Álbum

Blur

BlurFood-EMI, 1997
Damon Albarn ha declarado la muerte del britpop y ha querido que “Blur” sea su acta de defunción, pero más bien parece haberle salido una colleja cariñosa para ver si despabila. Ciertamente, una primera impresión centrada en las distorsiones sucias y baratas de las guitarras eléctricas, el descuido intencionado de las acústicas, los arreglos abruptos y los tratamientos de las voces viene a confirmar sus anunciadas “nuevas” influencias americanas –ha citado a Tortoise, Sonic Youth, Pavement y Beck; aunque la de los primeros se me escapa–, pero hecho el oído en las sucesivas escuchas no tarda en aflorar el lirismo melódico típico de Blur. En “Look Inside America”, directamente alusiva a “End Of The Century”, y en “On Your Own” (¿posible single de “rescate”?) ni siquiera es necesario tal esfuerzo. De haber mantenido Stephen Street la pulcritud de pasadas producciones, el resultado no habría desmerecido, porque ahí están canciones de la hermosura de la tristísima “You’re So Great” que canta Graham Coxon. Pasar de Ray Davies al primer David Bowie –“M.O.R.”, “Strange News From Another Star”, los coros de la beckiana “Country Sad Ballad Man”– o de Madness a los Specials de “Ghost Town” –“Theme From Retro”, un regrabado “Death Of A Party” que años antes apareció en un flexi para fans– no es al final tan trascendente como cambiar recreación del tipismo británico por introspección en fantasmillas personales: cosas como responder a Oasis reivindicando con el single introducción “Beetlebum” (toma título) a los Beatles experimentadores de penúltima época –aunque en los coros al falsete se le vaya la mano hasta... la ELO– y las obvias alusiones de“Movin’ On” (“¿es esto música?”) o “Essex Dogs”.

Más que una reinvención que en cierto modo justificaría el no título, que un bandazo, que un desmarque inteligente, que un capricho de niñatos aburridos por la fama, que un suicidio comercial o que un audaz tensado a ver cuánto aguantan los lazos de la popularidad, “Blur” es, tras el fiasco del no por arrogante menos defendible “The Great Escape” (1995), el reconocimiento de que ya nunca será posible recuperar el estado de gracia de “Parklife” (1994). ∎

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