Aunque Greil Marcus, en el prólogo, considere que
“Fuego eterno (Hellfire). La historia de Jerry Lee Lewis” es un panfleto implacable, deudor de esa tradición norteamericana tan dotada para el sermón, lo cierto es que el libro sobre la vida de
Jerry Lee Lewis (Ferriday, Louisiana, 1935) –escrito por
Nick Tosches (Newark, Nueva Jersey, 1949) y publicado originalmente en 1982; editado ahora por Contra en castellano– contiene todos los excesos documentables en un relato de rock’n’roll: éxito y despiporre, desplomes y abusos, con el escándalo como fiel compañero de The Killer desde que comenzara a aporrear el piano durante los cultos de la Asamblea de Dios (la secta pentecostal con la que se crió, a nivel espiritual) al tiempo que se empapaba de boogie-woogie y asimilaba las semillas negras del Delta.
Sin embargo, la crianza religiosa en grado extremo se revela como eje fundamentalista, y no solo por las menciones bíblicas (ese Calvario tras el matrimonio con Myra Gale Brown) que van dando paso a distintos capítulos, sino por los monumentales bandazos existenciales del Lewis hombre (bígamo reincidente, aspirante eterno a predicador, mantenedor de una casta dependiente) y del Lewis músico, que prendió la mecha desde la tradición del rhythm’n’blues y el góspel, achicharrándose a sí mismo para renacer como baladista vaquero.
Lo intrincado de su trayectoria invitaba a Tosches a tomarse esta biografía muy pero que muy en serio: como si de una novela se tratara, arrancando con las peripecias de los Lewis anteriores y la formación profesional del Jerry Lee niño, y siguiendo con el despegue de la mano de Sun Records (amén de la ignominia posterior). Manteniendo esa sensación de indomabilidad del artista –un tipo de los de antes, para el Bien y para el Mal–, como rescoldo sin aparente final. ∎