Álbum

ganavya

NilamLEITER, 2025

Los excelentes “Like The Sky I’ve Been Too Quiet” (2024) y “Daughter Of A Temple” (2024), intercalados con el sencillo “Draw Something Beautiful” (2024), arrojaron decisiva luz sobre Ganavya Doraiswamy, a la que pudimos ver recientemente en el Primavera Sound en un concierto muy emocional y que volverá por aquí en octubre (13, Barcelona; 14, Madrid). Cantante, compositora y multinstrumentista neoyorquina, criada en el estado de Tamil Nadu, en el sureste de la India, su voz saltó al escaparate asociada a consolidados nombres de la escena jazzística y electrónica como Esperanza Spalding, Vijay Iyer, Wayne Shorter, Immanuel Wilkins, Floating Points, Nils Frahm, SAULT o Shabaka Hutchings, este último incluso como productor del primer título de aquel doblete. Aunque había debutado con un disco autopublicado, impulsado por un catálogo de estándares –“Aikyam: Onnu” (2018), con el piano de Albert Sanz y el apoyo puntual del saxo de Perico Sambeat–, fue aquella pareja de álbumes la que puso en primer plano su fascinante propuesta, liderada por una voz marcada por sus raíces indias e impregnada de motivaciones místicas, familiares y humanísticas.

Registrado en el complejo Funkhaus de Berlín, “Nilam” llega ahora coproducido por ganavya, Nils Frahm y su colaborador Felix Grimm, reivindicando un mensaje terapéutico en lo personal pero también en lo universal. Más desnudo y concreto que sus predecesores, el álbum parece cocinado con la misma pausa y serenidad que transmite, ensalzando belleza y amor como rutas de liberación. El contrabajista Max Ridley o el arpista Charles Overton la secundan en un proyecto de vocación acústica, en el que también figura el multinstrumentista y productor Shahzad Ismaily, miembro de Marc Ribot’s Ceramic Dog, siempre atento a propuestas de impronta oriental como ya mostró con su implicación, junto a Iyer, en “Love In Exile” (2023) de la pakistaní Arooj Aftab.

Ganavya habla de Sheila Chandra como una de sus esenciales influencias, y de ella parece haber tomado esa capacidad para engendrar un lenguaje personal a partir de un racimo que va desde sus propios orígenes hasta el jazz espiritual. Y ahí se suma Alice Coltrane como referencia, homenajeada en la cara B de aquel “Daughter Of A Temple” donde también se abordaba el clásico “A Love Supreme” de su marido.

Más distante aquí del influjo jazzístico, esta maravilla llamada “Nilam” ofrece música de profundo y meditativo sentimiento; una plegaria cuya embriagadora estética liga fonética y mensaje, plagada de sutiles ritmos, conmovedores melismas y minimalistas atmósferas, e interpretada en tamil o inglés, así como alimentada por su identidad queer, su compromiso budista o la oposición a la barbarie de Gaza en “Sees Fire”: “A child sees fire / I wish I could build you a palace / tine the right fires in you”. También por voces como el poeta palestino Suheir Hammad en la inicial “Land” o, de nuevo, las de sus padres en el mantra de “Nine Jeweled Prayer”; de hecho, a Vidya queda dedicada la exquisita “Not A Burden”.

Ellos la bautizaron con un nombre que significa “alguien que nació para difundir la música” y este “Nilam” cumple holgadamente con la misión de la mano de un título que significa “tierra” o “suelo”, encarnando nociones de arraigo y resiliencia así como un espacio de sanación ante los retos de la vida. Un lugar donde ser y estar. Definirlo como hipnótico es quedarse corto. ∎

Etiquetas
Compartir

Contenidos relacionados