Serie

Starstruck

Rose Matafeo(T3, HBO Max)
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“¿Terminarán juntos o no terminarán juntos?” es la pregunta-cimiento que con más peso carga en las comedias románticas. Bien lo sabe Rose Matafeo (Auckland, Nueva Zelanda; 1992), creadora, coguionista y protagonista de “Starstruck” (2021-), que lleva sirviéndose de ella tres temporadas. Ahora bien, la serie de BBC y HBO Max no sería el éxito de nicho que es si no supiera hacer de cada vuelta al ruedo una experiencia diferente y llena de sentido. La primera vez mordimos el anzuelo y creímos en el romance entre Jesse (interpretada por Matafeo), una carismática treintañera sin dirección vital con la que es muy fácil identificarse, y Tom Kapoor (Nikesh Patel), un famoso actor de Hollywood que está más cómodo entre gente corriente. Parecía que iban a terminar juntos, aunque todo quedaba en el aire y no se retomaba hasta la segunda temporada, cuando por fin se daban su oportunidad.

Una oportunidad sin embargo breve, pues las grandes diferencias entre sus estilos de vida y formas de ser ponían muchas trabas a la relación, manteniendo constantemente viva la pregunta: “¿Terminarán o no terminarán juntos?”. Así se caracteriza su historia, tan basada en la coincidencia azarosa y en la atracción de opuestos: comparten una química que los hace orbitarse, pero esta parece desaparecer en cuanto se encuentran demasiado juntos y se abren paso los miedos, los malentendidos y los instintos de huida demasiado bien afinados. El final de la segunda temporada nos concedía un peliculero final feliz, con Tom y Jesse declarándose su mutua devoción y compromiso en medio de un estanque. Pero ahí también nos pillaron: la tercera temporada se ventila la totalidad de su relación en lo que dura una elipsis musical, mostrándonos directamente su ruptura y dirigiéndonos, otra vez, a la pregunta que engendró “Starstruck”: “¿Terminarán o no terminarán juntos?”.

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Lo que podría apuntar a un síntoma de agotamiento se convierte, gracias al salto de madurez que pega la serie, en un espacio de crecimiento. Lo importante no es tanto la relación, que sucede fuera de plano, como la manera en que los personajes se comportan y se ubican alrededor de ella, en los huecos y las huellas que deja. Con los sentimientos que acompañan a una ruptura en su centro, cuando ya ha pasado un tiempo y la apatía y el vacío sustituyen al primer dolor desgarrador, la serie se desmarca del romance y se convierte en un estudio más minucioso de su red de personajes y los vínculos que los unen. Los secundarios adquieren un afortunado protagonismo, con Ian (Al Roberts) y Kate (Emma Sidi) casados y a punto de tener un bebé y Sarah (Lola-Rose Maxwell) y Steve (Nic Sampson) ajustándose a la vida como padres.

Llena de perfiles neuróticos y tiernos, y gracias al excelente timing cómico de Matafeo, la nueva temporada es tan divertida como las dos anteriores, pero no lo es de la misma manera: la vemos renunciar a su histrionismo y hacer gala de un nuevo tipo de gravedad. El peso de la ruptura se nota en el gesto y en la actitud de Jesse, que debe mantener la compostura mientras todo a su alrededor abandona por fin la adolescencia para entrar caóticamente en la edad adulta tal y como nos dijeron que debía ser. Esto la aparta sutilmente de un grupo de amigos que en cierto sentido la deja atrás, aunque todos ellos se encuentran igual de indefensos ante los nuevos retos que la vida les presenta. La etapa del matrimonio y los hijos, que permanece temporalmente vedada para Jesse –pues ni siquiera sabe si es lo que desea– aparece completamente desidealizada y en su dimensión fundamentalmente construida, o constituida en acto de fe: los personajes siguen siendo esencialmente los mismos, inseguros y llenos de duda, y la transformación que sufre el grupo de amigos para ajustarse a la situación nueva es realista y emotiva, quizá lo mejor que la serie tiene que ofrecernos.

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“Starstruck” también se desmarca de su propia condición de comedia romántica al hacernos saber que la nueva prometida de Tom, Clem (Constance Labbé), no es ninguna antagonista, sino una chica estupenda y encantadora que, igual que el nuevo interés romántico de Jesse, Liam (Lorne MacFadyen), podría caer víctima de la tendencia de los dos protagonistas a orbitarse. Ahora envenenada, la pregunta “¿Terminarán o no terminarán juntos?” se transforma en una más interesante: “¿Serán capaces de hacer lo correcto y, si es así, a qué precio?”. Mientras el fantasma de un affaire pende sobre los personajes, que parecen tan desorientados como siempre, algo en ellos nos indica que esta vez tal vez sea distinto. El azar deja de reinar sobre la serie, que ahora habla sobre hacerse cargo de la vida en lugar de dejar simplemente que las cosas –incluso cosas tan increíbles como conocer a un actor de Hollywood y que se enamore perdidamente de ti– pasen: hace preguntas difíciles, surfea situaciones complicadas, enfrenta a los personajes con sus propias fallas y en muy poco tiempo y espacio –tan solo seis episodios, ninguno supera la media hora– consigue articular una emotiva y honesta exploración de lo que significa madurar y dejar algunas cosas ir. ∎

Lazos que atan.
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