Antes de canalizar fuerzas superiores en el seno de Big Thief, ese grupo de artes misteriosas, Buck Meek y Adrianne Lenker (exmarido y mujer, para más señas) habían grabado a dúo algunas canciones menos intrincadas, mecidas en una melancolía algo menos desgarradora. En el (poco) tiempo libre que le deja la banda, Meek ha seguido cultivando esa faceta de trovador amable, en parte “como una reacción a Big Thief”, según ha explicado en entrevista con ‘The Line Of Best Fit’. “A veces necesito la oportunidad de dejar que todo vuele salvajemente”, dice.
Tras el reivindicable “Buck Meek” (2018), este “Two Saviors” nos muestra de nuevo a Meek cultivando un relajo encantador, de atardecer en un porche. Es alt-country/folk sin grandes dramas, que no sin misterio, porque en él pueden pasar cosas inesperadas (esa melodía de teclado al final de “Pareidolia”, que daría para otra canción) o contarse historias solo en fragmentos oblicuos, en brochazos que parecen mezclar lo real con lo soñado. Y en realidad, al fondo, hay al parecer una historia de desamor, de buscar medio a ciegas un camino hacia la independencia.
Pese a las ansias de libertad de Meek, el disco se registró con sus restricciones: el productor Andrew Sarlo (el mismo de toda la discografía de Big Thief) propuso grabar el repertorio completo dos veces al día, una por la mañana y otra por la tarde, en ocho pistas, en lo más cálido del cálido verano de Louisiana, durante solo siete días. Ganaron las tomas matutinas, con los músicos apenas despiertos; como resultado, todo suena deliciosamente lánguido, como si las canciones estuvieran despertando por primera vez en ese momento. Aunque los giros melódicos de “Candle” –coescrita con Lenker– no pueden surgir por combustión espontánea: demasiado perfectos.
¿Son los discos de Big Thief más importantes que los de Buck Meek? Posiblemente. Pero ¿cuáles hacen mejor compañía o son más útiles para el invierno? Sin duda, “Buck Meek” y, sobre todo, “Two Saviors”. ∎