Tras tres álbumes con letras en galés y en córnico ambientados en los recuerdos de su niñez, Gwenno Saunders pone el foco en los años de juventud, cuando abandonó el nido, época que ella vincula a la lengua inglesa, con la que ha escrito la mayoría de sus nuevas canciones. Paradójicamente, el aire bucólico y psicodélico que impregna muchos de los temas, empezando por la inicial “London 1757”, bien podría ser asociado con los parajes galeses o del condado de Cornualles. A continuación, contradiciendo esta primera impresión, “Dancing On Volcanoes”, el primer single extraído, es un tema de pop con determinación, con unas líneas de guitarra matemáticas y cristalinas, sobre las que Gwenno recuerda aquellos bares de Londres de finales del siglo pasado en que compartía bailes y cigarrillos ajena a todo lo que se cocía en el mundo. La titular, “Utopia”, más plácida, parece insistir en el mismo pensamiento. Se trata de una discoteca de techno de Las Vegas que solía frecuentar cuando con 16 años la reclutaron en una compañía de danza irlandesa para representar un espectáculo en la ciudad de cartón piedra. Ella añade en las entrevistas que no asocia la palabra al significado de proyección futura ideal e inalcanzable sino al original de la palabra griega, de “no lugar”.
Si es difícil, hoy en día, escribir sobre un disco de pop atmosférico de una cantante galesa y no mencionar a Cate Le Bon, la mención se hace inevitable si, además, participa en los coros de una canción, junto al cantautor, también galés, H. Hawkline; es en “Y Gath” –el gato, en nuestro idioma–, un medio tiempo con unas notas de órgano evocadoras del “Ashes To Ashes” de Bowie, pero cuyo tono misterioso nos pone en la estela de la PJ Harvey de “Down By The Water”. Si en sus dos primeros discos –“Y Dydd Olaf” (2014) y “Le Kov” (2018)– el sonido era más electrónico y sintético, en este, en la senda del anterior “Tresor” (2022), respiran distintos instrumentos con espacio entre sí, con especial protagonismo del piano y las guitarras acústicas, muchos de ellos tocados por Rhys Edwards, el marido de Gwenno, que además es el productor del álbum.
En la segunda cara predomina, todavía más, el ambiente soñador y melancólico. Si bien no exento de belleza, en ocasiones la ausencia de ganchos más rotundos y la sensación de languidez abren la puerta, en algunos momentos, al incipiente déficit de atención. La evocadora “73”, con una elegante melodía, sigue la moda de asociar a una línea de autobús un viaje al pasado. Más inquietante resulta “The Devil”, en la que el verso “conocerás al diablo en Brighton” hará pensar a más de uno en su etapa al frente de The Pipettes, banda ubicada en la citada ciudad inglesa, que ella describió como un capítulo traumático de su vida. En todo caso, ha llovido mucho desde entonces y ella ha sabido rehacer su carrera, en solitario. Para el cierre, retoma el córnico, lengua de Cornualles, tierra de su padre. “Hireth” significa nostalgia, y el arpa y los delicados coros le dan sentido al término, dotando de una atmósfera mágica a la canción. Un bonito broche a un notable álbum, a un par de canciones de ser algo más. ∎