El colíder de Parquet Courts se doctora en su segundo álbum en solitario, primero para Rough Trade, como un excelente letrista y un solvente diseñador de melodías. Creo que destaca más en lo primero que en lo segundo, porque la linealidad de algunas de sus composiciones se justifica por su condición de evocador storyteller: cortes como “Mountain Time” –muy Bill Callahan, la verdad – y “My My Dear”, preñada de una poética urbana que cualquiera intuiría deudora de la escuela Lou Reed, sobrepasan los cinco minutos sobre una estructura circular, en modo bucle, que hacen que la atención recaiga sobre lo textual y que también se agradezca la voz femenina de Dylan Handley (aquí además batería; pueden seguirla en su proyecto Kamikaze Palm Tree o al mando de las baquetas con Cate Le Bon) como contrapunto, aportando un necesario cromatismo. La producción de John Parish parece asimismo más que pertinente porque hablamos de uno de esos discos en los que los instrumentos suenan crujientes y respiran por sí mismos, todo fluye con la naturalidad acostumbrada en los trabajos que supervisa, cocidos con el fuego lento de lo artesanal. De hecho, la estupenda “Thanksgiving Day” justifica el símil culinario porque fue precisamente concebida tras pasar el Día de Acción de Gracias en su compañía, agasajado por la hospitalidad de Mr. Parish y esposa en su casa de Bristol. “El Día de Acción de Gracias es cada día que escribo una canción como esta”, canta rebosando gratitud. Guitarras acústicas, violín, saxo y clarinete colorean diez canciones que no transgreden, pero reconfortan. No agitan caderas, pero mecen.
A ratos más Jonathan Richman que Bill Callahan, como ocurre en “Hurtin’ Or Healed”, otras veces incluso remitiendo a los Feelies o a unos Hefner con dicción dylaniana, como en “Elvis In The Army”, Andrew Savage redimensiona lo apuntado en “Thawing Dawn” (2017) y nos canta y nos cuenta sobre su perplejidad ante el mundo que nos toca vivir desde un agudo prisma observacional, repleto de referencias culturales y con una perspicacia que dice mucho acerca de él mismo pero también del entorno que lo (nos) rodea, en su caso marcado por su condición de urbanita de la Gran Manzana, a donde se mudó hace quince años desde su Denton (Texas) natal, aunque ahora resida en París: en “David’s Dead”, que es la única canción que podría encajar en Parquet Courts sin despeinarse, recuerda a un malogrado vecino sin techo en lo que es una suerte de metáfora de la profunda transformación de nuestras grandes ciudades. En otros momentos, como “Le Gran Balloon”, con sus guitarras twang y el saxo de Euan Hinshelwood (también en la banda de Cate Le Bon, quien a lo largo del disco aporta su bajo y su piano: formaron parte de una misma gira en la que Savage hizo de telonero), suena más clásico, acercándose a un registro crooner, algo que subraya en “My New Green Coat” (podría ser su “Coney Island Baby” particular) y que borda en la preciosa “Out Of Focus”, tan tierna que desarma. Cierre perfecto a un trabajo que aúna ingenio y oficio. ∎