Álbum

J Balvin

ColoresUniversal, 2020
No hay más que ver la portada de “Colores” para entender que este es un disco para todos los públicos, un producto family-friendly. Aunque en su alianza con el artista visual Takashi Murakami haya buscado un álbum multicolor a través de un concepto poco consistente (¿por qué “Amarillo” se titula así y no, por ejemplo, “Azul”o “Rosa”?), J Balvin termina entregando uno desesperantemente blanco: el sucesor del rompedor “Vibras” (2018) es políticamente correcto, inofensivo, conservador. Es, en definitiva, muchas cosas que históricamente nunca ha sido el reguetón, esa raíz sonora de la que el colombiano se aleja definitivamente aquí, a pesar de que en sus entrevistas se empeñe en proclamar lo contrario y en sus canciones siga citando a Tego Calderón. A pesar, incluso, de que en “Negro” haga un esfuerzo por dar su visión del perreo sucio sin llegar a mancharse.

Es evidente, ya lo era también en “Vibras”, que el “sonido Medellín” nunca ha tenido tanto roce con la calle como el que tiene el desarrollado en Puerto Rico por Bad Bunny, Arcángel o Darell, pero el Balvin de “Colores” confunde sofisticación con estandarización. Ha ganado en los charts, pero ha perdido una oportunidad: ha hecho todo lo posible por aproximarse al establishment pop justo ahora que este parecía dispuesto a acercarse a él. ∎

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