Libro

The Chemical Brothers / Robin Turner

En pausa en la reflexión cósmicaSexto Piso, 2025

¡Joder! The Chemical Brothers son ejemplo de modernidad en la música electrónica bailable y este año se han cumplido treinta del lanzamiento de su primer álbum, “Exit Planet Dust” (1995). Han estado siempre ahí, sin que fuéramos conscientes o pensáramos en su veteranía, y eso los hace merecedores de un aplauso extra: ¡jamás los hemos considerado dinosaurios! Tampoco eran los únicos: por esa misma época ya habían despuntado Leftfield, Orbital, The Prodigy o Aphex Twin y Fatboy Slim iba a aparecer enseguida, después de haber formado parte de The Housemartins…

Lo más notable de la longevidad de The Chemical Brothers estriba en que siempre se han sabido reinventar. Y no hay mejor forma de comprobarlo que hacerlo empíricamente, leyendo “En pausa en la reflexión cósmica” (“Paused In Cosmic Reflection”, 2023; Sexto Piso, 2025; traducción de Esther Villardón), su (auto)biografía contada en primera persona por Tom Rowlands-Ed Simons y redactada por su viejo amigo Robin Turner, que los ha seguido desde 1994, cuando empezó a acudir a sus primeras sesiones de DJ en los bajos del Gossips, en el Soho. Él fue quien se dirigió a ellos con la idea de un libro que uniera su trayectoria con la de muchos de los colaboradores musicales y visuales con los que la pareja ha trabajado a lo largo de los años. Turner quería contar las historias de los clubes en los que empezaron, de cómo las canciones pasaron de ser ideas embrionarias a convertirse en música que se escucha en todo el mundo, de los conciertos que fueron creciendo en escala año tras año, de sus vídeos favoritos y de todas las imágenes en directo que han formado parte de su característico universo visual.

Hace ya más de veinticinco años de la primera biografía del dúo publicada en español, “The Chemical Brothers. El sueño electrónico” (La Máscara, 1998), escrita por Elena Cabrera, actual redactora jefa de cultura en ‘elDiario.es’, pero el volumen actual está en otra liga, porque no se ha reparado en medios para que el libro sea un objeto de lujo de esos que se pueden regalar por Navidades o Reyes con la seguridad de que vas a hacer feliz al destinatario.

En realidad, si te gusta la música electrónica de baile, tú también deberías pensar en hacerte el regalo. El libro, de 334 páginas y 21x27 centímetros de ancho-alto, combina texto con montones de fotos de archivo de directo, reproducciones de entradas y pasquines de propaganda, fotogramas de vídeos y portadas de revistas diversas. Contado como una historia oral por la banda y sus más cercanos, incluye voces como las de Beck, Beth Orton, Jonathan Donahue de Mercury Rev o ilustres mancunianos como Noel Gallagher o Bernard Sumner, integrante de Joy Division y New Order, pero también, ¡ojo!, copropietario de The Haçienda, la legendaria sala de conciertos y discoteca de Mánchester. Y hay sorpresas, como descubrir que a los dos les ha encantado siempre Bob Dylan y hubo un intento de que cantara en un tema suyo: les pidió una carta en la que explicaran lo que querían hacer con él. Ed dice: “No estoy seguro de si alguna vez llegamos a escribirla”.

Siguiendo el orden cronológico, nos sumergimos en la era de las fiestas ilegales y las cintas piratas del mercado dominical de Camden Town. Y en la creación de su mito como DJs en el sótano de otro bar de mala muerte que terminaría siendo conocido como Heavenly, por el que se dejarían caer con frecuencia los miembros de grupos como Blur, Pulp o Elastica… O donde se podía ver a Paul Weller charlando con Noel Gallagher mientras la banda sonora corría a cargo de dos DJs con aspecto de frikis: uno (Tom) con el pelo largo y gafas (“un Ramone rubio”, lo define Turner), y otro (Ed) con pinta de niño bueno, una especie de Pete Sampras (el tenista con más grandes slams hasta que aparecieron Federer, Nadal y Djokovic).

Obsesionados con el hip hop y la revista ‘NME’, los por entonces Dust Brothers surgieron al calor de las raves británicas, de las que iban a ser un nuevo catalizador. Nacieron después del fulgor del britpop y llegaron a tocar en conciertos de Oasis o Primal Scream. Pero ellos no sonaban así. Tampoco eran trip hop, pese a que surgieron inmediatamente detrás de Massive Attack y Portishead. A decir verdad, muchas de las bandas de aquella época desaparecieron; sin embargo, The Chemical Brothers perduraron.

Su primer número uno en el Reino Unido, “Setting Sun”, marcó el comienzo de su frenético éxito, y su llegada a Estados Unidos revivió a un público aburrido del post-grunge introspectivo.

Un aspecto a destacar es que The Chemical Brothers siempre fueron visualmente atrevidos. Michel Gondry, Dom & Nic –el equipo formado por Nic Goffey y Dominic Hawley– y otros directores de cine, vídeos musicales o anuncios publicitarios cuentan los antecedentes de vídeos tan impactantes como “Let Forever Be”. En la actualidad, The Chemical Brothers siguen ofreciendo espectáculos en directo maravillosos. Hay dinero para gastar: su caché oscila entre los 300.000 y los 500.000 dólares.

El libro acaba con su más que digno último álbum, “For That Beautiful Feeling” (2023), cuya grabación y mezcla transcurrió en paralelo a la creación del libro, y no incluye referencia alguna a los singles publicados estos dos últimos años. En varios momentos, como suele ocurrir con las biografías oficiales, el tono se vuelve demasiado efusivo. Hubiera estado bien que aquel rumor que surgió en su día, según el cual Ed Simons había dejado la banda durante un tiempo debido a una crisis de salud mental, se hubiera incluido también (no confundir con el momento en el que dejó de actuar en directo una temporada, en 2014, para centrarse en sus estudios académicos). Pero todo eso queda sin explorar, igual que sus vidas privadas, que es, seguramente, lo que más se echa de menos en este fabuloso libro. ∎

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