El estatus de músico de culto de
Bill Fay se acrecentará con su tercera entrega para Dead Oceans, sello que se ha apuntado un tanto al rescatar a este cantautor británico perdido en la bruma del tiempo y recordado por dos discos de folk progresivo para el
label Deram:
“Bill Fay” (1970) y
“Time Of The Last Persecution” (1971). Reivindicado por Wilco y otras luminarias indies, más de cuarenta años después grabaría
“Life Is People” (2012) –con Jeff Tweedy– y
“Who Is The Sender?” (2015), reafirmándose como un excelente compositor, cantante y pianista. Un nivel que realza con su nuevo trabajo,
“Countless Branches”, alejándose de lo progresivo para centrarse en el ascetismo cantautoril.
Para placer de melómanos y fans, la
deluxe edition se completa con varias tomas con grupo,
bonus tracks y una versión en directo en el estudio de
“Don’t Let My Marigolds Die”, rescatada del segundo álbum. El que ha sido calificado como el enlace perdido entre Nick Drake, Ray Davies y Bob Dylan busca la esencia desde la inicial
“In Human Hands”, solo con voz y piano, en canciones cortas de dos y tres minutos. En
“How Long, How Long” se combinan guitarra acústica, piano y cuerdas, y en
“Your Little Face” ya aparece una batería y arreglos para banda, pero sin perder la espartana condición que es la marca de fábrica de las diez canciones del primer álbum, incluidos los teclados cósmicos que rubrican
“Salt Of The Earth”.
A sus 77 años, Fay destila una melancolía que lo lleva a componer sentidas baladas como
“I Will Remain Here” o
“Time’s Going Somewhere”,
cuya fragilidad quebradiza no rehúye cuestiones esenciales. Pero es en
“Love Will Remain” y, sobre todo,
“Filled With Wonder Once Again”, interpretadas primero de manera sobria y luego con banda, cuando se percibe la grandeza que pueden alcanzar sus canciones. ∎