La idea no podía fallar: uno de los productores más laureados de la música global escribe consejos para personas creativas y regala varias pistas acerca de su metodología de trabajo. Estamos hablando de una firma deseada por todo artista mainstream que se precie gracias a los resultados comerciales que garantiza. Pero ¿se puede enseñar a ser creativo? Rick Rubin (Long Beach, 1963) piensa que sí, y por eso publicó “El acto de crear: una manera de ser” (“The Creative Act: A Way Of Being”, 2023), editado en español a través del sello de Grupo Planeta dedicado exclusivamente a los libros de autoayuda.
Con un índice compuesto de “78 áreas de pensamiento”, el libro recurre a oraciones cortas y a un lenguaje sencillo, una técnica cercana al copywriting que en lugar de intentar persuadir al lector para que realice una compra busca convencerlo de que la vía hacia la trascendencia artística está iluminada por el autoconocimiento, la espiritualidad, la conexión con la naturaleza y la confianza en uno mismo.
Los pasajes más destacados se perciben cuando Rubin es claro a la hora de dar sus consejos, casi siempre relacionados con la importancia de la introspección, la meditación y la filosofía del aquí y ahora. Si bien sobrevuela un tono algo ingenuo, la búsqueda de fondo intenta ser más punzante: rivalizar contra la idealización del éxito, que según Rubin puede alcanzarse si se aplica una serie de conductas.
El autor piensa que, a la hora de ponerse a trabajar, todo artista debe acercarse al mundo de lo sensible y alejarse durante un rato del plano de las ideas. Una receta anglosajona por excelencia, avalada por la incontable cantidad de éxitos que Rubin ayudó a construir como productor de artistas de la talla de Beastie Boys, Tom Petty And The Heartbreakers, Red Hot Chili Peppers, Metallica, Adele, The Strokes y un largo etcétera.
Pero a medida que el libro avanza, empieza a perder el foco y a relativizar sus propias enseñanzas, alejándose del concepto de guía para creativos y evidenciando cierta vaguedad a la hora de darle forma al contenido. Si la intención de Rubin es provocar un efecto motivador en el lector, por momentos se distancia demasiado de esa hipótesis y sus consejos se convierten más en un ejercicio de divagación que en una guía práctica.
Aun así, “El acto de crear: una manera de ser” podría ser de utilidad para cualquier persona que necesite de un espaldarazo para comenzar o retomar con algún proyecto en el que esté comprometida. Más allá de esta característica, el libro no aporta demasiado valor añadido al canon de la literatura de autoayuda. Ni mucho menos al musical. ∎