Álbum

Ilegales

IlegalesHi-Fi Electrónica, 1982
Jorge Martínez, confrontacional y políticamente incorrecto, nunca tuvo reparos en posicionar sus canciones entre la delincuencia y la patología mental. Así de crudo sonaba el primer álbum de Ilegales, ente asturiano que, en aquel celebrado debut, pivotaba sobre las letras, feroces pero cultas, de un Jorge mayestático que, también a la guitarra, siempre estelar, se mostraba autosuficiente, aunque recabase la ayuda de David Alonso (batería y voces) e Íñigo Ayestarán (bajo y voces). En el extra con los mejores álbumes españoles del siglo XX que publicamos en el especial del 20 aniversario de Rockdelux, “Ilegales” ocupó el puesto 43 en la lista de 100. Nando Cruz comentó el disco.

El punk estuvo muy bien. Y lo del no future también tenía su gracia. Pero ese desprecio implícito a la posibilidad de trascender provocaría que muchos discos españoles de aquella época se grabasen con una estrechez de miras que los ha dejado estancados en su fecha de edición. El debut de Ilegales no padeció esa enfermedad. Jorge Martínez aún no había afilado del todo su voz, pero tenía una técnica como instrumentista que le aseguraba unas interpretaciones más que aceptables y le permitía componer canciones que, además de sacudir a sus congéneres, quedaban en la retina. Y algo más: Jorge Martínez sabía escribir. Ser rockero nunca significó ser analfabeto.

Bien mirado, 1982 ya no era un año muy punk. Bien mirado, Ilegales solo era un grupo de blues-rock bestia, bestia. Pero Martínez, Íñigo Ayestarán (bajo; fallecido en 1986) y David Alonso (batería) no necesitaban quorum para salir a la calle a buscar pelea. Tenían problemas y mala leche. Eso les bastaba para formar un grupo. Alérgico al buen rollo (su sueño era hacerse millonario para olvidarse de los amigos), Martínez entendía la vida como una batalla particular (“levántate y lucha / esta es tu pelea / no voy a luchar por ti”). Sin embargo, su LP de debut, “Ilegales” (con portada “robada” a Ouka Lele), aglutinaría un ejército de adeptos de todo el país, un accidental casting de descastados con lo peor de cada casa.

Actitud, blues-rock y buenas manos asturianas. Foto: Alejandro
Actitud, blues-rock y buenas manos asturianas. Foto: Alejandro
Grabado tras compartir el LP “1ª Muestra pop rock de Asturias” (1981) con otros tres grupos, “Ilegales” se nutría de “canciones desesperadas”. Aunque, ojo, su desesperación no era solo cervecera. Martínez era un “tabernícola” ilustrado. Se aprecia en la fría descripción social de “Yo soy quien espía los juegos de los niños”. Incluso en el surrealismo feroz de “Problema sexual”. Su salvaje nihilismo y su interiorizada marginalidad, trasladada a personajes que se mueven entre la delincuencia y la patología mental, jamás suena a medias tintas. Más bien lo contrario: cuesta creer que Epic, al reeditarlo en 1984, tragase con una canción tan conflictiva como “¡Heil Hitler!”.

Aunque “¡Hola mamoncete!”  haya acabado aburriendo a su propio autor, títulos como “La casa del misterio” “Caramelos podridos” prueban que Ilegales siempre fueron muy por delante de su gente y, por supuesto, del punk. Para colmo, la gran mayoría de aquellos versos conservan su valor e incluso rebotan en pleno siglo XXI con inusitada vigencia. Llegaron tarde pero enterraron a todos sus coetáneos. Y lo más jodido es que no han tenido que tragarse ninguna de sus palabras. Hasta la amenaza que lanzaba Jorge Martínez desde la contraportada del disco (“no vamos a rendirnos nunca”) sigue intacta. Esto sí era y es rock’n’roll actitud. ∎

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