La dinámica interna de black midi, la manera en que los cuatro componentes del grupo empezaron a crear música en el entorno académico-artístico-tecnológico de la BRIT School londinense, impregnó de sorpresa “Schlegenheim” (2019). Aquel primer disco en estudio canalizó la espontaneidad de sus titánicas jams fundacionales entre citas al rock progresivo más beligerante, el after-punk con extra de dislocación y el post-core menos convencional. El invento funcionaba de manera intermitente, pero les permitió desmarcarse de la formulación habitual entre los grupos británicos con media de edad similar. Durante el colapso pandémico, autoeditaron en digital “The Black Midi Anthology Vol. 1: Tales Of Suspense And Revenge” (2020), álbum de perfil repentista/literario que poco tiene que ver con este nuevo trabajo en estudio, en el que todo parece planificado y modelado hasta el último detalle.
Hablamos de canciones con desarrollos largos e intrincados en su mayoría, cuya exuberancia tímbrica e instrumental tal vez acredite desestructuras, postraciones y horrores vacui. El tiempo que vivimos. Lo que está por venir. En la crimsoniana “John L”, el cantante Geordie Greep se transfigura en el politicastro que la protagoniza al asumir ese tono recitativo-declamatorio. “Chondromalacia Patella” combina calibración rítmica meticulosa, abandono jazzístico y escalada noise. “Marlene Dietrich” nos traslada a la República de Weimar para ofrecer un respiro entre aires brasileños, citas a Kurt Weill y entonación Scott Walker. También saben tirar de las riendas, construyendo “Diamond Stuff” con trote parsimonioso y minimal que induce una lisergia sutil. O espolean sin contemplaciones a la altura de “Dethroned”, funk desquiciado que termina concentrando la energía instrumental de la banda en una llamarada de ruido y síncopas que arrasa todo a su paso.
Lo que sigue sorprendiendo es que músicos tan jóvenes sean capaces de asimilar lenguajes que exigen una técnica depurada para trasladarlos a un contexto contemporáneo, alejándose de la emulación nostálgica o el mero ejercicio de estilo. La inmediatez no es una de las vocaciones de black midi, buena parte de sus referentes siguen asomando a estas canciones, pero “Cavalcade” termina resultando más accesible que su antecesor y ofrece pasajes de paradójico deslumbramiento estético en los que la música –escrita en papel milimetrado antes que en pentagrama– hace desbordar las emociones. ∎