Resulta pasmosa la naturalidad con la que Álvaro Lafuente somatiza lenguajes tradicionales de ambos lados del charco desde una sensibilidad contemporánea y con una hondura teóricamente impropia de alguien que tan solo registra 25 primaveras. “Caramullo”, expresión maña que sirve para denominar aquella porción que sobresale del menú principal, algo así como una inesperada propina, sirve para anclar la génesis de lo que fue “La cantera” (producido por Raül Refree, decimocuarto mejor disco nacional de 2022 en Rockdelux) a través de cuatro canciones cuyo ADN enlaza claramente con lo que suponían en aquel disco cortes como “Antes de que quieras olvidar” o “Vidalita del mar”: la herencia de Chabuca Granda, Mercedes Sosa y otros próceres de la canción latinoamericana, que en este póquer de bonus tracks –disponible en la serie Amazon Original– discurre entre México, Colombia, Argentina y Venezuela, con la particular y magnética aridez de la voz y la guitarra acústica del músico benicense.
“Gaita margariteña” recoge cierto sentir andino con voces de bel canto en la trastienda: es una versión del clásico que el venezolano Quinteto Contrapunto publicó en 1962. Combinación de tradición y grácil sentido rítmico, abre el fuego y vuelve a presentarnos a Guitarricadelafuente, al igual que el resto de cortes, como una precoz proyección de Alan Lomax del Maestrazgo, todo inquietud y afán de reformulación de saberes arcanos. Todo el material original que las inspira se editó entre 1947 y 1962, hace bastante más de medio siglo. Casi nada. La brújula se orienta al norte en “Malagueña salerosa”, textura tex-mex que de flamenco tiene poco más que el título, porque es una revisión de la canción que los mexicanos Chingón de Robert Rodriguez (aunque original de Pedro Galindo y Elpidio Ramírez) colaron en la banda sonora de “Kill Bill Vol. 2” (2003), de Quentin Tarantino. En sus manos suena más contenida y austera.
“Serranía del Brasil” se inspira en la pieza colombiana que popularizó La Niña de la Puebla también en 1962 y exhibe una arrastrada jondura de flamenco-guajira algo más pesada en su desarrollo, que recuerda algo a Los Planetas en su fase lisérgico-tradicionalista. Y el círculo se cierra de nuevo con su vis más desnuda y esencialista, quizá la que mejor desentraña su ligazón con su álbum de debut, en la sentida zamba argentina “Que seas vos”, escrita por Marta Mendicute y rediviva por Jorge Cafrune en 1964.
Produce vértigo solo atisbar por dónde puede discurrir un futuro que, de tan vasto como es para él en cuanto al rango temporal y geográfico de sus nutrientes, se presenta insondable. ∎