampoco un apuesto forajido. Mucho menos cierto era que tuviera un caballo llamado Black Bess y que, subido a su aterciopelado lomo, viajara de Londres a York tan veloz como el rayo, cubriendo más de 300 kilómetros en tan solo un día. El famoso bandolero se adelantó a la máxima fordiana sobre no-sé-qué de la leyenda que supera a la realidad y, obvio, tenía que llegar el momento en que alguien se riera de todo eso.
En “Las aventuras (completamente inventadas) de Dick Turpin” (2024-), el iconoclasta Noel Fielding es el responsable de bajarle los humos a uno de los prohombres más legendarios del true crime british. La leyenda de Fielding puede que no esté a la altura de la de Turpin, pero este rockstar catódico e ídolo glam del siglo XXI es uno de los showmen más queridos de la Pérfida Albión desde que nos conquistara con la imaginación surrealista que desplegaba en “The Mighty Boosh” (Julian Barratt y Noel Fielding, 2004-2007), las loquísimas historias de dos guardas de un zoo dirigidas por Paul King, y por su perfil de ultratumba como el vecino del armario de “The IT Crowd” (Graham Linehan, 2006-2010).
A Fielding le habíamos perdido el rastro durante un tiempo, dispersado entre concursos en diferentes cadenas británicas y especiales de humor puntuales, y su regreso como Dick Turpin ha venido acompañado del despliegue de disfraces imposibles y chascarrillos sobre su atractivo marca de la casa. No vamos a engañar a nadie si decimos que “Las aventuras (completamente inventadas) de Dick Turpin” está al servicio de la omnipresencia de Fielding, pero la sitcom, de seis episodios de apenas media hora de duración, es uno de esos vehículos personalistas que solo alguien como Fielding podía haber protagonizado.
Creada por Claire Downes, Ian Jarvis y Stuart Lane, tríada responsable de “The Job Lot” (2013-2015), juguetea con los tropos asociados a Turpin, hijo de carnicero y bandido por casualidad, para construir un personaje que encaje en el perfil cómico de Fielding, esto es, tan poco ducho en las cuestiones criminales, para empezar es vegano y pacifista, como tierno y carismático. Además, ver a Fielding ataviado de bandido new romantic con camisa de chorreras, pantalones de cuero, capas de terciopelo y seda y zapatos morados mientras mete la pata una y otra vez es, confesemos, a lo que hemos venido.
Quizá por ello el resto de los personajes aparecen como demasiado orbitales. Y más cuando en la nómina hay rostros reconocibles: Michael Fielding, el hermano de Noel, aquí como el primo de Turpin que lo releva en la carnicería familiar; Ellie White, Marc Wootton y Duayne Boachie como la banda de Essex; Hugh Bonneville en el rol del agente corrupto Jonathan Wilde, que aspira a encarcelar a Turpin. Entre muchos otros, porque no son pocos los que han arropado a Fielding en su nuevo asalto televisivo.
En verdad, el guion de la tríada de showrunners, junto a Jon Brittain, Richard Naylor y el propio Fielding, los tiene muy en cuenta y algunos de los mejores chistes salen de la boca de los personajes secundarios, sobre todo del agente Wilde. Hay gags recurrentes (la rueda que sale disparada de quién sabe dónde en el primer episodio, las apariciones de la paseadora de perros Linda o las de la escritora de panfletos que convierte a Turpin en leyenda), bromas irónicas y otras absolutamente idiotas, pero es innegable que, como un agujero negro, el tiempo y el espacio parecen plegarse alrededor de la figura de Fielding.
En realidad, para la aquí firmante tampoco supone un problema. La serie posee el formato ideal y el tono adecuado para degustarse desprejuiciadamente. Es cierto que desde el primer episodio sabemos que “Las aventuras (completamente inventadas) de Dick Turpin” no va a influir en el medio como sí lo hicieron las anteriores incursiones de Fielding pero, habida cuenta del tiempo transcurrido entre esos hitos y este biopic sui generis y de todo lo que ha cambiado la televisión desde entonces, el actor sale más que victorioso del envite humorístico. A ver si se presta a una segunda temporada. ∎