Serie

Locomía

Jorge Laplace(miniserie, Movistar Plus+)
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Verle el potencial comercial a un artista que está empezando –o que ni siquiera lo es– para desarrollarlo es un arte; es un arte vilipendiado, devaluado, despreciado, pero un arte. En el mundo de la música, la autoritis nos lleva a tener solo en consideración a los creadores, mejor cuanto más independientes, y si están torturados y luego se suicidan, el plan perfecto. Sin embargo, es fascinante ver cómo se pone en marcha toda la maquinaria de la industria para lanzar un concepto al gran público. Y si odiamos profundamente al capitalismo, lo que no se puede negar en el contexto de la música pop es que es divertido. Aunque no hablaríamos de pop o de rock si no hubiese existido antes la posibilidad de enriquecerse con la producción en masa de unos plásticos llamados discos.

El caso de Locomía es el paradigma de todo lo anterior. En los 80, con la delirante influencia de la moda de los Nuevos Románticos, la cultura discotequera alcanzó su apogeo. Esto es, por el día ser un don nadie, por la noche un dios en la pista de baile. La metamorfosis se producía merced al talento, la habilidad y la imaginación para maquearse. Con olfato para entender el zeitgeist, Xavier Font logró liarla tan parda con sus trajes y sus abanicos en Ibiza que cada noche se convertía en el centro de atención de las discotecas top de clientes más exclusivos. Por el día, sin embargo, dormía en un molino en la era, con sus compinches.

Xavier Font.
Xavier Font.

En esta miniserie documental dirigida por Jorge Laplace (Jerez de la Frontera, 1981), Font se refiere a esos amigos como su “harén”. Esa es posiblemente la gran sorpresa de esta biografía del grupo, su sinceridad. Es un divo malísimo y no solo lo admite y no se avergüenza de ello, sino que lo tiene perfectamente asumido. En esta época en la que parece obligado exhibir ideologías de cartón y falsas conciencias sociales, su narcisismo megalómano es un soplo de aire fresco. Te partes de risa, pero también te atrapa. Y si lo hace es porque sabemos que es real, que la gente es egoísta.

Esto podría haber quedado en nada, pero un día el productor José Luis Gil –lanzador de figurones como Miguel Bosé o Mónica Naranjo– estaba casualmente en una de esas discotecas. Vio el magnetismo personal que destilaba aquella troupe y entendió que, si le ponía banda sonora, tenía un pepinazo. A partir de ahí, empieza el documental sobre la manufactura de un producto musical de masas. Un viaje de placer.

La personalidad de Xavier Font –también que dos de los miembros originales de Locomía, Carlos Armas y Manuel Arjona, fueran sus parejas, y el otro, Lluís, su hermano– hizo que la grabación del disco fuera un sainete, aunque la industria les diera todas las facilidades. Tuvieron a Pedro Vidal y Cristóbal Sansano aportando ritmos solventes, todas las puertas abiertas para la promoción, no hacía falta ni que cantasen; lo hizo Gil. Solo se les pedía que aprendieran un par de coreografías, pero no.

José Luis Gil.
José Luis Gil.

Fue imposible llevar a buen término algo tan sencillo. Los celos, los delirios de grandeza, los atajos... Todo conspiró contra la plusvalía fácil, pero no lo hizo de forma trágica ni afectada, sino al más puro estilo editorial Bruguera. La forma en que Xavier Font se venga de Gil cuando ve que ya no tiene el control de su harén es un relato con tales giros –incluida la reencarnación del grupo con nuevos miembros– que perfectamente podría haber aparecido en el “Mortadelo y Filemón”.

Lo gracioso es que la propuesta podría haber volado muy alto. En Latinoamérica reventaron y se quedaron a las puertas de Estados Unidos; si no dieron ese paso fue por sus peleas intestinas. Tenían miles de fans enloquecidas. En este punto, entra otro debate. Se les prohibió expresamente que hicieran lo que fuese que pudiera mostrar su identidad sexual. La industria discográfica no solo vende melodías, su producto completo son sueños y hasta los sueños necesitan coherencia. No por casualidad, la frase más lapidaria que expresa una fan en “Locomía” (2022) es: “Me tocaba escuchando su música”. En la rama de la industria conocida como “fenómeno fan”, ese es el éxito. ∎

Una historia más grande que la vida: comedia, drama, tragedia.
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