Reedición

Elvis Costello

King Of America & Other RealmsUniversal, 2024

La idea del artista europeo de éxito que se fascina por (Norte) América y se intenta empapar de su cultura e imaginario es todo un lugar común en la música popular. Pero, en el caso de Elvis Costello, lo hizo con tanta honestidad y pericia que parece haber sido recibido por los músicos de allí como uno más de los suyos. No fue “King Of America” (1986) su primera experiencia en este sentido (antes estuvo “Almost Blue”, su disco de versiones de clásicos country, grabado en Nashville en 1981), pero el décimo álbum de Declan MacManus fue una cosa completamente diferente. No se encontraba en un gran momento, “Goodbye Cruel World” (1984) le había desatado una sensación de crisis, tanto con su propia creatividad como con su alianza con su banda de acompañamiento, The Attractions. Fue entonces cuando decidió resetearse saliendo de gira junto a T Bone Burnett bajo el nombre de The Coward Brothers. De ahí salió la idea de grabar este “King Of America”, en parte con los mismos Attractions –que, al final, solo tocaron en un tema, “Suit Of Lights”– y en parte con The Confederates, una banda de figuras míticas del sonido de raíz norteamericana ensamblada por Burnett. Entre ellos figuraban algunos de los componentes de la TCB Band, que acompañó a Elvis Presley en los años setenta, con lo que Costello bajaba drásticamente, más allá de su nombre de pila, sus grados de separación con el genuino King (de América, del rock).

Estilísticamente, MacManus se lanzaba aquí al country, el blues, el rockabilly, el jazz, la americana y todo ese crisol de sonidos, con algún guiño también a la conexión irlandesa, como “Little Palaces”, donde es fácil pensar en su vinculación de entonces con The Pogues y en su romance con Cait O’ Riordan (quien, por cierto, coescribió “Lovable”). Lo mejor de “King Of America” es que no se queda en un mero homenaje de fan a todo ese sonido e iconografía –que es lo que suele suceder casi siempre–, sino que aporta el punto de vista de un extranjero en Estados Unidos. Lo hace con toda su fascinación, romanticismo, perplejidad y mirada crítica ante los claroscuros del sueño americano, tan bien ejemplificados en “Brilliant Mistake”. No veo muy lograda su versión del estándar “Don’t Let Me Be Misunderstood”, popularizado por Nina Simone, pero sí la que realiza de “Eisenhower Blues”, de J.B. Lenoir (original de 1954), mostrando toda su cruda vigencia en los peores años de la administración Reagan. Otro logro de esta obra es que Costello deja que la canción quede siempre en primer plano, con una mirada cálida y compasiva que da la espalda al cinismo.

Tras la publicación el año pasado de “The Songs Of Bacharach & Costello”, el álbum de 1986 se reedita ahora como “King Of America & Other Realms”, remasterizado y ampliado en una caja de seis discos cuyo contenido es tan jugoso como susceptible de discusión. Se trata de la tercera reedición de “King Of America”. Las de 1995 y 2005 ya incluyeron material inédito, al que ahora se añade un exhaustivo contenido extra de desigual interés. Lo mejor viene en los discos dos y tres. El primero de ellos recupera un par de temas de The Coward Brothers (“The People’s Limousine” y “They’ll Never Take Her Love From Me”) junto a un montón de maquetas, parte de ellas grabadas junto a la banda y otras por Costello en solitario. No hay desperdicio en ninguna de ellas, pues es como asistir a un concierto íntimo del músico, tocando solo para ti, y los más avezados pueden encontrar alguna letra ligeramente cambiada o versiones diferentes de temas que aparecerían en “Goodbye Cruel World” y en su otro álbum del 86, “Blood & Chocolate”. La gran joya de la corona es el tercer disco, que incluye por primera vez diecisiete temas registrados por Costello y The Confederates el 27 de enero de 1987 en el Royal Albert Hall. Fue uno de los seis conciertos consecutivos allí ofrecidos, y en él alternó temas de “King Of America” con versiones de clásicos de esos sonidos a los que estaban rindiendo tributo.

Lo extraño, o lo cuestionable, está en los tres últimos discos, que son una especie de recopilación-miscelánea de temas de influencia norteamericana esparcidos desde aquel tiempo hasta la actualidad. De esas 48 canciones, solo siete son inéditas. Muchas fueron incluidas en álbumes oficiales y otras provienen de maquetas o tomas en vivo. La mayoría son buenas o tienen relevancia por aquello que comentaba al principio, de ver a Costello codeándose con la realeza de la música americana: hay hasta siete temas con Allen Toussaint –incluido “The Greatest Love” tal como lo grabaron para la serie “Tremé”–, un par de duetos con Emmylou Harris y otro con Rosanne Cash y Kris Kristofferson. La caja se cierra con tres regrabaciones de este mismo año de temas del álbum original y, como sorprendente cierre, una relectura junto a The Attractions y la legendaria banda de góspel The Fairfield Four de “That Day Is Done”, uno de los cuatro temas que MacManus coescribió con Paul McCartney para el álbum “Flowers In The Dirt” (1989) del ex-Beatle. Ahora ya depende del superfan de Costello decidir si se rasca el bolsillo por el puñado de flores que encontrará esparcidas entre un material que, en su mayor parte, ya estaba disponible previamente por aquí y por allá. ∎

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