Libro

Richard Ford

Acción de GraciasAnagrama, 2008
“Acción de Gracias” (“The Lay Of The Land”, 2006) fue escogido mejor libro de 2008, cuando se publicó en España, en la lista del Rockdelux 269, el especial del resumen del año. Es un Richard Ford en el punto justo de tragedia, una comedia cínica que da pie al debate de grandes temas, como la enfermedad, la muerte, la familia, la política o la religión. Sílvia Pons reseñó el libro meses antes.

Para poner sobre antecedentes a aquellos lectores que todavía no lo conozcan, diré que Frank Bascombe, el protagonista de “Acción de Gracias” (2006), es un tipo normal y corriente que trabaja como agente inmobiliario y cuya única heroicidad es sobrevivir al día a día. A los ya familiarizados con él, advertirles de que el Frank que encontrarán aquí es un hombre a quien han diagnosticado un cáncer de próstata, más pensativo, más asentado en lo que él gusta llamar el “período permanente” de su vida, en el que las cosas simplemente son, sin ir hacia ninguna parte. O al menos eso piensa él.

A Frank las fiestas de guardar se le atragantan. Le ocurrió con la Semana Santa de “El periodista deportivo” (1986) y con “El Día de la Independencia” (1995), los otros dos volúmenes que conforman esta trilogía. “Acción de Gracias”, por supuesto, no iba a ser menos. A lo largo de la novela el lector acompaña a Frank en sus quehaceres diarios, comparte el tedio de su rutina y tiende un oído amigo a sus pensamientos y reflexiones. Preocupaciones y reuniones familiares son toda la intriga que podéis esperar encontraros aquí. Como ya es habitual en el estadounidense, Richard Ford (Jackson, 1944) prefiere concentrar su talento para captar la textura de la vida cotidiana en la caracterización de un sinfín de secundarios que se cruzan en el camino de Frank y sus pensamientos, resucitando recuerdos de éxitos y fracasos. Cada uno de ellos es una salpicadura agridulce con el punto justo de tragedia y comedia cínica y da pie al debate de grandes temas, como la enfermedad, la muerte, la familia, la política o la religión. No hay trucos de guion, ni giros inesperados, solo un hombre que se sabe enfermo pero muy vivo a la vez y que trata, como todos, de salvar lo mejor que puede los obstáculos que le pone enfrente la vida, salir más o menos airoso de situaciones incómodas, mirar hacia atrás sin remordimiento ni sentimentalismo y sacar coraje para seguir adelante. ∎

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