Si uno no se fija en la pequeña línea bajo el título, se puede tomar “The Almond & The Seahorse” como el nuevo, frondoso, multidireccional álbum de canciones de Gruff Rhys. Si se empieza por tener en cuenta que “The Almond & The Seahorse” es el original soundtrack de un filme británico de dos directores debutantes, Celyn Jones y Tom Stern, encaja también el concepto en las piezas más ambientales, pero sorprende que la banda sonora contenga tantas canciones y con líneas tan diferentes, muy propias de Rhys, y al mismo tiempo con facetas inéditas. No es la primera vez que Rhys compone para el cine, ahí está “Set Fire To The Stars” (2014), película dirigida por Andy Goddard, que tuvo como coguionista precisamente a Celyn Jones.
El híbrido funciona muy bien y satisface en todas sus caras. Si bien el anterior álbum del galés, “Seeking New Gods” (2021), era difícil de superar, inspirado como estaba al alcance de la perfecta canción pop sofisticada pero no tanto, cercana y grandiosa a un tiempo, esta parcial deriva en forma de simultáneas experimentación y tradición tiene sentido.
Algunas de las 22 piezas que contiene el álbum estaban hechas antes de que Gruff Rhys recibiera el encargo de la banda sonora, como “Amen”, pero sintió que encajaban a la perfección en el tono de un filme que habla del modo en que una arqueóloga (Rebel Wilson) y una arquitecta (Charlotte Gainsbourg) se enfrentan al futuro con sus respectivas parejas, que han sufrido una lesión cerebral traumática. A falta de ver la película, y de cómo encajan estos 72 minutos de canciones y temas instrumentales en poco más de hora y media de metraje, el doble elepé mantiene su propia lógica narrativa como una transición entre estilos y tentativas que va desarrollando Gruff Rhys, esta vez cantando exclusivamente en inglés.
Para empezar, sorprenden las estructuras obsesivas y repetitivas de “The Brain And The Body” (con insertos de diálogos) y “People Are Pissed” (con casi ocho minutos basados en el mismo bucle de piano y el lema del título coreado). El novelty rock trotón de “Layer Upon Layer” sigue jugando al despiste, hasta que Gruff entra de lleno en su inagotable artesanía pop con refrescantes melodías (“Sunshine And Laughter Ever After”), melancolía soñadora con caja de ritmos (“Orea”, “Liberate Me from The Love Song”), estribillos beatlenianos de altos vuelos (“Amen”) y rotundas declaraciones de sunshine pop (“I Want My Old Life Back”). Y con pequeños y deliciosos instrumentales intercalados, como ese minuto de oro de “Forest Waltz”.
El último tramo es pura música incidental, con instrumentales acústicos a base de piano y guitarra primero, y de ambient electrónico después, entre ellos ese “Arogldarth” a lo Popol Vuh. Si Gruff Rhys quería demostrar que es un músico cada vez más diverso y ambicioso (en el mejor sentido), y que Super Furry Animals queda ya como un trampolín para este vuelo más alto, lo ha conseguido. ∎