Álbum

Dame Area

Toda la verdad sobre Dame AreaHumo Internacional, 2024

Considerado por publicaciones tan prestigiosas, y fiables, como ‘The Quietus’ como Disco de la Semana, el nuevo trabajo del dúo conformado por Silvia Konstance y Viktor Lix Krux, Dame Area, traspasa fronteras para poder evidenciar por qué, ahora mismo, son una de las apuestas ganadoras para todo ser que quiera perderse en los salvajes designios de la ortodoxia industrial. Así, tras acercarnos a esta criatura rabiosa, resulta imposible escapar de la insana atracción que suscitan estas nueve canciones, sencillamente irresistibles en todas sus diferentes formas adoptadas.

Así, en “Si no es hoy cuando es” la maquinaria EBM funciona a pleno pulmón, al mismo tiempo que Silvia recita de forma obsesiva el mantra vocal “¿Cómo hacer sin poder? ¿Si no es hoy, cuándo es?” hasta alcanzar un estado de exorcismo punk que mira de reojo las enseñanzas de Suicide. Precisamente a Martin Rev y Alan Vega también suena la no menos inspirada “Sempre cambiare”.

Por las cuatro esquinas de “Toda la verdad sobre Dame Area” rondan guiños inequívocos a Coil, Swans, Esplendor Geométrico o a Einstürzende Neubauten. Precisamente, a estos últimos suena “Vengo dall’aldilà”. Eso sí, siempre dentro de una formulación totalmente autónoma, sustentada en el policromático crisol vocal con el que juega Silvia a lo largo de todo el disco.

La italiana es capaz tanto de exhalar palabras incendiarias como de susurrar de forma fantasmagórica, sensual o aguerrida. En cualquiera de los estados de ánimo expresados, siempre arrecia el gen diferencial de quien vuelca todo su ser a través de sus viscerales inflexiones vocales.

Cantado en castellano e italiano, quizá sea en el idioma transalpino donde los matices vocales de Silvia dan más juego, mientras que la contundencia brota de forma más literal e infecciosa desde su enunciación en castellano.

Por la parte que le toca a Viktor Lix Krux, alcanza el súmmum de sus poderes en virguerías industriales cuasi arty como en “Urio di guerra”, uno de los puntos fuertes de esta maquinaria, donde las líneas de bajo sinte funcionan con virulencia adictiva.

En cuanto a los metales, golpean casi en segundo plano, buscando un impacto más minimalista pero severo a través de la digresión constante del vendaval percusivo.

Los tambores de guerra arrecian poderosos en “Tú me hiciste creer”, seis minutos en los que parecen sonar a una versión industrial de los primeros Desechables. Mientras tanto, en “Devoción” lo que asoma es una tempestad tribal en choque constante con un látigo sinte rítmico esquizofrénico.

Temas como “Esto es nuestro ruido” evidencian uno de los grandes valores de este trabajo, que no es otro que su dominio de las dinámicas a la hora de conjugar caos con beats matemáticos, repetitivos.

La sensación final siempre es la misma: un frenesí de poderosa tracción punk. O lo que es lo mismo, una muestra fidedigna de lo que se supone que tiene que ser un disco de acoso y derribo. ∎

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