Los ritmos se mecen como latidos de corazones y el paisaje se despliega con ruidos de fondo, crujidos y cenefas eclesiásticas. El resultado es fascinante y de él emerge una versión inclasificable de algo que podríamos llamar soul pero que, por supuesto, no se adhiere a los parámetros del género. Blake ha dicho que su intención es hacer canciones “normales” con herramientas que no sean las tradicionales y en este sentido el álbum es un triunfo en toda regla. Tiene la pátina de lo inédito y de lo conocido, evoca y emociona, deslumbra y abraza. También ha dicho que la Joni Mitchell de “Blue” (1971), la más íntima, ha sido un ejemplo importante. Añadiríamos a Beth Gibbons y a Antony, pero también a Donny Hathaway y a D’Angelo, a Jamie Lidell y a los olvidados Pigeonhed. En cualquier caso, flashes de lo mejor de lo mejor que se disparan en multitud de direcciones mientras el espacio se derrite con la belleza de
“Give Me My Month”, “Why Don’t You Call Me”, “Unluck” o
“I Mind”. Así que, expectativas cumplidas –aquí cuaja, en su punto, todo lo que el debut de Darkstar prometía y no acababa de dar– y primer serio candidato a disco de 2011. ∎