Mientras “Down In The Weeds, Where The World Once Was” (2020) marcaba el regreso monumental de Bright Eyes, repleto de orquesta y folk electrónico, “Five Dice, All Threes” es otra bestia, pero completamente diferente. Esta vez, Conor Oberst, junto a Mike Mogis y Nate Walcott, se deja de florituras y opta por lo crudo, lo inmediato, con su hipérbole poética e incansable.
El disco tiene la energía de una grabación en directo, con un filo más afilado y menos pulido, con cada tema escupido con la misma premura que su “I’m Wide Awake, It’s Morning” (2005), pero lejos de esas canciones tranquilas, vibrantes y concentradas. Este nuevo trabajo puede resultar cargante hasta el punto de querer abandonarlo. Oberst intervino en todas las composiciones, con la ayuda de Walcott y Alex Orange de So So Glos. Aquí, Bright Eyes se inspiran en el punk, el power pop y el rock clásico, con toques de jazz y hip hop. También hay sonidos repentinos algo experimentales e instrumentos que van desde el banjo y el pedal steel hasta el sintetizador y la celesta.
Como en cualquiera de esos otros trabajos de Bright Eyes, la intro “Five Dice” despunta con un desbarajuste conversacional desde el primer segundo. Unos dados caen sobre la mesa mientras, en segundo plano, se escucha una conversación sincera entre amigos jugando al tres, entremezclada con pistas de cine. Un juego de azar, sí, pero también una metáfora perfecta de lo que hacen aquí. Oberst y compañía sueltan las riendas desde este tema, dejan el control en la puerta del estudio y se entregan al momento.
“Time I Have Left” es una devastadora balada guiada al piano, acompañada por Matt Berninger de The National. Los gritos de “Sha la la la la la” te toman por sorpresa, así como los ecos amplificados y los sonidos de scratching. Los coros etéreos y quiméricos de Cat Power distinguen un tema pleomórfico en “All Threes”, que juega con el jazz y el hip hop, lamentando el paso del tiempo, al igual que “Tiny Suicides”, que termina con sollozos y suena melancólico y suave. El outro, con sus trompetas dispersas y un ligero rasguño de ritmo, intensifica la sensación de inquietud en la canción, que se entremezcla con cortes de la película “Suddenly” (Lewis Allen, 1954) y su diálogo “Show me a guy with feelings, and I’ll show you a sucker.”
“Bas Jan Ader” toma el nombre del artista conceptual y cineasta holandés, conocido por su trabajo en las décadas de los sesenta y setenta, y su estribillo incluye la famosa línea de apertura de la novela “Historia de dos ciudades” (1859) de Charles Dickens: “It was the best of times, it was the worst of times”. Mientras tanto, “Rainbow Overpass” se presenta con un cambio de ritmo total, mucho más animada y con una inyección de adrenalina, y además cuenta con Alex Orange Drink. Estas dos últimas pistas están más cerca de un rock como el de The Strokes o The Libertines. Su primer sencillo, “Bells And Whistles”, es un himno de energía positiva aunque la canción parece casi una broma interna escrita entre amigos que acaba con el sonido de los dados, mientras que en “Trains Still Run On Time” vuelves a alterarte por ser otra de las más contundentes, con un estribillo algo desafinado. “Real Feel 105” es la más conservadora y nos despierta repentinamente recuerdos de su proyecto con Phoebe Bridgers, Better Oblivion Community Center.
También hay una transición abrupta, pero con cierta lógica, ya que se trata del último tema, en “Tin Soldier Boy”, con cañonazos, el rasgueo de la guitarra, pedal steel (¿o podría ser un theremin?), la armónica y la trompeta de Walcott, con una letra que proclama: “Hollywood’s dying like the palm trees” o “Like another shitty Scorsese movie”, y con la que vuelven en su cierre a la conversación del juego con más cortes de películas antiguas. Acompañado con referencias al séptimo arte en muchas de sus pistas, el álbum transmite en conjunto esas mismas sensaciones enfrentadas que profesabas con la serie “Sugar”, aunque sean dos formas diferentes de narrar la experiencia vital pero que comparten un mismo cielo en expresión artística.
“Five Dice, All Threes” fue autoproducido y grabado en ARC Studios, en Omaha, Nebraska. El álbum es pesado, tal y como aparenta desde su primera audición. No es para todos los gustos, pero hay mucha fuerza. Lo que logran es algo mucho más visceral, menos calculado, pero infinitamente más entrañable. No es un disco hecho para sonar perfecto, es un disco hecho para sentirse real, pero sus temas pueden llegar a ser algo perturbadores sin casi proponérselo. ∎