El cuarto álbum de bar italia llega solo cinco meses después de “Tracey Denim” (2023), su primer disco para Matador y una clara (aunque todavía algo críptica) demostración de potencial (casi) popular. Como si tuvieran miedo a que se les pasara la buena racha, Nina Cristante, Jezmi Tarik Fehmi y Sam Fenton decidieron el pasado invierno meterse en un estudio casero en Mallorca para grabar rápidamente, en solo dos meses, una continuación al disco que, merecidamente, les ha visto asomarse ligeramente al overground.
Con “The Twits” parecen querer ganarse del todo a sus últimos fans, pero no está del todo claro que aspiren a hacer muchos nuevos. Su (no solo) slacker rock suena, si cabe, aún más sucio, a pesar de estar mezclado todavía por Marta Salogni. Las voces siguen sin resultar demasiado técnicas, más bien al contrario; se puede hablar incluso de cierto deleite en incomodar al oyente. En lugar de quitarse capas de misterio, solo se las añaden, siempre en busca de una cierta indefinición escurridiza, de una mística medio opaca, como han podido hacer en alguna entrevista incómoda para el periodista.
Si en el anterior disco la mayoría de temas no llegaban a los tres minutos y lucían en parte por esa razón, aquí casi todos superan ese metraje y, en algún caso, superan de lleno los cuatro, como en el vals rock “twist” o en una reptante “Shoo” en la que juegan con ideas de languidez y autoindulgencia que costaba más entrever en sus éxitos revelación. A veces son poco férreos con el control de calidad y dan por bueno algo como “que suprise”, cuyo tono de ebriedad cansa más que divierte.
Y sin embargo, como decíamos, no está del todo claro si bar italia quieren ser solo estrictamente grupo de culto. La inicial “my little tony”, con riff a cara de perro desde el segundo uno, los muestra contundentes como nunca antes. Y a esta le sigue la no menos intensa “Real house wibes (desperate house vibes)”, mucho mejor de lo que promete un título que será pesadilla de editores y correctores. La voz de Sam Fenton (me) recuerda, aquí más nunca, a la de Chris Adams de Hood, lo que para este cronista es un piropo de los mejores.
Más adelante encontramos, además, la sorprendentemente bailable “worlds greatest emoter” o una “sounds like you had to be there” que suena clara y optimista, al menos para los estándares de bar italia. Cerca del final llega la irresistible “Jelsy”, especie de accesible acercamiento al country con, eso sí, una letra a la que cuesta acceder. Nina tiene soluciones contradictorias para el problema de drogas o deseo o anhelo o todo a la vez que parece asolar a alguien: a un concienzudo “¿no ves que estar solo es bueno para ti?” le sigue al final un determinado “el aislamiento es el problema”.
En la final “bibs” los oímos cantar a los tres a la vez, pero no necesariamente en armonía: hacia el final crece el feedback y sus voces son extraños gritos lejanos. Entre dejarse abrazar y abrazar la más libre oscuridad, bar italia parecen seguir prefiriendo lo segundo. Seguiremos su evolución con atención. ∎