Álbum

Billy Mackenzie

Satellite Life. Recordings 1994-1996Cherry Red, 2022

Cualquier momento es bueno para volver a Billy Mackenzie, cantante total –por su pureza tímbrica, capacidad vocal, imagen telúrica, malditismo funesto– y letrista prominente dotado de un notable talento melódico que sus pacientes colaboradores se ocupaban de poner negro sobre blanco. Más conocido por ser la mitad del dúo escocés The Associates durante los 80s, cubrió su corta vida –se la quitó el 22 de febrero de 1997 a los 39 años– de leyendas asociadas a un carácter intenso proclive al mal comportamiento y a la prodigalidad más incendiaria con el presupuesto de las compañías discográficas –travesuras como dar de comer canapés de salmón a sus galgos ingleses–.

Es una lástima que el torturado Mackenzie no conociera en vida la gloria de “Beyond The Sun” (1997), su mejor trabajo en solitario y uno de los objetos póstumos más memorables de tan nefasta clasificación. Repleto de joyas inmarcesibles y de músicos tan competentes como Alan Rankine (The Associates), Paul Haig (Josef K), Simon Raymonde (Cocteau Twins), Malcolm Ross (Orange Juice) o Steve Aungle –coautor de la mayoría de canciones originales presentes en esta nueva colección y activo fijo en la vida musical de Mackenzie hasta el final–, el disco hace pleno aquí junto a las recopilaciones de retales estupendos como “Eurocentric” (2001) y “Transmission Imposible” (2004).

Cherry Red presenta “Satellite Life” en tres CDs “re-imaginados” e individualmente subtitulados de la música registrada por Mackenzie entre los años 1994 y 1996. Aunque la colección rebosa canciones, el enfoque no es completista y de esto se beneficia un conjunto que, de esta forma, apenas cuenta con temas flojos y rellenos. Aun así, no está de más recordar la ausencia de la mayor parte de “Memory Palace” (1999), disco acuñado como Haig/Mackenzie que el primero completó a toro pasado para su sello Rhythm Of Life con las grabaciones registradas esporádicamente entre 1993 y 1995 por los dos viejos amigos de colegio. Lo mismo sucede con cuatro cortes de “Auchtermatic” (2004).

“Winter Academy” es el evocador título del primer compacto, reservado para las canciones más temperadas y analógicas en instrumentación –predominantemente, piano y cuerdas–. Nueve están firmadas por el reivindicable tándem Mackenzie/Aungle, entre ellas, la emocionante “Nocturne VII”, la fantasmal “Beyond The Sun”, la patética “Blue It Is” o la misma “Winter Academy”, una canción que Scott Walker hubiese querido para sí en 1967. Todas proceden de “Eurocentric” y “Beyond The Sun”, salvo dos inéditas: “Tallahatchie Pass” y “Baltimore” –versión del tema de Randy Newman–. Las interpretaciones de “Wild Is The Wind” (Tiomkin/Washington) y “Mother Earth” (Sparks) superan todo pasado y aquilatan la imagen de crooner estratosférico del malogrado Mackenzie. Figúrense a los Marc And The Mambas menos folclóricos de “Torment And Toreros” (1983), a los primeros Antony & The Johnsons o al Peter Hammill de las baladas.

Mackenzie era un monstruo escénico de siete cabezas capaz de convertir en piedra a quienes lo miraban fijamente a los ojos. Esta versión más combativa es la que ofrece “Consenting Holograms”, nombre de un segundo CD compuesto mayormente por cortes inéditos, excepto los tres de “Eurocentric” y uno de “Beyond The Sun”. Entre los primeros, destaca una remezcla dance de “Give Me Time”, único corte rescatado de su colaboración con Paul Haig. La faceta tecno-inferno de Mackenzie no ha envejecido tan bien –en “Diamanda” suena demasiado a Jimmy Somerville–, pero es necesaria para entender mejor a este personaje excesivo, capaz de pasar de la calma al alarido queer, de la elegancia suave al espasmo tectónico, transitando entre octavas como el que se fuma un puro. Tras la segunda escucha, el disco no solo no resulta tan pasado de rosca, sino que te puede llegar a atrapar con temas atrevidos y extraños como “14th Century Nightlife”.

Llegamos a la meta con “Liberty Lounge”. Para no cansar al lector, nos ahorramos la distribución de canciones entre el retortero de referencias perimortem de Mackenzie. Como su propio título insinúa, se trata de la secuenciación menos consistente de las tres. Eso sí, contiene gemas como “The Mountains That You Climb” o “McArthur’s Son”, ambas escritas con Aungle, que te hacen pensar con melancolía en lo que pudo ser y no fue, aunque sea con la cómoda perspectiva del mero escuchante. Una música excelentemente producida desde la vocación irresistible, la precariedad material y el entusiasmo irrestricto. Con respecto a la despedida prematura de Mackenzie, Aungle explica en un texto claro y demoledor cómo una noche, celebrando el flamante fichaje por Nude Records de su autoprofético camarada, este paralizó el tiempo de la fiesta con una sobrecogedora versión a capela de “Gloomy Sunday” –The Associates ya la habían sacado en “Sulk” (1982)–, intercambiando con guiño suicida “glad to go” por “sad to go”. ∎

Etiquetas
Compartir

Contenidos relacionados