La laberintitis es una enfermedad del oído interno que puede causar vértigo, mareo, pérdida del equilibrio, náuseas o dificultad para enfocar la visión. Dan Bejar ha utilizado el término para titular su decimotercer álbum después de haber sido diagnosticado con esa dolencia y, queramos o no, el concepto podría estar ya orientando (o, mejor dicho, desorientando) la percepción del oyente. Construido a distancia entre Vancouver, donde reside el músico, y la Isla Galiano, donde lo hace el productor y multinstrumentista John Collins, toma también una estructura laberíntica en su construcción sonora, plagada de recovecos, callejones sin salida y puertas inesperadas hacia un mundo cuasi borgiano. Entre el pop más lustroso, la elegancia más refinada y una suciedad que, por momentos, roza lo cacofónico. Entre largos desarrollos con pocas palabras, torrentes de verborrea alucinada y experimentos de sofistipop y música disco que te llevan de la pista de baile a la puerta trasera del club, la que conduce al patio donde se tira la basura o se sale a meterse un tiro.
En realidad, el que parece el trabajo más libérrimo y desacomplejado de Destroyer tiene algo de compendio de todas las facetas que ha ido mostrando desde 1996 –incluido el punto folk más acústico con el que finaliza en “The Last Song”–, pero con una pulsión que parece nueva. No teme a la nostalgia ni a los homenajes (en “The States” reconoce la influencia de Depeche Mode, mientras que “It’s In Your Heart Now” y la romántica “All My Pretty Dresses” tienen mucho de The Cure) y lo mismo se tira a los flujos de conciencia más locos que se muestra sorprendentemente claro y meridiano en la letra de “Suffer”, donde te clava sin sutilezas el lugar común de que, cuanto más alto estés, más dura será la caída. No falta ese punto de decadencia que siempre ha plasmado tan bien, y que en temas como “June” parecen volver a evocar la fantasía amarga de Tinseltown bajo la lluvia, de cómo el lujo se hace miseria o, dicho en la propia canción, “cómo la aritmética de esta guitarra derrite tu corazón es algo que está más allá de mí, y cuando digo más allá de mí, me refiero a más allá de mí”. Preservemos ese delicioso misterio. ∎