Los varios intentos del movimiento punk para desmantelar o construir en las brechas del sistema no siempre han sido fructíferos, pero aún siguen golpeando con ahínco; a la espera de que alguno de sus ganchos sea el definitivo. Mujeres como Joan Jett o las Hole –pienso sobre todo en la batería Patty Schemel y su documental “Hit So Hard” (2011)– tumbaron algunas de las nociones de feminidad generalizadas, pero también atentaron contra la misoginia de su propio circuito. Laura Jane Grace (Fort Benning, 1980) es una de ellas. A título personal, fue la primera mujer trans que vi sobre el escenario liderando Against Me!, una de mis bandas favoritas de punk rock. Favorita hasta el punto de que aún canto “Evelyn I’m not coming home tonight!” cada vez que abro una Guinness, y a veces cumplo la promesa.
La primera vez que se mostró abiertamente como mujer fue en 2012 con una entrevista en ‘Rolling Stone’, pero antes ya había encontrado otras formas de musicarlo. En “The Disco Before The Breakdown” (2002) canta sobre el miedo a que se rían de su realidad, en “Searching For A Former Clarity” (2005) conecta con la feminidad durante su infancia y en “The Ocean” (2007) reconoce su verdadero nombre: Laura. Durante la fiesta de fin de año de 2011, Laura Jane Grace –antes conocida como Tom Gabel– interpretó la por entonces inédita “Black Me Out” confesándose frente a un público que aún necesitó más pistas para entenderla. Nos faltan muchos códigos para leer y escuchar a las identidades trans* (con asterisco), porque son múltiples.
Quien no busca no los encuentra, porque están escritos por teóricas como Susan Stryker, Sandy Stone o Julia Serano, cuyo ensayo “Whipping Girl” (Ménades, 2020) está recomendado por la propia Laura Jane Grace. Transfeministas históricas que, además, han sido recientemente traducidas al castellano. Pero si quieres ceñirte a la transición de Laura y su trayectoría con Against Me!, se resume en poco más de una hora en esta serie de AOL titulada “True Trans”, disponible íntegramente en YouTube. Ahora bien, hemos venido a hablar de SU libro y hay algunas claves a tener en cuenta para abordarlo.
El 80% de esta biografía (“Tranny. Confessions Of Punk Rock’s Most Infamous Anarchist Sellout”, 2016; Altamarea, 2021), coescrita junto a Dan Ozzi, responsable de ‘Noisey’ (‘Vice’), es desalentador. Las memorias de un punk egocéntrico en una espiral de autodestrucción, con muy poca empatía con el entorno y sin muchas pistas sobre sus iniciales ideales ¿anarco-qué? Giras ad infinitum, escarceos poco cuidadosos con mujeres, odio hacia sus compañeros de banda y un tonteo, muy poco anarquista, con los punks con bermudas –como les llama J. Robbins– y las discográficas mainstream. Un retrato sobre la misoginia y la homofobia interiorizadas que se avisa desde el propio título: originalmente “tranny” (aquí traducida como “trans”), que si se usa fuera de la comunidad tiene connotaciones despectivas y con el que Laura quería reflejar su propia transfobia al enfrentarse al proceso.
No escatima en crudeza para mostrar sus conflictos; no olvidemos que las fobias sociales no son solo propias, también forman parte de la herencia estructural. Y aunque el libro tiene momentos dudosos, por ejemplo que se muestren fotografías casi únicamente de antes de su transición, también tiene lecciones gloriosas. Con 6 años ve la imposibilidad de ser Madonna y luego encuentra su primer referente semiandrógino en Axl Rose. Entra en el punk por una falsa ilusión de inclusividad: “Se suponía que los lugares en los que tocábamos estaban abiertos a todo el mundo sin importar la edad, raza, clase, género o preferencia sexual, pero en su mayoría solo los frecuentaban chavales blancos que olvidaban los privilegios que tenían”.
Cuando se da permiso para mostrarse como mujer, ahí se opera el cambio en muchas capas de realidad. La lectura se vuelve más amable, se desencadena la empatía en el lector. Vemos como con muy pocas herramientas se enfrenta a las pruebas psiquiátricas –aún vigentes en el sistema sanitario actual–, con un doctor que solo quiere verla vestida como un estereotipo de la feminidad: “Quería gritarle que llevaba vaqueros y camiseta de mujer, que no podía hacer que el pelo me creciese más rápido”. Afronta el tratamiento hormonal y las reacciones de su círculo familiar: “Papá, quiero que seas un niño”. Un comentario ingenuo que cabalga la disforia.
A la vez, su transformación acompaña la del público. El séquito de anarcopunks que boicotearon sus conciertos por “vendida” se ve relegado por una oleada de adolescentes “agradecides” por que alguien dentro del punk-rock cante sobre sus realidades. Laura Jane Grace acompaña y es acompañada por sus oyentes. Imagino que se dicen: “Si tu deseas ser mujer, ¿por que no poder serlo? Si tu deseas ser la persona que te gustaría ser, ¿por que no serlo también?”. ¡Qué necesarios son los referentes! ∎