Álbum

Chucho

Prehistoria, demos y demoniosIntromúsica, 2025

La discografía de Chucho está repleta de caras B y temas inéditos que no desmerecen en absoluto a los que pasaron el corte para figurar en los álbumes. Sin embargo, la banda de Albacete nunca había decidido compilarlas en un disco unitario, hasta ahora. Conviene resaltar que no es esta una antología completa de sus rarezas: los fans más avezados echarán de menos, por ejemplo, canciones como “Inés Groizard” (un clásico de sus directos). Es esta una miscelánea de once canciones, con material extraído de aquí y allá, que se puede entender como el equivalente de Chucho a “El infierno B. Rarezas” (1996), de Surfin’ Bichos.

Pero, en realidad, la coherencia interna de esta colección es mayor de lo que puede parecer a primera vista. Si no me equivoco, ninguno de estos temas se podía encontrar previamente en plataformas de streaming, y la mayoría son grabaciones de 1995, justo en el momento posterior a la disolución de Surfin’ Bichos, cuando Fernando Alfaro decidió iniciar este proyecto junto con Juan Carlos Rodríguez y Javier Hernández. Que se cumplan treinta años parece la excusa perfecta para comercializar ahora aquellas canciones.

No parece fortuito el inicio con “Piedras de Palestina” y “Huracanes con nombre”, dos temas que, además de tremebundos, suenan plenamente actuales, como si hubiesen sido compuestos hoy mismo. El primero de ellos, por cierto, les sonará a muchos lectores, pues apareció inicialmente en el CD recopilatorio del número 200 de Rockdelux, en 2002. “El bala”, “Jaime y el malestar de sus células” y “Cabeza de lobo, piel de serpiente” provienen de las maquetas previas a su EP de debut (“Chucho”, de 1995) y resulta sorprendente que se hubiesen mantenido inéditas hasta ahora. Al mismo tiempo, son significativas de unos comienzos del grupo que eran más crudos, sucios y punkarras de lo que luego iría mostrando. Bueno, relativamente, porque tanto en “Cerca del animal” como, sobre todo, en “Perruzo” (incluidos, respectivamente, en “78”, de 1997, y “Tejido de felicidad”, de 1999) esa vena seguía presente. En este disco las recuperan en su formato maquetero, algo más agrestes también.

Se trata de una selección deliberadamente esquizofrénica, y el cambio radical se da en los cuatro últimos temas, que muestran la faceta más electrónica de la banda. Esta tetralogía final de canciones se abre ni más ni menos que con su gran éxito, “Magic”, que aquí aparece en su maqueta primitiva (antes se había publicado en un CD de la revista ‘Zona de Obras’), voz y bases en un estilo básico que suena bastante a Pet Shop Boys y preserva intacta toda su magia. “Tres filas de dientes”, algo menos lucida, se publicó en el CD-EP de “Sal”, en 1997, mientras que “Sin piel”, otro de los grandes temas del “78”, aparece aquí remezclado por Nathan McCree (curiosidad: un británico especializado en bandas sonoras de videojuegos, nivel “Tomb Raider”). Completa la selección su versión de “En el rascacielos”, de Family, realmente bonita y que, diría, contiene una de las mejores interpretaciones vocales de Fernando Alfaro. La canción –inicialmente incluida en el recopilatorio “Un soplo en el corazón. Homenaje a Family”, ese disco que Rockdelux regaló en diciembre de 2003– incluye un curioso cambio de letra, con guiño incluido al homenajeado, para adaptarla a su propio imaginario: Ahora no lo puedo evitar / ya se lo decía a Aramburu / es como un juego de ir sustituyendo / cada estrella por tumba todo el tiempo / Un caminito de tumbas multicolor / Las ilusiones y algún recuerdo / van dibujando en el firmamento / un caminito de tumbas multicolor

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